Urqupiña: el Banco de la Virgen
Javier Medina para AINI NOTICIAS Y Agencias.-
Esta fiesta popular vuelve a confirmar la tesis de la abundancia, de lo necesario y cualitativo, del arquetipo matriarcal de la economía. Vamos a seguir e inspirarnos en el libro de Alfredo Ramos Felix: Urqupiña. Una luz de esperanza [1]. La fiesta está compuesta, como se sabe, por la Preparación, la Entrada folklórica, la Fiesta de la Virgen de la Asunción y la Peregrinación al Calvario: el “Banco de la Virgen” que emite, justamente, la “Moneda del Calvario”, donde se manifiesta esta economía femenina. Nos vamos a limitar a resaltar este último aspecto.
Más de un millón de peregrinos convierten el Calvario en un hormiguero humano. Durante todo el día oran, depositan velas y extraen pedazos de piedra del cerro, del tamaño de sus deseos. Piden a la Pachamama dinero, salud: corporal y espiritual, solución a sus problemas, paz y progreso para la familia. No piden ser ricos, sino lo necesario para vivir bien y en armonía con su entorno. Aquí el capitalismo brilla por su ausencia. Los misioneros de la Competitividad deberían tener en cuenta este datito, para no sentirse tan frustrados.
Las maneras y modos de pedir son diversos. La primera es sacando piedras, con esfuerzo y fe: martillando y ch´allando la roca. Estas piedras simbolizan el préstamo de “Plata de la Virgen” o “Capital de la Mamita” para, con el, hacer realidad sus anhelos de llegar a alcanzar el favor que están pidiendo y que, al año siguiente, tienen que devolver con los agradecimientos correspondientes.
El “trabajo de sacar piedras” empieza con una ch´alla: es el “pago” que se hace a la Pachamama, en medio de un caótico alboroto de música, baile y derroche de alegría; para, luego, dirigirse a las carpas de la colina donde se ofrecen variedad de comidas y bebidas, que suscitan comensalidad y convivialidad: el compartir. Aquí rige la lógica del don. Dar para recibir.
Otro modo es comprando lotes en miniatura que representan el universo de las necesidades: desde corrales, casas, autos, hasta títulos valor. En agradecimiento antelado, el peregrino contrata una banda y, al compás de una diana, toma posesión de, por ejemplo, la casa y ello consiste en sacar todas las ramas, matas, arbustos y, en un descuido, ¿de quien?, la pareja se sentará sobre la casa, derrumbándola. Luego de ch´allar por la felicidad de poseer la casa, se bailará sobre ella. Todo ello es llevado a cabo con mucha seriedad y fe, aunque se desarrolle entre risas, chistes y algarabía. Lo contradictorio debe juntarse para producir el Tercero Incluido: la riqueza.
Otra forma es comprando miniaturas, como en la fiesta de Alasitas. La miniatura es un símil de la semilla; es pequeña e insignificante pero cuando se la planta, se la riega y se la cuida, ésta crece y se convierte en un árbol frondoso y da sus frutos. Este es el arquetipo orgánico de la riqueza en los Andes. Expresa una economía del Cuidado; no de explotación. Las miniaturas se hace bendecir, al yatiri y al sacerdote, con confianza en la Pachamama y fe en la Virgen, esperando que en un tiempo no muy lejano se hará realidad la inversión simbólica por la fuerza de la energía simpática: lo semejante llama a lo semejante. El animismo y el monoteísmo fluyen, complementarios, relativizándose mutuamente.
Otra modalidad es adquiriendo billetes de Alasita que se ofrecen diciendo: “Diez mil dólares por un Peso”. Con esos billetes se compra una canasta de alimentos, animales, materiales de construcción, herramienta de trabajo, desde picotas a computadoras. Esos billetes son un acuerdo de esta comunidad festiva de utilizarlos como medio de intercambio. No están diseñados para ser ahorrados sino para hacerlos circular en la Fiesta.
Otros, a su vez, sacarán Agua del pozo, donde existía antes la vertiente de Cota. Se considera milagrosa el agua. Después de hacerla bendecir por el tatacura se la lleva a casa para curar el cuerpo y energetizar el ánimo.
En el Calvario, lo más emblemático es la Piedra. Será el centro de los rituales. La Piedra es considerada “Capital” o “Dinero de la Virgen”. El peregrino lleva a cabo, como ya se dijo, un préstamo por un año, normalmente. Para adquirir ese préstamo, simbolizado en la Piedra, se ch´alla, mediante un sahumador, y bendice, mediante un sacerdote y, sobre ella, se baila, se canta, se bebe, se come. Las piedras, junto a todo lo adquirido, serán llevadas a sus casas, las guardarán como símbolo de compromiso y, al año siguiente, deberán ser devueltas. He aquí un testimonio. Don Luís Vargas dice:
“Todos los años venimos al Calvario para prestarnos una piedra de la Virgen de Urqupiña y pedirle algunos favores. Soy un convencido de que la fe mueve montañas y con esa fe estoy llevando una piedrita a mi casa. He pedido a la Virgen que nos dé salud y bienestar a toda la familia, sobre todo en estos momentos difíciles que estamos viviendo”.
La piedra que se extrae en el Calvario tiene un valor simbólico especial que la distingue de otras fiestas; no es objeto de culto, no es una piedra preciosa; tiene valor en sí misma por lo que representa: la “Plata de la Virgen” o el “Capital de la Mamita” . Podemos descifrarlas como llallawa: un fruto extraordinario de abundancia o una illa. La piedra es entendida, pues, como un fruto de la Pachamama. Por tanto, no puede convertirse en propiedad de nadie. Nos ha sido dada en préstamo; hay que devolverla incrementada, con “intereses” en forma de ofrendas: velas, flores, misas, joyas o dinero. Por ello, justamente, se habla de “Dinero de la Virgen”. En la Fiesta de Urqupiña, esta piedra simboliza el favor, la bendición que se traduce en abundancia, en bienestar, felicidad. El hecho de llevarse una piedra, para que tenga efecto, se requiere un esfuerzo personal, familiar y comunitario. Esta es la bendición.
Nos vamos a detener un tanto en la Moneda de fertilidad de Urqupiña. La feria de alasita correspondía a la festividad de San Bartolomé. Antiguamente la imagen de la Virgen se exponía detrás del templo y la fiesta se realizaba alrededor de la imagen. En esta feria había un “Banco del Calvario” que servía para comprar “Billetes del Calvario”, con los cuales se podía adquirir todo lo que se vendía en la feria. Alfredo Ramos señala que estos billetes sólo tenían valor ese día y sólo con estos billetes se podría hacer las transacciones.
Por otro lado, quien hacia imprimir los billetes era el Preste o Pasante de Alasitas. Los billetes solían tener frases críticas, picarescas e irónicas. Algunos billetes datan de 1930. Algunos lemas: “Hacendados sin conciencia nos explotan fuertemente. Sepan que el infierno los tragará de repente”. Otro: “En el hogar con una mujer es el cielo, con dos el purgatorio, con tres el infierno”. He aquí un testimonio de la época:
“Había, para vender, Billetes del Calvario; (se vendía) alfa-alfa recién retoñada, verduras de las más pequeñas, legumbres y hortalizas, papas menuditas, cebollas también las más pequeñas. Lo más interesante: carne en pequeños pedazos y (pesadas) en balanzas también pequeñas; y el precio como en serio. Si costaba 20 Bs el kilo, también costaba 20 Billetes de Calvario. También se vendía refresco de ayrampu y repetían: “Chicha culli” y los que compraban y bebían se hacían los borrachos; esto generalmente niños de edad escolar. También se podía comprar bolsitas pequeñas de azúcar y arroz, pero repetían con mucha seriedad que se trataba de quintales. Ni qué decir de los animales, casi crías pequeñas vendían, también en Billetes del Calvario. Prácticamente todo se vendía en Billetes de Calvario y todo era en miniatura!” [1]
Alfredo Ramos resume diciendo: “Ese día se pide lo suficiente para vivir de manera digna y justa; se toma en cuenta las necesidades de los demás; las aspiraciones se limitan a lo necesario”.