DISCURSO DE SILVIA RIVERA CUSICANQUI – PREMIO PIEB A TRAYECTORIA INTELECTUAL
Periódico Digital PIEB • 20-11-2014 Discurso de Silvia Rivera
Investigadora, Premio a la «Trayectoria intelectual» 2014
Quiero agradecer de corazón al Programa de Investigación Estratégica en Bolivia por haberme distinguido con este premio que me une a destacados intelectuales como Luis H. Antezana, Verónica Cereceda y Teresa Gisbert, de cuyos trabajos he aprendido tanto a mirar y leer la realidad boliviana. Quiero destacar no solo la ecuanimidad de los criterios con que se lleva adelante este premio, sino también los aportes del PIEB en la convocatoria a concursos que ha permitido un florecimiento inédito de investigación en todos los departamentos de la república y contribuido a la formación de nuevas investigadoras e investigadores. Recuerdo que fui invitada a la reunión fundacional del PIEB, hace ya 20 años, con cuyo motivo organizamos una ofrenda a la Pachamama. En esa ocasión el cielo se iluminó de un hermoso arcoíris, Kurmi, propiciador de lecturas y florecimientos. En efecto, esa luz se ha desparramado por diferentes confines de la patria, además de debates, investigaciones, de investigadoras e investigadores que han aportado extraordinarios textos a la bibliografía nacional. Pero yo nunca pensé que esa aventura con el correr del tiempo me habría de llegar a mí bajo la forma de este premio, por lo cual no solo agradezco al PIEB sino también a la Pacha y al Kurmi que nos iluminó aquel día.
En mi época formativa no había nada parecido a un concurso de proyectos de investigación. La investigación la hacíamos en nuestros tiempos libres y la totalidad de su costo la pagábamos las y los investigadores, pero esa desventaja la supimos transformar en ventaja, y uno de los resultados de esa otra forma de investigar fueron los resultados de mi libro “Oprimidos pero no vencidos”, surgido no de la observación participante sino del acompañamiento y adscripción a la acción política del katarismo indianista. La noción de colonialismo interno, cuya autoría a veces se me atribuye, es en realidad obra colectiva, nació en el seno de la CSUTCB y es la propuesta interpretativa central de su tesis política elaborada bajo la directiva regional de Simón Yampara, Victor Hugo Cárdenas, Tomás Huanca y otros intelectuales aymaras que nos reuníamos en mi casa en Villa Pabón. La publicación de esa tesis como anexo del libro se debe precisamente al hecho de que participé del proceso, y como bien dice Esteban Ticona mi papel fue ayudar a difundir sus postulados teóricos y a posicionar el tema del colonialismo en el debate público.
A 30 años de distancia de esos momentos épicos, quiero decir que algunos temas han sido hilos conductores de largo plazo en mi trayectoria como investigadora y como escritora. En el curso de los años subsiguientes a la publicación de “Oprimidos pero no vencidos”, la indagación sobre el colonialismo tomó diversos caminos, primero con la historia oral y luego con la imagen y el activismo cultural. En efecto a lo largo de estas tres décadas mi reflexión se ha concentrado en un tema fuerte, conceptual y pragmáticamente, en el hilo de la memoria, la idea de una memoria corta de corte plebeyo y democrático articulada a una memoria larga india y anticolonial en el movimiento katarista, derivó muy pronto al retorno de mi exilio en la formación, junto a Tomas Huanca, del Taller de Historia Oral Andina donde participé tanto de la vertiente comunal aymara, como de la vertiente anarquista urbana y gremial. “Los artesanos libertarios y la ética del trabajo”, que escribimos junto a Zulema Lehm, es quizás la obra que más satisfacciones me ha brindado, desde hace años en versiones pirata viene inspirando a una generación de jóvenes de diversas culturas anarquistas, autogestionarias y de retorno a la tierra, su reciente reedición en Buenos Aires, incluido otro texto a medias autobiográfico, el análisis de un manifiesto escrito por el mecánico y dirigente de la FOL Luis Cusicanqui, quien resultó ser mi tío abuelo. Con un lapso de más de 20 años en llevar a la práctica los ideales libertarios de los artesanos paceños del pasado siglo, me permite poner en relieve otro libro fundamental de mi trabajo el esfuerzo permanente por conectar las ideas con la acción no solo en el terreno político sino en la vida cotidiana (…). Nunca he dejado de intentar crear comunidades de conocimiento y práctica, comunidades en que el trabajo intelectual nos conduzcan a la liberación tanto de la mente como del cuerpo, de las ataduras coloniales mediante el aprendizaje del idioma, la ritualidad y las prácticas agrícolas del pueblo rural andino al que pertenecemos. Quizás esto se deba a la circunstancia de esa primera escritura en la que investigué (…), en plena dictadura de Banzer después de haber vivido casi un año como maestra rural en Apolo, gané una beca para estudiar una Maestría en la Universidad Católica de Perú. La tesis que decidí escribir trataba de la historia larga de Pacajes, lugar de nacimiento de mis ancestros más remotos, cuya dinastía se remonta a 1532. La tesis nunca pudo ser terminada, puesto todos mis papeles y casetes me fueron confiscados por los golpistas de García Mesa, lo que me obligó a reconocer que la historia que estaba reconstruyendo en la que aparecían muchas referencias a los caciques apoderados, debía ser contada por otras personas, herederas directas de esas luchas, y así fue que en lugar de una tesis de maestría mis hallazgos alimentaron al THOA y a sus esfuerzos de reconstrucción de la historia oral de los caciques apoderados. Pero este trabajo inicial también fue llevado al ámbito urbano con la búsqueda de las y los sobrevivientes del movimiento anarquista, en un proceso que nos llevaría a rescatar un valioso archivo documental, iconográfico y oral.
Una visión completamente nueva de la historia obrera boliviana surgió de esa experiencia, donde gremios coloniales de origen, o de origen colonial, mostraban un trasfondo comunitario aymara que marcó sus prácticas y sus reinterpretaciones del legado conceptual de los textos clásicos, la voz de las mujeres nos dio también otro eje de análisis que se traducirá hasta en dos videos y diversas acciones públicas. De la experiencia anarquista mediada por la percepción femenina, surgió también la idea de conocer con el cuerpo que hoy se plasma en la relación de aprendizaje con el maestro Gabriel Alberto Ramos, constructor que dirige las obras del Tambo sobre la base de una ética del trabajo que aprendiera de joven. Don Gabriel se formó con Jacinto Coarite, uno de los constructores de la ciudad que entrevistamos para nuestro libro del mismo nombre; se trata de historia del Sindicato Anarquista de los Albañiles. Hoy don Gabriel conduce los aprendizajes colectivos del Tambo de Tembladerani, y en esa calidad reconstruye integralmente la epísteme indígena cuidando la tierra, la música y la cuidadosa labor de diseño y construcción de nuestra sede que todas y todos acompañamos aprendiendo.
Pero la identificación con el mundo indio y con la región de Pacajes, como universo de referencia, tiene otra vertiente autobiográfica quizás más profunda. En los años 80 descubrí un legajo de papeles de la familia Cusicanqui, que había estado en manos de un distante pariente que vivía en el extranjero. Recuperé ese pequeño archivo y me fascinó el documento más antiguo, de 1568, que relataba la historia de un cacique llamado Qitacal, quien habiendo estado en el Cuzco cuando llegaron los españoles, volvió a Caquingora a avisar que no convenía resistirles por ser gente fuerte y animosa. Fue asesinado por traidor junto a sus varias esposas e hijos, por los caciques de las otras markas de Pacajes; de la matanza escapó una india llamada Jaquima, que esperaba un hijo de Qitacal, y ese niño será después designado cacique para que el territorio de ese suyu pueda ser reconocido por las autoridades coloniales como jurisdicción de gobierno directo. El libro de Sinclair Tompson, “Cuando solo reinasen los indios”, que tuve la satisfacción de traducir, cuenta las fechorías de esos caciques aculturados que no vacilaban en explotar y oprimir a los comunarios de urinsaya Caquingora que pronto se transformará en una marka separada (…). Fue gracias a esas argucias diacrónicas que mi bisabuelo Fermín Cusicanqui culminó el ascenso social de la familia siendo aceptado como miembro pleno de la oligarquía a fines del siglo XIX. Pues bien, este largo rodeo genealógico me sirve para sustentar la otra hebra densamente entretejida con las demás, mi orientación feminista. Ella parte de mi identificación con Jaquima, la primera víctima colonial del patriarcado andino, a ella llega mi empatía con la rama femenina de mi familia aunque en mi vida personal más bien me apoyé en mi padre Carlos Rivera, a quien debo mis primeros descubrimientos en el mundo del arte y la cultura. Pese a ello mi adolescencia transcurrió acompañando a mi madre Macaria Cusicanqui y a mi abuela Albertina de la Vega, divorciada de mi abuelo que se sostenía como pianista en la Academia Nacional de Ballet. Tanto Albertina como Jaquima fueron mujeres disidentes, autónomas, luchadoras, ellas nutren mi memoria femenina, la conciencia de que miro, escribo y vivo como mujer, heredera de una línea larga de mujeres y situada en el presente, en el espacio circunlacustre, en una temporalidad que me ha hecho mamá de cuatro hijos-hijas y abuela de cuatro nietas-nietos. Mi consciencia feminista viene entonces a ser un hilo sutil, poco explícito, pues no he escrito mucho sobre mujeres sin embargo ha influido vitalmente en todas mis actividades de reflexión.
Si bien esto no determina una adscripción formal al feminismo, mi opción por el mundo femenino indígena-cholo de nuestra región me ha permitido reconocer a la vez talentos y demandas (…), gestos éticos y expresiones estéticas. Reconocernos desde lo femenino situado es entonces un modo anticolonial ch’ixi de feminismo, ya que no se andan pregonando y más bien se realizan en la acción. Otro ejemplo, en 1992, cuando me había refugiado en Yungas hastiada de la escritura, la organización holandesa (…) me contactó para formar una red sur-sur de historia crítica y estudio del mundo subalterno, entre muchas otras actividades (…) permitió que Bolivia albergara la primera traducción al castellano de una selección de escritos sobre la India, cuyos autores formaron el primer grupo de estudios sobre la subalternidad. En estos escritos, con una crítica paralela a la nuestra en contra de las versiones liberal, nacionalista y marxista de la historia de las poblaciones oprimidas en la india, ellos también destacan que esas poblaciones son sujetas de su propia política y de sus propias visiones de la historia, en lo que califican como “agency”, capacidad de acción. Mi apuesta intelectual por el sur no ha hecho sino reconfirmar mi opción por el mundo indígena cholo, en la que convergen la reflexión intelectual con las maneras pragmáticas, corporales y activas de vivir lo femenino que permea todos los aspectos de mi vida. El nexo entre ambas dimensiones se funde también en el rechazo al miserabilismo que alimenta las políticas de reducción de la pobreza y de los discursos estatales de desarrollistas, tanto como al feminismo quejumbroso del que nos habla la colega Alisson Spedding.
Un aspecto central de la acción cuya vertiente vengo aquí a exponer ha sido mi lado como docente universitaria, tengo 35 años de acción educativa en los que he desarrollado pedagogías prácticas e interacción con mis estudiantes de los seminarios de Fuentes y Tesis,… ha sido ésta una situación de permanente aprendizaje para mí. El diálogo con las y los estudiantes me abrió caminos nuevos a tenas insospechados, una suerte de microsociología (…) caracteriza estos trabajos y es de ella que ha salido la idea de la sociología de la imagen que es la línea más reciente de mi trabajo. En cierto modo se puede decir que es una obra colectiva de estas generaciones nuevas de estudiantes, en efecto Alvaro Pinaya, un colectivero de los más antiguos que enseña esta materia en Cochabamba y el equipo formado por Murio Murillo, Violeta Montellano y Ruth Bautista ha trabajado esta metodología en una obra reciente seleccionada en el último concurso del PIEB (…).
Para finalizar deseo resumir las ideas expuestas, señalando que el primer hilo conductor, el de la memoria, es sin duda como el vaho continuo de la música antigua, la nota de consistencia y la columna vertebral de mi actitud y de mi trabajo intelectual y político, la memoria colectiva debe procesar la euforia de los momentos insurgentes pero también aprender de los ritmos lentos de la derrota. En su textura se entretejen olvidos ivos que el Estado y el mercado alimentan a través de los medios y del mundo de la imagen. Es para combatir estos olvidos, estos silencios de la historia oficial que he propuesto la sociología de la imagen y la epistemología ch’ixi como bases para una renovación de nuestro quehacer como intelectuales. Con respecto a estos temas me cabe decir que se han plasmado en un conjunto de publicaciones colectivas del grupo al que pertenezco, hoy rebautizado Colectivo Ch’ixi, el libro “Principio Potosí Reverso”, la revista “Colectivo 2”, e investigaciones individuales de otros miembros del grupo. En el tema de la memoria se resume pues la conjunción de la política con la investigación y la escritura, la articulación de la experiencia femenina con las luchas indias y populares, la interpenetración entre la investigación y la docencia, y el nexo indisoluble entre cuerpo, pensamiento y acción.
Y es por eso que quiero dedicar este premio a la memoria de todas aquellas personas que se han acallado y que por haberlas sobrevivido nos ha sido dado el hablar. Lo dedico a los 100 muertos y 500 heridos de la Masacre de Todos Santos de 1979, a los inmortales caídos en las dictaduras de Banzer y García Meza, en la larga lucha contra el medievalismo; a los 70 muertos de la guerra del gas y a muchos que cayeron en Amayapampa, en Sorata y en el altiplano, a los humillados de Sucre, a los asesinados en Porvenir y en Cochabamba. A estas almas que reclaman justicia hay que añadirles las víctimas recientes, las muertes de Huanuni y los Yungas de Vandiola, los asesinados en Caranavi, las mujeres concejalas víctimas de feminicidio, las y los indígenas del TIPNIS y el CONAMAQ, las y los deudos de los caídos en este largo trayecto, y en especial a Analí Huaycho, víctima de un crimen tenebroso que junto a las demás es un alma que clama justicia.
Dedicarles un premio individual puede parecer una paradoja, pero ésta se entenderá mejor si se toma en cuenta las aceptación de este galardón es para mí una valiosa oportunidad de pronunciarme al mencionar a las miles de víctimas en la lucha contra la democracia y contra el neoliberalismo, quiero denunciar la sordera oficial de demandas de desclasificación de los archivos por las FFAA, quiero protestar por la complicidad del Estado con el feminicidio y la opresión a las mujeres, quiero poner en evidencia el cogobierno militar cocalero y sus megaproyectos desarrollistas, la impunidad de Chaparina y tantos otros actos de dominio y represión. Quiero abogar por la memoria completa de conciencia crítica y como base para reconstruir una esfera pública intercultural y multilingüe que haga florecer las diversidades sin jerarquizarlas, bajo eje civilizatorio alguno; que la memoria y la palabra que me ha sido dado expresar a lo largo de estos años contribuya a apostar un espacio plural y renovado de convivencia ciudadana con el gobierno en el que la memoria de los y las caídos no se convierta en monumentos sino en prácticas autónomas de crítica y construcción alternativa; que las luchas de mujeres y pueblos indígenas no se vean entrampadas con las redes estatales de discurso ni con las dádivas y prebendas que se sustentan en la idea de la pobreza como sinónimo de subalternidad. Estos temas a los que he dedicado las reflexiones y actos de toda una vida continuarán alimentándome en lo que me queda de ella, y espero que también pueda nutrir las esperanzas de mucha gente joven, a quienes invoco como artífices de un mundo en el que la descolonización y el vivir bien dejen de ser unas palabras y se transformen en prácticas colectivas, en micropolíticas de resistencia frente a las amenazas que nos asechan.
Muchas gracias.