La moneda social como institución potenciadora de la Economía Social y Solidaria por Ricardo Orsini Argentina

El presente trabajo reconoce dos fuentes principales: un proyecto multidisciplinario sobre Moneda Social y Mercados Solidarios que venimos llevando a cabo en la Universidad Nacional de Luján (Argentina) desde el año 2005 por un lado, y por otro mi tesis de Maestría en Economía Social (UNGS, Argentina).

El objetivo general de esta ponencia es revisar la vinculación que existe entre los dispositivos de moneda social y la posible conformación de un subsistema de ESS, con el objetivo particular de aportar a la idea de que la creación y gestión -por parte de los sectores de la economía popular- de una moneda social, contribuye al desarrollo de ‘otra economía’, al fortalecimiento de una Economía Social y Solidaria (ESS)[1] con una lógica diferente a la dominante, sostenida en el trabajo y en la búsqueda de la satisfacción intergeneracional de las necesidades legitimadas por una comunidad.

Para ello resulta necesario revisar el estatus conceptual con que se ha trabajado sobre la moneda social, ya que hemos percibido que -en muchos casos-, su tratamiento responde aún a la mirada instrumental impuesta por la doctrina dominante en el pensamiento económico actual.

En este sentido, coincidimos con Saiag (2008) cuando plantea que la definición funcional de la moneda -propia del pensamiento académico dominante-, contribuye a la autonomización del orden económico. Estudiar la moneda como una dimensión que excede los límites de lo ‘estrictamente económico’, permite reconsiderar la necesaria reinmersión de este orden dentro del social, en concordancia con los desarrollos de muchos de los teóricos de la ESS.

Nos mueve la necesidad de comprender las condiciones bajo las cuales la moneda social puede actuar al servicio de una ESS, ya que –en ocasiones- esta potencialidad se diluye en la mirada de los propios organizadores de las experiencias, así como de los que teorizan sobre ésta, quienes consideran a la moneda sólo como un facilitador de los intercambios.

Entendemos que esta forma de concebir a la moneda invisibiliza el potencial de la moneda social en la promoción de la Economía Social y Solidaria (EES).

Nuestro objeto de estudio estará delimitado por las experiencias de los mercados solidarios y la creación y utilización de moneda social en la Argentina, considerados como instituciones de la economía popular, que pueden participar en la construcción de una ESS.

Nos interesa analizar los cambios que estas experiencias han tenido como prácticas de la economía popular en la búsqueda de una mayor autonomía y autogestión, participación y solidaridad, los cuales –como rasgos característicos de los subsistemas de ESS- conformarán nuestros indicios para estudiar el potencial de la Moneda Social en la promoción de la Economía Social y Solidaria (EES).

Las experiencias de las que nos ocuparemos son el Banco de Horas Comunitario ‘Olga Cossettini’ y la ‘Economía Naturalista de Venado Tuerto’.

El Banco de Horas Comunitario ‘Olga Cossettini’ funciona desde 1998, en la localidad de Capilla del Monte, en la provincia de Córdoba, organizándose en su origen como una cooperativa de educación por el arte, proyecto que se amplió posteriormente, hacia lo que hoy es el Banco de Horas, el cual trabaja con una moneda, el SOL, que tiene como característica distintiva el respaldo en horas de trabajo de sus miembros.

La ‘Economía Naturalista de Venado Tuerto’, surge en la localidad de Venado Tuerto, provincia de Santa Fe, en noviembre de 1999, como una respuesta de un grupo de ciudadanos, a la profunda crisis de desempleo que se vivía en el país y que se reflejaba con crudeza en dicha localidad. Trabajan con una moneda, los Puntos, que pierde valor con el tiempo, a través de la tecnología de la oxidación.

Ambos emprendimientos de la economía popular revelan estrategias que, surgiendo de la necesidad, y a través de la creación y gestión de monedas diferentes de la oficial, intentan ir más allá de la emergencia, hacia la construcción de lazos más sólidos, en busca de una nueva sociabilidad (Coraggio, 1998 y Bombal, 2003).

En función de ello, trabajaremos sobre los siguientes aspectos: primero, la necesidad de un abordaje multidisciplinario para estudiar la complejidad del fenómeno monetario, para lo cual reflexionaremos sobre la concepción de la moneda desde la economía política y su crítica, y analizaremos enfoques alternativos. En segundo lugar, plantearemos una concepción de la moneda social que incorpore estos aportes, y su necesidad y oportunidad para la promoción de la ESS. En tercer lugar, y nos centraremos en dos experiencias que han sobrevivido a la crisis del 2001/2 -en la que la mayoría de los clubes de trueque colapsaron-, las cuales nos permitirán analizar los indicios de cambios en las disposiciones que generan los sistemas monetarios alternativos, y su potencial en la construcción de una ESS.

 

  1. 1. Un enfoque alternativo frente a la conceptualización tradicional de la moneda

El dinero y los sistemas monetarios has sido tratados por la teoría económica -desde las dos más importantes tradiciones académicas-, con paradigmas muy diferentes: el de la escuela neoclásica por un lado, y el del pensamiento marxista y sus continuadores, por otro.

A nuestro entender, ellos no han logrado darle a la moneda el lugar conceptual que necesitamos para comprender el fenómeno monetario en su actual complejidad.

Ambas líneas de pensamiento se han contrapuesto en su conceptualización sobre la moneda pero -en última instancia- ambas colocan al dinero en un papel similar (Ingham, 1999).

Tanto para la tradición neoclásica, así como para la crítica de la economía política, la moneda es colocada en un lugar subordinado: en el primer caso se plantea una visión instrumental de la moneda, como un facilitador de los intercambios en una economía que intercambia bienes reales.

En el segundo caso, las posturas marxistas -desde una posición esencialista-, colocan a la moneda como una mercancía equivalente general, producto del trabajo social, que tiene por detrás el entramado de relaciones sociales que configuran la esencia de lo económico.

Ambos enfoques plantean a la socialidad –concebida de diferentes maneras- como previa a la moneda, y a la moneda como proveniente del intercambio, dos ideas que nosotros ponemos en cuestión en este trabajo.

Para ello resulta necesario profundizar en la reflexión sobre la moneda y el sistema monetario, a partir de la mirada de los teóricos que consideran a la moneda como una compleja configuración de relaciones sociales, lo que nos permitirá conmensurar más ajustadamente el significado y las derivaciones -en términos de construcción de sociedad-, de la creación y circulación de dinero (Orzi, 2009, 2008; Plasencia y Orzi, 2007).

Los abordajes analizados desde las diferentes disciplinas, plantean una definición esencial del dinero, una esencia en valor, como un lazo social, un complejo entramado de relaciones sociales, que contribuye a la reproducción del sistema del cual forma parte.

A partir de estas miradas, pudimos recuperar la historicidad de los sistemas monetarios, y discutir la naturalización de la lógica de la moneda capitalista que presenta la literatura económica contemporánea en general.

La moneda es una invención social que se remonta muy lejos en la historia de la humanidad (Theret, 2008).

Desnaturalizar la moneda -desnudando su carácter de lazo social-, resulta fundamental para valorar la condición de existencia y potencialidad de la moneda social.

Trabajamos sobre el pensamiento de los siguientes autores:

Geoffrey Ingham, desde la sociología, quien postula al dinero como una relación social, constituido -a su vez- por otras relaciones sociales y formando parte de la estructura histórica y social de la sociedad. Desde la antropología, el pensamiento de Maurice Godelier, quien recupera el origen precapitalista de la moneda, esencialmente encarnada por los rituales más importantes y decisivos en la vida social de la tribu. Horst Kurnitzky, quien desde la psicología, plantea la esencia social-organizadora del dinero a partir de la abstracción del culto sacrificial en el cual se fundan las relaciones sociales de reproducción, como la secularización del sacrificio ritual. Bernard Lietaer, quien plantea al dinero como un acuerdo entre los integrantes de una comunidad con el fin de utilizar algo como medio de pago. Por último, Michel Aglietta y André Orléan; para quienes la moneda es el lazo social objetivado, un lazo social que responde en su origen a una deuda ancestral, que nunca termina de pagarse.

Éstos confluyen en su idea sobre el origen de la moneda: la moneda se origina como medio de pago de una deuda primordial, una deuda de vida, que nunca se cancela y que permite (o instituye) una forma particular de socialización.

A su vez, coinciden en que:

– el origen de la moneda se encuentra fuera del mercado

– la moneda es lazo social y posibilita la reproducción del sistema económico en el cual está inserta

Pensar a la moneda con un origen muy anterior al dominio del mercado como mecanismo de distribución por excelencia, nos permite considerar el cambio y la transformación, ya que la moneda tuvo en su historia formas diversas de la mercantil que hoy conocemos[2].

Comprenderla como un complejo entramado de relaciones sociales, nos da la posibilidad de pensar en una moneda social que pueda promover disposiciones diferentes a las que promueve la moneda oficial, y por lo tanto nos permite considerar la posibilidad de ‘otra moneda’ para ‘otra economía’.

El dinero se convierte, entonces, en la forma de lazo social que como garante de la cohesión de la sociedad se convierte en una dimensión necesaria para la reproducción social. Es en este sentido que Lietaer (2005), afirma que distintos sistemas monetarios conforman sociedades diferentes.

¿Cuáles son las consecuencias de esta mirada sobre la moneda en el capitalismo actual?

El sistema monetario en el capitalismo actual (Lietaer, 2005), resulta claramente fiduciario, depende de un Estado Nacional situado, es creado desde la deuda bancaria y esta deuda se salda a partir del pago de intereses.

A causa de ello, promueve –no necesariamente de manera consciente-, el enfoque del crecimiento perpetuo (hoy no es concebible un estado estacionario que no signifique estancamiento y crisis), la predominancia de la relación de competencia frente a la de cooperación, y un paradigma mecanicista de la sociedad como suma de individuos que persiguen la acumulación particular.

¿Cuáles son las consecuencias sobre la circulación monetaria en el capitalismo actual?

El dinero, en el sistema capitalista actual, circula de manera que resulta abundante en los aquellos sectores donde la lógica del capital está más desarrollada, tanto en términos tecnológicos como tecno-económicos, mientras que aquellos sectores más atrasados, entre los que se encuentras los sectores donde se desarrolla la economía popular, se encuentran con escaso o nulo circulante.

De allí una de las razones de la necesidad de la creación y circulación de la moneda social, como complementaria -en principio- a la circulación oficial, proveyendo circulante allí donde no lo hay, y valorando aquellos trabajos que el mercado no valora, pero la comunidad puede decidir valorar.

Por otro lado, las experiencias de MS generan una transformación en las relaciones sociales económicas capitalistas – y éste es el argumento que analizaremos en más detalle-, en tanto modificación –pequeña y aún restringida a comunidades cerradas- del lazo social que reproduce la macroestructura.

  1. 2. La moneda social desde la teoría reciente

En este punto, indagaremos los criterios y rasgos propios de lo que llamamos “moneda social”, tanto por los actores involucrados como en la bibliografía existente para, en función de la concepción de la moneda como lazo social, proponer algunas características de lo que, para nosotros, debería ser una moneda social para una ESS.

Del análisis de un grupo de investigadores latinoamericanos sobre la temática -Alburqueque (2004), Primavera (2004), Coraggio (1998), así como de Jerôme Blanc (2006) surge que, al momento de denominar a una moneda alternativa como moneda social se recurre a criterios diversos: unas veces se la define por sus funciones, otras por su origen y otras por su objetivo.

Siguiendo el primer criterio, en algunos casos, se define a la moneda social por sus funciones: una moneda en la que se privilegia la función de medio de cambio sobre las otras, y en la que especialmente se desestimula su atesoramiento, en la pretensión de crear una moneda no capitalista (Plasencia, 2008).

En un segundo caso se subraya que una moneda social lo es, en la medida en que su origen haya sido comunitario, es decir, decidido por un grupo de personas organizadas y de forma autónoma. Heloisa Primavera (2004), por ejemplo, señala que una moneda social ‘es la creada, administrada y regulada por grupos humanos y comunidades…’. También Coraggio (1998) señala este aspecto de la moneda social.

Un tercer criterio para la definición de la moneda social, es considerar sus objetivos: Jérôme Blanc (2006), considera que las monedas sociales son un subgrupo dentro de las monedas locales que no son emitidas bajo una lógica política, ni lucrativa, sino sostenidas en una lógica ciudadana y que presentan tres objetivos o motivaciones:

1- Proteger el espacio local: privilegiando el uso local de los ingresos provenientes de una producción local.

2- Dinamizar los intercambios locales en beneficio de la población, y se niegan por ello a la acumulación, a la conservación y a la concentración de la riqueza.

3- Transformar la naturaleza de los intercambios. En este sentido, la transformación se desarrolla en tres planos:

– Transformando a las personas, de consumidoras o productoras en “prosumidoras”, revalorizando las capacidades productivas de las personas que nos son valorizadas el ámbito del empleo asalariado.

– Transformando la relación que establecen las personas que intercambian, ‘reencastrando’, en sentido de Polanyi, la transacción en una relación humana que la exceda y le dé sentido, promoviendo por vía de la confianza, el desarrollo de relaciones interpersonales desde la convivencia hasta la amistad.

– Alejando, los intercambios, de la estricta lógica mercantil, estableciendo, por ejemplo, reglas de fijación de precios.

¿Cuáles son las consecuencias de pensar a la MS como lazo social?

Incorporando lo trabajado sobre Moneda a este análisis, podemos decir que, este status de lazo social aplicado a la moneda social, nos permitirá revisar el tipo de relaciones sociales que puede recrear, y cuales debería reproducir en su carácter de promotora de la ESS.

¿Resulta necesaria la moneda social para la creación de subsistemas de ESS sostenibles?

Más allá de la necesidad del circulante, resulta difícilmente sostenible un subsistema de ESS utilizando sólo moneda oficial, ya que ésta responde a las características propias del mercado capitalista. De allí la necesidad de una moneda social, que se constituye en una dimensión ineludible para la construcción y el desarrollo de un subsistema de Economía Social y Solidaria sostenible, el cual, -trabajando con la moneda oficial- se ve condicionado incesantemente por la intrusión de la lógica del mercado en sus intercambios.

 

2.1- El vínculo entre la moneda social y la ESS

Según Blanc (2006), el surgimiento de las monedas sociales de los años ’80, preceden por algunos años los primeros trabajos sobre la ESS, pero su desarrollo acelerado le es concomitante[3].

A pesar de sus diferencias, hay en las monedas sociales, elementos que las vinculan indefectiblemente a la dinámica de las iniciativas de la ESS. En este sentido, las monedas sociales para Laville (1994), tiene las siguientes características que las acercan a la ESS:

– No son sistemas de intercambio puramente reciprocitarios, precisamente porque la moneda interviene como un tercero validando socialmente los intercambios y coloca al puro don, contra-don a distancia.

– No son tampoco, sistemas puramente ligados a la lógica redistributiva, donde el ordenador es el Estado, porque la mayor parte de las monedas surgen de grupos de ciudadanos, que las ponen en funcionamiento de manera autónoma y voluntaria.

– Tampoco son sistemas de mercado en donde la localización será la particularidad, porque en la mayor parte de los casos se introducen reglas que colocan al funcionamiento mercantil de los intercambios a distancia.

Estas ideas generales no excluyen la posibilidad que algunos dispositivos se apoyen fuertemente en alguno de estos tres puntos. Existen monedas sociales que se acercan a una lógica más reciprocitaria y otras más a la lógica de mercado, por ejemplo. Pero, en cualquier caso, nos aproximan al nuevo entramado de relaciones que surgen entre las experiencias de ESS, que encuentran a las lógicas del mercado o del Estado como límites para su nueva forma de organización.

 

  1. 3. Nuestra mirada sobre la moneda social

Ahora bien, no toda moneda social promueve necesariamente la ESS, ni tampoco tiene las mismas características una moneda social para una economía del Norte o del Sur, en su búsqueda de promover una nueva sociabilidad.

En principio podemos acordar sobre algunas características que creemos necesarias para una moneda social que promueva ‘otra’ economía, lo que nos permitirá revisarlas en las experiencias y tratar los casos con una estructura que nos posibilite mirar las particularidades.

Estas monedas sociales, para nosotros, deberían permitir:

1- Adquirir una mayor conciencia sobre el fenómeno monetario: una moneda para otra economía debería ser, para nosotros, una moneda que en primera instancia, disminuya lo más posible el grado de fetichización que tiene la moneda oficial, una moneda que aparece como dotada de vida propia, como si no fuera creada, gestionada y controlada por seres humanos.

2- Ayudar a recobrar la dimensión política de la ESS, ya que el debate constante en el seno de instituciones es una característica fuerte de los modelos de moneda social.

3- Proyectar crecientes grados de participación en su creación y gestión, promoviendo el desarrollo de procesos autogestivos, característicos de las experiencias de la ESS: en este sentido pensamos que la participación activa y autogestiva de los grupos en los procesos de creación y gestión de la moneda social, es una condición necesaria para favorecer los procesos hacia la emancipación social.

4- Que la moneda social llegue a ser gestionada por los sectores populares: los sectores populares son el germen de las experiencias de ESS en el Sur, y son la base de un posible subsistema de ESS. En los países del Norte, la mayoría de los sistemas de monedas alternativas son creados y gestionados por los niveles medios de la sociedad, y su circulación, usualmente no llega a los sectores populares.

5- Proteger el espacio local y dinamizar los intercambios: en función del desarrollo de las incipientes experiencias de ESS de base territorial.

6- Redefinir y reconstruir el lazo social, a partir de sus características diferenciales, generando nuevas disposiciones en relación con la producción, al consumo y al trabajo, que prioricen la autonomía la participación y la solidaridad.

7- A partir del importante potencial pedagógico que involucra la creación y gestión de una moneda social, generar redes de experiencias de la ESS, que les posibiliten crecer y replicarse, en el proceso de conformar un subsistema.

 

  1. 4. Las experiencias: el Sol de Capilla del Monte y los Puntos de Venado Tuerto

Las experiencias que trabajamos, son aún pequeñas, pero con construcciones fuertemente entramadas en significados. Parten de una forma particular de mirar el mundo, que han construido desde su propia percepción sobre el trabajo asalariado y su crisis, así como de un intento de reconfiguración actual de las relaciones de producción, distribución y consumo, que aunque intuitiva en algunos casos y explícito en otros, les ha permitido fundar relaciones económicas más integradas al conjunto de su vida social, generando comunidad y fortaleciendo el lazo social.

La moneda de Capilla del Monte, el SOL

El SOL, es una moneda comunitaria que no fue extraña al fuerte desarrollo de las redes mayoritarias de trueque de ese momento, y comparte con ellas algunos principios: la gestión participativa de la organización, la promoción de la figura del prosumidor, y la creación de una moneda, en este caso de tipo comunitaria.

Pero el Banco de Horas tiene características que lo diferencian de ese fenómeno: en primer lugar, la característica de ser una moneda con pretensión de alternativa, frente a la idea de complementariedad de la mayoría de las monedas del trueque; en segundo lugar, la de ser una moneda ‘con respaldo’ en horas de trabajo de sus asociados; finalmente, el lugar donde se realizan la mayoría de los intercambios es una proveeduría, mientras que las ferias son organizadas como actividades fuera de la órbita del Banco de Horas.

La moneda social de Venado Tuerto, los Puntos

Es una moneda local, que nace en 1999, a partir de una experiencia similar en muchos aspectos a la del Trueque argentino, tanto en lo relativo a la gestión participativa de la organización, la promoción de la figura del prosumidor, y la organización de ferias periódicas donde se realizan los intercambios. La experiencia se denominó el ‘Juego de dar y recibir’.

Sin embargo, la experiencia de Venado Tuerto tiene características que lo distinguen del fenómeno del Trueque en la Argentina: en primer lugar un mecanismo de ‘oxidación’, por el cual la moneda pierde valor si es atesorada, en segundo lugar la existencia de proveedurías (situación que comparte con la moneda social de Capilla del Monte) que conforman otro espacio de circulación monetaria, además de las ferias (donde los intercambios se realizan ‘cara a cara’), el tercer lugar lo ocupa la relación que tiene con el Estado municipal, con el cual se logró un acuerdo a partir del cual se ha convertido en otro participante, un participante ‘privilegiado’, del trueque.

  1. 5. La moneda social y su vínculo con la ESS, a la luz de las experiencias analizadas

A partir del estudio de dos experiencias de creación y gestión de Moneda Social y de las teorías monetarias implícitas en cada una, así como en la administración de su moneda, buscamos indicios[4] de construcción de procesos autogestionarios, como así también de aquellos que nos permitan inferir cambios en la generación del lazo social, con un horizonte orientado hacia la emancipación social.

Intentamos integrar a partir de estos indicios y de las particularidades de nuestra mirada sobre la moneda social, una caracterización que creemos necesaria para pensar una moneda social que nos permita promover la construcción de subsistemas de ESS, en el marco de nuestras sociedades latinoamericanas.

Buscamos indicios de autonomía, de participación, de solidaridad, y de una transformación en la lógica de los intercambios, que, a partir de nuestra reconsideración de la moneda como lazo social, nos permita reconocer los cambios que se producen en los emprendimientos que utilizan moneda social.

Las monedas fueron elegidas entre aquellas que, a partir de su ideología o de su mecanismo de implementación, nos ayudaran a distinguir más claramente la desnaturalización de la lógica de mercado, y las transformaciones en el lazo social que su creación y utilización podía forjar.

El análisis de estas experiencias nos acercó a las incipientes transformaciones que se generan en las formas de consumir, producir e intercambiar que involucran, así como a la impronta autogestionaria y participativa que promueven, aunque con una marcada heterogeneidad en los niveles de apropiación por parte de sus integrantes.

Por otro lado, la comparación de los casos nos permitió estudiar las diferentes disposiciones que promueven monedas en las que prevalece la lógica reciprocitaria, frente a aquellas donde la lógica de mercado está más presente.

También nos permitió descubrir los conflictos que pueden ser un obstáculo para la construcción de un subsistema de ESS, tanto en relación con las éticas dominantes, como con su vinculación a los otros subsistemas ya existentes (economía popular, mercado y Estado).

En última instancia, y más allá de cualquier cálculo sobre la sostenibilidad futura de estos sistemas, creemos que resulta imprescindible registrar y evaluar experiencias de este tipo para proveer a la futura construcción de prácticas superadoras. En este sentido, nos parece válido detenernos brevemente en los indicios de cambio en el lazo social dominante en las experiencias estudiadas[5].

 

  1. 6. Las monedas sociales estudiadas y los indicios de promoción de la ESS

Las principales dimensiones estudiadas en cada experiencia y en su comparación, fueron:

1- Origen de la organización

1.1- Origen de la experiencia y de la moneda

 

2- Características generales de la moneda

2.1- Por sus ‘usos’

2.2- Por su origen

2.3- Por su objetivo

2.4- Por su vinculación con el mercado oficial

2.5- Por ideología predominante

2.6- Estructura de valores promovidos desde la moneda y simbología

2.7- Simbología

2.8- Paridad y relación con la moneda oficial

2.9- Forma de administración del circulante (criterios de emisión)

 

3- Características específicas de la moneda

3.1- Tipos de confianza predominante

3.2- Tecnología específica y su aporte a la ESS

 

4- Características del mercado por donde circula

4.1- Origen y tipo de productos intercambiados

4.2- Grado de apertura del mercado

4.3- Formación y control de precios

 

5- Tipología de los participantes

5.1- Características generales

5.2- Racionalidad de los organizadores, los participantes y otros actores

5.3- Vínculo con la comunidad

5.4- Relación con el Estado

 

6- Características Organizacionales

6.1- Tipo de Institución

6.2- Tipo de Gobernanza

6.3- Organización del grupo

6.4- Forma de gestión de la moneda

 

Hemos agrupado las principales dimensiones analizadas en los estudios de casos, en seis tipos de indicios que estructuran los rasgos centrales de las experiencias, y que son adoptados para valorar las potencialidades de una moneda social que promueva la ESS.

Son los siguientes:

– Indicios de autonomía y autogestión

– Indicios de participación

– Indicios de solidaridad

– Indicios de protección del espacio local y promoción del intercambio local

– Indicios de un alejamiento de la lógica del mercado

– Indicios de una transformación de la lógica del intercambio

Con ellos realizamos una evaluación preliminar de los aportes de cada experiencia -a la luz de la lógica de los emprendimientos de la economía social-, de la cual incluimos una síntesis más abajo; y una reflexión sobre los límites a la sostenibilidad de estas experiencias, proyectados ya a la moneda social en general, que no hemos incluido en este trabajo, ya que excede sus alcances[6].

 

Autonomía y autogestión

Ambas monedas muestran indicios de una autonomía creciente, en un caso, más orientados a los procesos de desarrollo comunitario alternativo al modelo económico imperante, y en el otro hacia la complementación de procesos de desarrollo local. En ambos casos resulta un proceso inconcluso.

Los SOLES de Capilla del Monte, una experiencia donde prevalece la confianza ética y la jerárquica, intentan ir más allá de la dinamización del mercado local, promoviendo una ética diferente a la capitalista: oponen la lógica de lo ‘suficiente’ la lógica de la ‘escasez’, proponiendo la construcción de un sistema económico alternativo. Esta situación generó una tensión entre los objetivos colectivos e individuales que no se logró resolver con la estructura existente, obligando a una recreación de la organización.

En la experiencia de Venado Tuerto, donde prevalece la confianza jerárquica y la metódica, los Puntos están orientados a proteger el espacio local, y aún predomina el carácter mercantil frente al reciprocitario, por lo cual las tensiones que se generan con la ética del mercado no plantean problemas serios en la actualidad.

 

Participación

En nuestra forma de concebir a la moneda social, la participación resulta esencial, ya que permite -a través de la creación y gestión comunitaria de la moneda-, apropiarse de su esencia y lograr un efecto desfetichizante, que empodera a las organizaciones que trabajan con este instrumento. Permite, a su vez, desnaturalizar las prácticas impuestas por el mercado oficial y construir procesos de creciente autonomía sostenibles en el tiempo. También permite recobrar la dimensión política de la ESS, ya que la comunidad se construye como espacio de convivencia, de apertura y de discusión.

Ambas experiencias estudiadas proponen -desde su origen- estructuras con un alto grado de participación en la creación y en la gestión de la moneda, tanto desde una organización de tipo cooperativo, como en el caso de los SOLES, como de una gestión comunitaria de la oxidación de la moneda, en el caso los Puntos.

En ambos desarrollos existen dificultades en relación con la participación, ya que no se logra pasar de una gobernanza de tipo misionero (caracterizado por un fuerte liderazgo carismático, propio del inicio de estas organizaciones), a una por ajuste mutuo (que implica la toma de decisiones más participativa y es el paso obligado en una estructura de tipo cooperativo), lo que ha llevado a una clara tensión entre liderazgo y participación.

En Venado Tuerto esta tensión no resuelta, se expresa en una menor frecuencia en la realización de las asambleas y una menor asistencia de los integrantes de la experiencia, quienes reclaman un mayor poder de decisión.

En el caso de Capilla del Monte, la tensión entre participación y liderazgo se ha expresado también, en una tensión entre objetivos, que aportó a una fuerte crisis organizacional[7].

Esta dificultad en la promoción de la participación en ambas experiencias, cuestiona su sostenibilidad futura.

 

Solidaridad

En relación con los indicios de construcción de solidaridad, en Capilla del Monte se expresan como una objetivo explícito, y se trabajan hacia adentro de la experiencia a partir de la lógica cooperativa. También existe un compromiso hacia fuera, hacia la comunidad ampliada del pueblo que se expresa en la atención de la niñez y la juventud en riesgo, a la que se forma e incorpora al mercado de los SOLES.

Los indicios de solidaridad en la experiencia de los Puntos no resultan explícitos, aunque se sostiene en los fundamentos de la creación del mercado de trueque y su moneda.

 

Protección del espacio local y promoción del intercambio local

La facilitación de los intercambios de bienes producidos por la comunidad es un objetivo explícito de la Economía Naturalista de Venado Tuerto, que se ha cumplido a nivel local. En menor dimensión, esto ha sucedido también en el caso de los SOLES.

La vinculación con otras redes de trueque y otras organizaciones de la ESS, es una deuda que tienen ambas experiencias, que aún no se piensan más allá del desarrollo de su propia comunidad, configurando esto un límite a su sostenibilidad futura.

 

Alejamiento de la lógica mercantil

Ambas experiencias actúan en función de la protección del mercado local, y realizan políticas activas de precios y un fuerte control de la circulación monetaria, que permiten una cierta independencia del mercado oficial.

Sin embargo, esta situación de dualidad monetaria con lógicas diferentes, genera fuertes tensiones entre la lógica mercantil y la reciprocitaria.

En el caso de Venado Tuerto existe una tensión adicional, que se verifica por las siguientes razones: en primer lugar, porque las proveedurías asociadas son privadas y trabajan con ambas monedas, arbitrando los intercambios. En segundo lugar, la vinculación con el gobierno municipal, incorpora otra lógica, la redistributiva (a través de la distribución de los Puntos que recibe la población más necesitada del pueblo), generando dificultades en el control del circulante y distorsiones en la velocidad de circulación de los Puntos.

 

Transformación de la lógica del intercambio

La construcción de un nuevo lazo social -en relación con la internalización de los cambios sostenidos sobre las formas de consumir y producir-, aunque importante, resulta parcial en ambas experiencias.

Sin embargo, las tecnologías monetarias propuestas por cada moneda, han permitido que estos cambios se aceleraran en relación con las experiencias de ESS que trabajan con trueque simple o con moneda oficial : la valoración del trabajo como respaldo último de la moneda, el cual restituye el poder de decisión sobre lo valioso para la comunidad a sus propios miembros, así como la oxidación monetaria que desalienta el atesoramiento, nos acercan al nuevo entramado de relaciones que surgen entre las experiencias de ESS, que encuentran a las lógicas del mercado o del Estado como límites para sus nuevas formas de organización.

 

 

  1. Algunas reflexiones finales

Sobre las monedas sociales de carácter complementario, la historia nos proporciona indicios de su escasa sostenibilidad dentro del sistema mercantil capitalista[8].

Por ello, para nosotros, el concebir una moneda social para la promoción de la ESS, requiere pensarla como un elemento que surge para la transición[9], como una configuración transicional, que podrá devenir en conformaciones diferentes, en una futura ‘otra economía’.

Con paradigmas heterogéneos, los sistemas de moneda social, nos permiten reapropiarnos del sentido profundo que producen su creación y gestión, el recuperar autonomía y poder, conforme a una nueva ciudadanía en gestación.

Al pensar a la moneda social como un instrumento para la transición, la dotamos de ideología y de valores, que –al recobrar la esencia política en su gestación-, nos permiten evaluarla más allá de su conveniencia mercantil explícita, y defenderlas como parte de la identidad de la comunidad que la creó. Si no es concebida de esta manera, a nuestro entender, su coexistencia con la moneda oficial la obliga a permanecer comprometida a los ciclos del capital financiero, tanto nacional como internacional.

Las construcciones que se alimentan de un horizonte utópico, como expresa Hinkelammert[10], dan lugar a la construcción de lo posible, organizan su camino en la satisfacción ampliada de las necesidades, y nos permiten, -sostenidos en la resolución de la reproducción material de la vida-, construir los valores que nos definirán como organización.

Cualquier proyecto de ESS que pretenda el largo plazo, debe, a nuestro entender, plantearse con alguna pretensión de alternativa, trabajando desde la idea de construir otro sistema económico.

Construir otro sistema económico -‘otra economía’-, que substituya al actual, sobre-conformando las relaciones de competencia entre intereses particulares con relaciones de redistribución, solidaridad y reciprocidad y el predominio de un bien común legítimamente establecido (Coraggio, 2005).


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[1] Mientras que la economía popular es el subsistema realmente existente -el cual coexiste con el subsistema del mercado y el del Estado-, constituye la base sobre la cual se construye la ESS. Esta ‘otra economía’ a la que nos referimos, es conceptualizada por José Luís Coraggio de la siguiente manera: ‘Cuando hablamos de economía social estamos, entonces, refiriéndonos a una posible (aún no constituida) configuración transicional de recursos, agentes y relaciones que, manteniendo algunas características cualitativas centrales del sustrato agregado de unidades domésticas, institucionali­za reglas internas de regulación del trabajo y de la distribución de sus resultados, articulándose a nivel microeconómico en múltiples formas de unidades de mayor escala autogestionadas y a nivel mesoeconómico en redes de intercambio y cooperación de creciente complejidad, incorporando recursos públicos por la vía de la gestión participativa y la democratización general del Estado desde lo local hacia lo regional y nacional, constituyéndose como subsistema en el conjunto de la economía, planteando la reproducción ampliada de la vida de todos en disputa por la hegemonía frente a la lógica de la acumulación privada sin límites, propia de las empresas de capital, así como frente a la lógica de la acumulación de poder político o de mera gobernabilidad/legitimación del sistema social por parte de la Economía Pública’ Coraggio (2007).

[2] Desde la mirada de los autores trabajados, consideramos el origen de la moneda a partir de su uso como unidad de cuenta y medio de pago -en un momento histórico donde el papel que jugaba el intercambio, en relación con las otras relaciones sociales, era subsidiario y casi inexistente- haciendo énfasis en el papel mediador del dinero, no sólo en la sociedad, sino también entre la sociedad y la naturaleza. La esencia social organizadora de la moneda era la deuda primordial, en la que había que pagar a los dioses la vida, una deuda que nunca se extinguía y que debía saldarse a lo largo de la existencia.

 

[3] Aunque resulta difícil medir exactamente, a mediados de la década pasada, habrían funcionado unas tres mil experiencias diferentes de dispositivos de monedas sociales, distribuidas en unos cuarenta países, esencialmente del mundo occidental (Blanc, 2006).

[4] En el sentido que le da Cris Fernández Andrada, como hallazgos iniciales que permiten ir redefiniendo los rumbos de la investigación. Ver Cris Fernández Andrada. Cooperativa UNIVENS: del encuentro de la política con el trabajo, importantes repercusiones psicosociales de la autogestión. En VERONESE, Marília (organizadora). Economía Solidaria y Subjetividad. Altamira. Buenos Aires, 2007.

[5] Para una descripción detallada de las dimensiones analizadas en cada uno de los casos, así como de una visión pormenorizada de las tensiones y los límites, ver ORZI, Ricardo (2010), La moneda social como lazo social su potencial en el fortalecimiento de la economía social y solidaria. Tesis de Maestría en Economía Social – UNGS.

[6] Ibíd. nota 6

[7] Ibíd. nota 6

[8] Como lo analizan Aglietta y Orléan (1998), el capital permite una heterogeneidad de monedas cuando se atraviesan las crisis cíclicas del sistema, pero cuando éstas se superan, se produce su reabsorción en un nuevo sistema homogéneo marcado por una renovada y más estricta soberanía monetaria.

[9] En este sentido, creemos que la emergencia de nuevos movimientos sociales (NMs) en las últimas décadas -entre los que se encuentran la profusión de sistemas de moneda social, en la Argentina y en el mundo-, pueden configurar, para nosotros, el comienzo de un período transicional (para una discusión exhaustiva sobre estos argumentos, ver Navarro Marshall (2008).

[10] Hinkelammert, Franz (1984). Crítica de la razón utópica. Ediciones DEI. Costa Rica.

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