La concepción andina de la crianza de animales y plantas
Porfirio Enríquez Salas REVISTA VOLVERÉ
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La domesticación de plantas y animales (alpaca y llama), fundamento de la agricultura y ganadería en los Andes, vienen a ser dos grandes aportes de la cultura andina a la humanidad y conforman un sistema de conocimientos, denominada como tecnología agropecuaria andina, que a diferencia de la tecnología occidental, esta conformada por dos dimensiones: la empírica y la simbólica. La dimensión empírica de la tecnología agropecuaria andina es la más conocida y estudiada. En el caso de la tecnología agrícola, esta conformada por las prácticas (formas de hacer surcos, usos de la piedra y del suelo, tipos de semillas, etc.), instrumentos (chakitaklla y rawk’ana) e infraestructuras agrícolas (canales de riego, pata pata, qucha, waru waru, suqya), que son respetuosas, no violentas ni destructoras de la naturaleza y sus recursos. En el caso de la tecnología pecuaria aquellas prácticas están relacionadas con la sanidad, el manejo, pastos y pastoreo, la dotación de infraestructura pecuaria (cercos, canales de riego de pastos, bofedales, cobertizos, etc.).
Por el contrario, la tecnología simbólica, como segunda dimensión de la tecnología agropecuaria andina, conformada por el ritual de producción o ceremonias agropecuarias, es poco conocida, estudiada y aceptada, especialmente por el académico y el experto promotor del desarrollo, acostumbrado a la visión matemática, mecánica y materialista del mundo. Se ensayaron varias explicaciones subjetivas al conjunto de la tecnología simbólica andina, considerándola como “brujería”, “idolatría”, “magia”, “paganismo”, “animismo”, o simplemente “costumbres mágico-religiosas”. Para otros, los ritos y ceremonias están considerados como parte del folklore andino agradable para la vista del turista, pero que no tiene ninguna influencia en el proceso productivo, rechazando el ritual religioso como expresión de un pensamiento primitivo, no compatible con un sistema moderno de producción y con las propuestas de desarrollo.
1. La tecnología simbólica
Desde la perspectiva endógena, es decir de la cultura andina, la tecnología simbólica, es la expresión del sentido profundo que el hombre andino tiene del trabajo productivo, una práctica que trasciende el nivel de los valores económicos y le da un sentido motivador profundo a su trabajo cotidiano; por tanto, el ritual de producción que es la expresión de la tecnología andina, tiene efectos positivos muy notorios, tanto para el buen funcionamiento del sistema de tecnología como también para el sistema económico andino. Interpretaciones más profundas manifiestan, que el ritual de producción, por un lado, es un contralor de experimentos técnicos. Van der Ploeg (1989) reconoce que el ritual de producción reduce el espacio de los experimentos a proporciones socialmente aceptables, constituyendo una autodefensa necesaria contra la posible turbulencia y destrucción que son los riesgos de cualquier experimento técnico. Dice que “la magia funciona como el conjunto necesario de símbolos que guía al andino experimentador en un mundo desconocido”. Este contralor social es muy débil en el sistema tecnológico occidental, de modo que pueda prosperar la tiranía de la tecnocracia.
Por otro lado, el ritual de producción, es también un integrador de valores. La explicación sustancial de la funcionalidad del ritual de la producción viene de la alta sensibilidad del hombre andino para los valores no-materiales de la existencia. Sin menospreciar, en ningún momento, los valores económicos que le cuestan tanto producir, el andino sabe establecer prioridades en la jerarquía de valores. Es particularmente sensible a los valores del misterio de la vida, del ser humano y de la naturaleza, al misterio del bien y del mal, del sufrir y de la felicidad. Además tiene mucha sensibilidad para la relación misteriosa que existe entre su propia existencia y su medio natural.
Teniendo en cuenta esta reflexión de fondo, la tecnología simbólica, que le da identidad propia a la tecnología agropecuaria andina y por tanto al desarrollo, se configuró en el marco de una cosmovisión particular, diferente a la cosmovisión europea cristiana, que a partir del fundamento bíblico, generalizó la idea de hacer y producir cosas; de controlar y dominar la naturaleza. La cosmovisión andina se sustenta en la crianza recíproca de la vida (uyway), es decir, en la crianza de plantas y animales por parte del poblador andino, para que éstos a su vez le críen.
2. La crianza recíproca
El proceso de la crianza recíproca, fundamento de la cosmovisión andina, se realiza en el ayllu andino, cuyo significado va más allá del grupo humano emparentado, porque incluye también a la Pachamama y todas sus divinidades y la naturaleza silvestre circundante, donde la comunidad andina vive, trabaja, celebra y donde además convergen las tres comunidades de seres vivos: la Sallqa (comunidad de los seres vivientes que pertenecen a la naturaleza silvestre), la Runa (comunidad humana) y la Wak’a(comunidad de los seres espirituales o divinidades). Estas tres comunidades convergen en la chacra andina (uywa chakra, mikhuy chakra), que es el centro y el escenario de la vida, el templo del culto andino a la vida.
Se trata entonces de una cosmovisión centrada en la tierra y personificada en la Pachamama, la madre universal criadora de la vida, que ha generado a partir de ella todo cuanto existe en la naturaleza (flora, fauna, piedra, agua, cerros, ríos, sol, luna, estrellas, papa, quinua, alpaca, llama, etc.), como seres orgánicos vivos, porque tienen vida y las cualidades de una persona. En este mundo vivo, se establece una relación muy particular del hombre andino mediante su trabajo con su medio natural. En este sentido, al considerarse como hijo de la Pachamama y hermano de los animales y plantas, ha desarrollado desde sus ancestros una conciencia de respeto, gratitud y responsabilidad para la biodiversidad; una ética cósmica orientada a compartir y respetar mutua y recíprocamente la vida, que se hace evidente a partir del trato cariñoso y respetuoso que se dan a las plantas, los animales silvestres y domésticos y a la mismaPachamama, durante el uyway, es decir, la crianza de la vida en la chacra.
3. El trato cariñoso y respetuoso
El trato cariñoso y respetuoso, fundamento de la cosmovisión andina, tiene varias características, siendo algunas de ellas las siguientes:
a) Los animales y plantas (silvestres y domésticas), y dentro de ellas las alpacas y las llamas, no son propiedad del hombre. Son animales y plantas transitoriamente prestados por las deidades (Apu, Pachamama), para que la comunidad humana pueda sostener sobriamente su existencia en el kay pacha, en este mundo. Por tanto, el criador andino, no se considera como amo absoluto y propietario de los bienes y servicios
b) La permanencia de las plantas y animales en poder de la comunidad humana y por tanto su abundancia o escasez y los diversos bienes que puedan brindar, dependen del trato respetuoso y la dedicación del hombre (runa) durante el proceso de la crianza. El buen trato y la dedicación no solamente implica cumplir con las labores culturales de las plantas y las actividades que demanda la crianza de lasa alpacas y las llamas sino también cuidarlas diligentemente para que se multipliquen y procreen indefinidamente, por todos los tiempos, haciendo posible la continuidad de la vida de la comunidad humana que depende de ella, así como cumplir con la realización constante de ritos y ceremonias propiciatorias de la producción y agradecimiento a la Pachamama, la sostenedora fundamental de la vida en este mundo (kay pacha).
c) Existe una estrecha familiaridad y un encariñamiento entre la familia del criador, con sus animales y plantas. Este encariñamiento se manifiesta en la expresión quechua munasqata uywakuni, que traducido al castellano, sería algo así como “los crío queriéndolos mucho y con cariño”. El encariñamiento se manifiesta porque para el criador y su familia las plantas y animales no están considerados como “cosas”, materia inerte o simples recursos naturales libremente disponibles por el hombre, sino, en la condición de personas y familiares, con derechos y vida propia, por este motivo no se sienten dueños ni propietarios de ellos.
d) No existe la supremacía antropocéntrica, sino el trato armonizado, igualitario y el diálogo recíproco con la comunidad de las plantas y animales, profundizándose mucho más en los momentos rituales relacionados con la agricultura y la ganadería. Una muestra memorable de la conversación en momentos rituales con los animales, se puede encontrar fundamentada en la historia andina escrita por Guamán Poma de Ayala. Este autor cuando se refiere a la fiesta de los Incas, denominada como Uaricza araui (canción de la llama), dice lo siguiente: “…al tono del carnero (llama) cantan. Dize ací: con conpás muy poco a poco, media ora dize: ‘Y, y, y’, al tono del carnero. Comiensa el Ynga como el carnero; dize y está diziendo ‘yn’. Lleua ese tono y dallí comensando, ua disiendo sus coplas muy muchas. Responde las coyas y ñustas. Cantan en bos alta muy suuauemente” (Guamán Poma de Ayala, 1980: 293).
e) Las plantas y animales al ser consideradas como personas, conversan, sienten, se quejan, lloran, dan muestras de cariño y odio, alegría y tristeza, crecen, se multiplican y mueren. Por este motivo, esta considerado como un delito contra la vida y sancionado moralmente, las acciones orientadas despreciar y darle mal trato a los animales, las plantas y sus frutos, porque les ocasionan sufrimiento. En la lengua quechua existe el término ñakay, que quiere decir maldecir.
Cuando se constata que alguien golpea y da mal trato a los animales durante el proceso de la crianza, se le dice: ama uywata maqaychu, ñakasunki (no le pegues a ese animal te va a maldecir). De igual forma, cuando se encuentran tiradas intencionalmente algunas papas, maíz u otro comestible, se dice: imapaqmi kay mikhuykunata wikch’unku, waqachkankucha (para que botan estos alimentos, estarán llorando). Nuevamente Guamán Poma de Ayala, proyecta el fundamento histórico de esta tradición a los ancestros, cuando en sus ordenanzas las describe de la siguiente forma: “Yten: mandamos que nenguna persona que no derrame el mas ni otras comidas ni papas ni lo monden la cascara, porque si tuviese entendimiento, llorarían cuando le monda y ací no lo monden, sopena que sería castigado” (Guamán Poma de Ayala, 1980: 293).
f) El mal trato a los animales y plantas, tiene consecuencias imprevisibles para la vida del criador, su familia y su comunidad, porque puede disminuir el número de animales, dar muy poco la chacra (pisiyan) o simplemente pueden perderse (chinkan). Pueden generarse conflictos en la familia y la comunidad, entonces se produce el muchuy, es decir el padecimiento de las personas por escasez de alimentos de origen animal y vegetal. El muchuy, es el opuesto complementario de la abundancia (uriy, miray), y se manifiesta como consecuencia de graves desórdenes en el ayllu, es decir entre los miembros de la comunidad humana (runakuna) y de éstos con las otras dos comunidades de seres vivos: la Sallqa y laWak’a. Esta concepción se sustenta en el hecho de que los animales y plantas, tienen un sin número de nexos vitales internos con el conjunto de los elementos del ayllu.
g) Las plantas y especialmente las alpacas y llamas, al ser criadas en el contexto de un trato cariñoso, armonizado e igualitario con los seres humanos se crían recíprocamente, es decir la comunidad humana cría a las plantas y animales, para que éstos a su vez críen a la comunidad humana. En el caso de la alpaca y el criador alpaquero, esta crianza mutua se manifiesta en el intercambio recíproco de bienes que se puede describir de la siguiente forma: las alpacas proporcionan carne, fibra y pieles para que el criador alpaquero y su familia puedan vivir en el kay pacha, comercializando o consumiendo aquello que les proporciona la alpaca, pero a la vez éste y su familia, en reciprocidad, debe preocuparse por darles cuidado, buena alimentación y sanidad, que vienen a ser parte de todos los cuidados que requiere la crianza de la alpaca. En suma la crianza mutua se manifiesta en la siguiente frase expresada con emoción por Sixto Ccasa, un alpaquero de Nuñoa (Melgar, Puno, Perú): “ambos nos damos la vida”.
Estas características le dan al proceso de crianza de plantas y animales, una identidad típicamente andina, que está caracterizada como “crianza de la vida en la chacra”, más que como proceso productivo o producción de plantas y animales, llevada a cabo autónomamente por el tecnólogo en la cultura accidental moderna. Por este motivo, la “crianza de la vida en la chacra”, que implica la intervención del criador andino mediante su trabajo sobre la Pachamama, (la tierra que nos brinda sus bondades y sus frutos), esta precedida por un diálogo recíproco y armonioso e intermediado por rituales a la Pachamama y las deidades locales (Apu), para pedir “permiso”. Sólo después ganar la voluntad y anuencia de la madre tierra y las deidades locales, se puede “poner la mano sobre la tierra y los animales”. Estos rituales y la ética cósmica del criador demuestran que no se puede intervenir arbitrariamente en el orden cósmico establecido, a cambio de ocasionar desórdenes y desequilibrios, que pueden afectar la salud de las crianzas, la vida de la naturaleza y del hombre mismo.
Bibliografía
Van der Ploeg, Jan Douwe
(1989) Papas y metáforas; PRATEC, Lima
Bertonio, Ludovico
[1612] 1984 Vocabulario de la lengua aymara. CERES – IFEA – MUSEF. Cochabamba.