CONCEPTO Y PRÁCTICA DEL VIVIR BIEN
Existen serias dificultades de distintos órdenes que juegan en contra de una aproximación conceptual y operativa del Vivir Bien como objetivo superior de políticas públicas. Por un lado, los obstáculos de pasar directamente de un discurso de revalorización de formas de vida rurales, campesinos e indígenas, dado que estos son diversos y tan plurales como pueblos indígenas existen e incluso tan inasibles como expectativas de vida se van concibiendo en un contexto histórico que es cambiante. Si la base del Vivir Bien alude a una cierta tradición o a una supuesta “ancestralidad” de los pueblos, esta no es de ninguna manera ni estática ni ahistórica.
Esto obliga a preguntarnos sobre el paso entre este discurso que alude a tradiciones que lejos de ser estáticas son cambiantes y están expuestas a un sin número de presiones y disyuntivas externas que las colocan en una situación de crisis de reproducción: la migración; los valores urbanos de demostración de supuestas bondades de la modernidad y la crisis medio ambiental, ponen en ciernes la reproducción de las condiciones materiales en las comunidades indígenas.
Dos confusiones son recurrentes en los ensayos sobre el Vivir bien: por un lado, la pretensión de que las declaraciones de los pueblos indígenas serían suficientes para darle un contenido conceptual[1] y, por otro, tomar de dichas declaraciones el sentido mistificador como si las comunidades indígenas fueran la muestra viva de ejemplos de armonía entre la comunidad y de ella con la naturaleza[2]. Una u otra alternativa nos lleva a problemas de carácter conceptual que produce, a su vez, imposibilidades la hora de operacionalizar este concepto en variables e indicadores (tal como era la intención gubernamental para la construcción de pautas para medir el desempeño de políticas públicas).
Si la alternativa fuera la primera, o sea, tomar las declaraciones o las concepciones del Vivir Bien, no sería posible llegar a una definición menos aún a una conceptualización pues la diversidad juega en desfavor a la necesaria abstracción y recorte que un concepto requiere.Hay que señalar, además, que se da por sentado que existiría algo así como una concepción indígena del Vivir Bien lo que es un supuesto forzado, uno, porque sería una exceso de ingenuidad imaginar que un “concepto” emana de la sumatoria de varias declaraciones de pueblos indígenas y, dos, porque los pueblos indígenas no conceptualizan[3], y si lo hacen, el Vivir Bien no está incorporado en su lenguaje y en su vida cotidiana. De hecho, en ninguno de los pueblos investigados existe una comprensión ni una explicación clara sobre el significado del Vivir Bien o su equivalente en otras lenguas, salvo en la semántica de los dirigentes políticos quienes directa o indirectamente estuvieron expuestos al nuevo lenguaje constitucional y gubernamental.
Si la alternativa fuera la segunda, ello equivale a concebir a las culturas indígenas inamovibles y rígidamente ubicadas en su origen intemporal, o en todo caso una intemporalidad idéntica a sí misma lejos de la influencia del mercado y por tanto de la modernidad suponiendo en un estado idílico y paradisíaco que, en la realidad, no existe. Seguir redundando en estas mistificaciones nos lleva ainvisibilizar la enorme destrucción medio ambiental que actualmente están viviendo los pueblos indígenas así como negar las situaciones límite en la que se encuentran debido al asedio de sus territorios y a los factores internos y externos que ponen en peligro la reproducción misma de sus comunidades.
Al evadir explícitamente una u otra interpretación, como punto de partida de esta investigación, no significa negar la validez del Vivir Bien pero sí alertar sobre los peligros de la mistificación y de la ingenuidad que actualmente es predominante alrededor del Vivir Bien. Es evidente que los pueblos indígenas expresan una ética y un sentido que es muy particular y que es, más allá de un concepto incorporado o una noción clara para los pueblos indígenas, una manera de concebir las expectativas de vida, una manera de producir y de planificar el año agrícola donde, en términos generales, las multiactividad económica de las familias tendría que garantizar un consumo adecuado en el entorno familiar y comunitario. Los pueblos indígenas investigados, nos muestran que este ideal de convivencia fuertemente basado en la autosubsistencia (aunque no exclusivamente) y de economía de subsistencia se encuentran puestos en duda por las contradicciones internas de los pueblos y por otras razones de orden mayor que actualmente los coloca en serias imposibilidades y limitaciones de reproducción.
Si nuestro supuesto inicial fue dudar sobre los métodos directos de entrevista, de tipo periodístico, que supondría preguntar: qué es el Vivir Bien para Ud? Y, siguiendo con esta línea expontaneista, deducir de ello una suerte de media o moda para conceptualizar el Vivir Bien, los resultados no sólo serían estereotipados, sino forzados, entonces nuestra opción analítica fue contrastar un ideal sostenido por las poblaciones con aquellos dilemas cotidianos a los que se enfrentan cada uno de los 20 pueblos y lo encuentros y desencuentros que se producen entre sus sentidos éticos y sus prácticas en espacios heterogéneos y diversos en los que actúan: espacios inter e intracomunitarios donde las entradas y las salidas a las comunidades son la regla, más que la excepción. Y es allá, en este diálogo contradictorio, frecuentemente desigual y no exento de conflictos donde se replantean permanentemente las identidades, las prácticas e incluso la ritualidad y, por supuesto, las expectativas de lo que cada uno de ellos concibe como bienvivir; biencomún; bienestar, en suma, expectativas de vida como horizontes de proyección culturalmente definidos. En otras palabras, no es posible seguir repitiendo una visión idílica del Vivir Bien, sin ser cómplices de la invisibilización del complejo panorama y de las fuertes presiones que se están produciendo actualmente en la vida de los pueblos indígenas.
En la medida en que el sentido y el significado atribuido a un bien vivir compartido colectivamente está en función al contexto y a las condiciones que esa misma comunidad vive y enfrenta, en esta exposición reconstruimos brevemente este significado a base de aquellos factores claves que intervienen positiva o negativamente para que los diferentes pueblos reproduzcan sus condiciones de vida bajo sus propios criterios culturalmente construidos.
Vale la pena reiterar dos conclusiones centrales que vienen de un estudio etnográfico en 20 pueblos indígenas:
- Es necesario distinguir dos niveles interpretativos del Vivir Bien: por un lado un primer nivel declarativo, tal y como se expresan verbalmente en las entrevistas. (los valores y los ideales e imaginarios construidos) y los satisfactores para lograr este sentido ideal de bienestar definido por los pueblos.
- Un segundo nivel que llama la atención sobre la contradicción entre este nivel primario/declarativo con las condiciones reales y los contextos materiales en los que se reproducen la vida de los pueblos. En este nivel de exposición, intentamos mostrar contradicciones y paradojas complejas que matizan el abordaje ideal del Vivir Bien – como alternativa frente al desarrollo – que suelen presuponer que las comunidades indígenas están exentas de influencias modernizadoras; como si ellas fueran una muestra de un idílico pacto entre hombre/comunidad y naturaleza. Las presiones y las contradicciones, sobre el territorio, en cada una de las comunidades visitadas son agudas y en muchos casos incluso ponen en peligro la propia reproducción de la vida allá. Detectamos en la investigación presiones de dos características: las internas, relativas al deterioro de los recursos naturales y las bases productivas de las comunidades (que afecta particularmente a las comunidades de tierras altas), y las presiones externas que están asediando a los pueblos de tierras bajas y se trata de una disputa por los recursos naturales, como ser agua, minerales, petróleo, tierra y biodiversidad.
- Finalmente se desprende de los estudios un ideal de vida en los pueblos indígenas (sin que este ideal sea descrito o nombrado como El Vivir Bien) que contradice a la economía marginalista por varias razones y que nos sirve para tener convicciones sobre otras formas de llenar de contenido y de sentido la vida basadas en la existencia cotidiana “del presente” y que se encuentra basada fuertemente en la adecuación entre recursos y la satisfacción de necesidades de forma minimalista, si vale el término, aunque esto no implica constricción del consumo ni mucho menos la acentuación de las penurias sino la expresa decisión de dedicar una fracción indispensable en cantidad de horas y en energía para satisfacer las necesidades de la unidad familiar, sin la necesidad ni la presión social por la intensificación del uso de sus recursos para generar lo que para las expectativas occidentales se llama “productividad”. Más al contrario, hay una suerte de valoración de la inactividad que es puesta al servicio de la contemplación, de los paseos, del arte, de las visitas y las fiestas. Aunque, vale recalcar, que este ideal de plenitud es más acentuada entre los pueblos de tierras bajas.
[1] En el capítulo El Enfoque de Desarrollo del Plan Nacional de Desarrollo se señala textualmente lo siguiente: “La nueva propuesta de desarrollo se basa en la concepción del Vivir Bien, propia de las culturas originarias en indígenas de Bolivia”.
[2] Desde el PDM 2006-2011 se difundió ampliamente la dicotomía entre pueblos indígenas/perspectiva de vida cosmocéntrica versus pueblos occidentales/perspectiva homocéntrica. “a partir de los elementos comunitarios enraizados en pueblos indígenas, comunidades agraria, nómadas y urbanas de las tierras bajas y altas, el Vivir Bien postula una visión cosmocéntrica que supera los contenidos etnocéntricos tradicionales del desarrollo” (p.2)
[3] Las personas no conceptualizamos en la vida cotidiana. El concepto es una función de las ciencias sociales. Por ejemplo, un ciudadano americano no diría: yo soy occidental y por tanto mis principios están basados en el eurocentrismo y mi concepción de vida está basado en la maximización de las ganancias! Tampoco un indígena diría lo siguiente: el cosmos es el centro de mi dinámica espiritual, material, económica y social y mi ética está basada en el Vivir Bien! Estas afirmaciones son interpretaciones conceptuales y lecturas académicas de estudiosos de la sociedad y de la cultura.