La «guerra contra las drogas» puede terminar en Uruguay

Vladimir Hernández

Enviado especial de BBC Mundo a Montevideo
La llamada política de «guerra contra las drogas» podría llegar a su capítulo final próximamente en Uruguay.
Este país se encuentra muy cerca de aprobar una legislación que le otorgaría el monopolio de la marihuana al Estado, en toda la cadena comercial que abarca producción, distribución y venta.
Semejante reforma sería un vuelco radical a la política de seguridad prohibicionista -enfocada en el combate a los carteles mediante los cuerpos de seguridad del Estado- que fue acuñada como término «Guerra contra las Drogas» en 1971 por el entonces presidente de Estados Unidos, Richard Nixon.
«Se trata de generar una alternativa a un paradigma que hace casi 50 años nos rige en el mundo y que ha sido un fracaso absoluto», señaló a BBC Mundo el diputado Julio Bango (del oficialista Frente Amplio) quien es uno de los principales impulsores del proyecto legislativo.
«Esta política generó un aumento del narcotráfico, del consumo de drogas en el mundo y los problemas derivados para la salud de este consumo», agregó.
Además, en varios países de América Latina, como México o Colombia, hay sectores que impulsan una revisión de la política prohibicionista a las drogas debido a que le endilgan los miles de muertos que cada año dejan las luchas entre los carteles por el control de los mercados.
«Uruguay lo que busca es generar una alternativa que esperamos sea viable. Lo que vamos a hacer es generar un efecto de demostración de lo que pasa cuando se legaliza una droga», aseveró Bango.
«El mundo necesita este tipo de proyectos, y Uruguay tuvo la valentía de hacerlo antes», dijo a BBC Mundo Juan Vaz, de la Asociación de Estudios del Cannabis.
«Nosotros luchamos desde hace tiempo para que no se estigmatice o criminalice más una planta que la humanidad usa desde hace 5.000 años», añadió.

Detalles

Congreso de Uruguay

Aquí, en el Congreso, se aprobaría la legalización de la marihuana.
Según explicó a BBC Mundo el legislador, el proyecto de legalización de la marihuana, prevé tres vías de acceso para los consumidores.
-La primera es mediante el autocultivo de manera individual a personas que obtengan una licencia por parte del Instituto del Cannabis, que será creado. Cada personas puede cultivar un máximo de seis plantas y deberán ser de estricto consumo personal y no se permite su venta.
-La segunda forma es el autocultivo colectivo, mediante lo que se llamó clubes de membresía. Se trata de asociaciones civiles sin fines de lucro en donde se produce marihuana para consumo de la agrupación y no se permite la venta del producto.
-La tercera forma es con la entrega de licencias a privados para que a través de dispensarios vendan la marihuana a consumidores (registrados ante el Estado) a un máximo de 40 gramos por mes. El personal supervisará el patrón de consumo de los compradores y si detecta algún consumo abusivo procederá a notificar a las autoridades para la remisión de la persona a un centro de salud.
La regulación de la comercialización de la marihuana busca atender dos áreas. La primera es el aumento de los índices de inseguridad.
Si bien Uruguay sigue siendo uno de los países de América Latina con una de las menores tasas de homicidios (6,1 por cada 100.000 habitantes, a diferencia de Honduras, que es de 82 por cada 100.000 habitantes, según el último Latinobarómetro), el aumento delictivo se registra en la cantidad de robos.
De acuerdo a cifras oficiales, en 1990 se estimaba una tasa de 16,7 robos por cada 100.000 habitantes, mientras que para 2005 subió a 56,5 por cada 100.000 habitantes; y actualmente se estima que puede estar aún más elevada.
Es factible ver cómo ocurre esto al visitar Montevideo, en cuanto al consumo de marihuana se refiere.
El cannabis se suele fumar en el idílico paisaje de la rambla de la ciudad, un boulevard que bordea toda la costa. Pero la marihuana se compra -normalmente- en las llamadas «bocas», sitios controlados por los carteles con propensión a hechos violentos.
«Aumentaron los problemas de ajustes de cuenta y hechos violentos por el narcotráfico. Por ello al separar el mercado del cannabis de las otras drogas buscamos que disminuya la probabilidad de que se acceda a drogas duras a través de la marihuana y con ello que se reduzca la violencia asociadas a las drogas duras», señaló Bango.
Julio Bango

Bango: «No se trata de estimular el consumo de marihuana»
La segunda área que busca atender la legislación es la de salud pública.
«No tratamos de promover el consumo de marihuana, si no que se trata de asumir que tenemos un consumo creciente (sobre todo de manera abusiva) de marihuana en los últimos 10 años, y que no tenemos las capacidades para atender esto del punto de vista sanitario», señaló Bango.

Preocupación

El tema divide a la sociedad uruguaya.
En reciente entrevista con BBC Mundo, el presidente José Mujica lo atribuyó a que «somos un país pacato, de viejos. Uno habla de legalizar la marihuana y lo ven como si fuera cosa del diablo».
Pero hay un sector que no sólo tiene una diferencia ideológica con la reforma, si no que trabajan con las consecuencias negativas del consumo de marihuana a diario.
«A mi me preocupa que se está poniendo a disposición de la población la posibilidad de consumir drogas teniendo en cuenta la opinión de personas que conocen de esto de manera virtual. No son personas que como nosotros, acá, trabajamos a diario con los despojos y destrozos que deja el consumo abusivo de drogas», señaló a BBC Mundo Iván Reale, psicólogo social que trabaja en el centro de rehabilitación de personas con problemas de adicción a las drogas, que maneja la Fundación Manantiales.
«Se manejan algunas certezas que no lo son. No se le puede pedir a los jóvenes que fumen 40 gramos por mes, o dos porros, mientras están en sus actividades normales en una plaza o un boliche (local nocturno), como si van a estar pendientes de mantenerse dentro de los límites permitidos».
«El fumador de marihuana fuma cuando tiene ganas, porque se siente sólo, para encotnrar una atmósfera de introspección, para escapar de sus problemas o aliviar und olor existencial. Difícilmente cuando esté drogado pensará en consumir con moderación», señaló Reale.
Este centro de rehabilitación se encuentra en una zona rural, en las afueras de Montevideo, con el claro objetivo de aislar lo más posible a los jóvenes que se tratan de las tentaciones que sobran en las urbes.
Rice Casulo

Casulo: «No es real pretender contralar el consumo»
Los consultados ven con preocupación el debate nacional que gira en torno a su alrededor, sobre una sustancia que muchos conocen de sobra.
«No importa que droga terminas consumiendo para terminar aquí, todo empezamos con la marihuana», dijo a BBC Mundo Pável Mulet Power, de 33 años, quien lleva ocho meses en tratamiento en el lugar.
«Se le dice a la marihuana una roga liviana, pero es la puerta de entrada para drogas pesadas», terció Rice Casulo, de 37 años, quien cumple su segundo período de rehabilitación.
«He escuchado los argumento del gobierno sobre esto, pero creo que el concepto está errado. Ellos creen que se podrá controlar la cantidad de sustancia que se consume, pero eso no es real», agregó Casulo.
La legislación se encuentra cerca de ser votada en la Cámara de Diputados de uruguay, para lo que el gobierno cuenta con la mayoría necesaria.
Luego pasaría al Senado, y de aprobarse, la marihuana podría empezar a venderse legalmente en el país a mediados de 2013.

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