El orgullo de los occidentales

FUENTE: PÁGINA SIETE

 

Por: Wara Machicado

 

Los occidentales se sienten orgullosos de su desarrollo técnico y económico. Y tienen muchos argumentos para sentirse así. La expectativa de vida aumentó en muchas partes del mundo, la igualdad entre géneros mejoró bastante, el analfabetismo bajó cerca a cero, el bienestar de las personas aumentó considerablemente en la mayor parte del mundo, etcétera. ¿Por qué entonces no impulsar al capitalismo con más fuerza?

Éste era el sentimiento en los años después de la Segunda Guerra Mundial, quiere decir luego de 1945. Sin embargo, las primeras dudas respecto a las bondades del capitalismo surgieron en los años 60 y 70 del siglo pasado. En 1962, Rachel Carson publicó su libro La primavera silenciosa, en el cual mostró las consecuencias nefastas por la aplicación masiva de insecticidas y, en 1972, se publicó el informe Los límites al desarrollo, del Club de Roma. Este informe llegó a la conclusión que definitivamente el desarrollo nos lleva a un callejón sin salida.

Hoy día, a 40 años de este informe, ya sabemos –sin mucho riesgo de equivocarnos– que el mundo está al borde del colapso. El cambio climático ya está empezando a manifestarse con catástrofes, como sequías, inundaciones, incendios de bosques, etcétera. En nuestra sociedad cada vez más personas sufren estrés, depresiones, insomnios y muchas enfermedades psíquicas.

Todo esto se manifiesta brutalmente en los países europeos que sufren la crisis: España, Grecia y Portugal, donde por primera vez las perspectivas de la juventud se ven más oscuras que las de sus padres.

Los occidentales tienen que acostumbrarse a ver que su vía de desarrollo es el camino equivocado, que la única solución es un cambio radical. Claro, la mayoría cree todavía que se va a poder solucionar todo con algunas medidas. Pero, eso es una ilusión: todos nuestros problemas actuales eran soluciones en su tiempo. El ejemplo más visible es la energía atómica. Se pensaba que la energía nuclear sería la solución y ahora -solamente unos 60 años después de inaugurar la primera planta nuclear en Rusia- nos damos cuenta que es un problema de grandes dimensiones.

Todavía no hay una solución para deshacerse de los desechos radiactivos. Estos desechos van a ser peligrosos durante miles de años. Además, la destrucción de las plantas nucleares que ya cumplieron su ciclo costará sumas enormes, y encima siempre hay la amenaza de un accidente, como ocurrido últimamente en Fukushima, Japón.

Si los occidentales cambian su orgullo por una actitud reflexiva, viendo que su vía de desarrollo se ha mostrado como inviable, entonces de repente se nos da la posibilidad de un diálogo real entre los dos troncos civilizatorios vigentes en Bolivia: la occidental y la amerindia, basada en el capitalismo y en la reciprocidad. Y entonces de repente llegamos a una complementariedad que sería una economía basada en la reciprocidad con elementos del capitalismo.

Wara Machicado es integrante del Círculo Achocalla (www.circuloachocalla.org).1363716387_225767_1363717094_noticia_normal

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