Aldeas matriarcales, ciudades patriarcales, redes chacha-warmi de Pueblos en Transición.

Pensar el habitat humano desde la perspectiva del Cambio Climático y el Pico del Petróleo.
Algunas conjeturas por si sirven

Mis supuestos

Repienso el habitat humano desde la perspectiva de la física cuántica, es decir, desde el continuo Onda/Partícula que, a la mirada del observador, puede colapsar, ora como Onda, que traduzco, antropomórficamente, como matriarcal y ligo su sentido a las aldeas neolíticas, desde Çatal Hüyük hasta las actuales aldeas amazónicas; ora como Partícula que vierto, para mejor comprensión, como patriarcal y asocio a lo que llamamos ciudad, desde Uruk hasta Nueva York.

El Cambio Climático[1] y, sobre todo, el Pico del Petróleo[2] nos muestran las trampas en las que se han convertido, sobre todo las mega-ciudades, para sus millones de habitantes. Inexorablemente, la “forma ciudad”, lo quiera o no, va a tener que cambiar, pues el petróleo ya no podrá proveer la energía que las ha convertido en lo que son: artificios maravillosos nunca antes vistos, pero sumamente vulnerables, pues dependen absolutamente del petróleo, incluida la provisión de alimentos. Los urbanícolas van a tener que cambiar, sí o sí, su estilo de vida.

Es inteligente, ahora, (aunque sabemos que el hombre no sólo es sapiens sino también demens) buscar el Tercero Incluido de ambas experiencia civilizatorias. Una pista, es la que, en los Noventa, se llamó Ciudades Intermedias [3] y, ahora, Pueblos en Transición. Me sumo a esta última denominación y, sobre todo, movimiento. No hay que ir solos si se puede caminar acompañados.

Siempre, pero sobre todo cuando se busca ser coloquial, se impone el uso de la analogía [4]. En este sentido, los eventos de la física subatómica (aprensibles mediante ecuaciones matemáticas), si queremos tenerlos en cuenta, (para no ser anacrónicos), tenemos que echar mano de la analogía, la metáfora y la metonimia. La mejor opción, empero, es quedarse callado. Así y todo, apuesto a la inteligencia y al humor de mis lectores; de modo que prosigo nomás este hermoso pasatiempo. Así, cuando las energías bosónicas y fermiónicas son procesadas, por ejemplo, por el cerebro humano, se expresan en las funciones que las neurociencias adscriben a los lóbulos cerebrales izquierdo: función Partícula, y derecho: función Onda [5]. Esto, por cierto, ya lo sabían los cabalistas sefardíes [6] cuando desarrollan el diagrama del Arbol sefirótico para sugerir, justamente, cómo se manifestaría el Infinito: el Ein Sof, en la dimensión que habitamos. A este respecto, la Kabbalah diseña las conocidas tres columnas: la de la derecha es la columna femenina de las energías bosónicas de la divinidad: Jojmah; la columna de la izquierda es la que expresa las energías fermiónicas: Binah. La columna del centro, taypi, es la que expresa el tinku contradictorio que produce el Tercero Incluido. Ahora bien, en analogía antropomorfa, estas energías se manifiestan así: las bosónicas, en la mujer y las fermiónicas, en el varón. Desde la perspectiva urbanística [7] las energías bosónicas: femenino-matriarcales, hacen masa crítica en las aldeas preindoeuropeas y animistas contemporáneas y las energías fermiónicas, masculino-patriarcales, hacen masa crítica en la forma ciudad. En esta lectura, la noción de Pueblos en Transición implicarían un Tercero Incluído de ambas: buscarían lo mejor de ambos modelos: aldea y ciudad, y minimizaría lo peor de ambas.

Como se que me excede la temática, he optado por mostrar tres fractales [8]: para la “forma aldea”: las excavaciones de Çatal Hüyük, en la lectura de Riane Eisler. Para la “forma ciudad”: las excavaciones arqueológicas de Uruk y una lectura del poema de Gilgamesh y Enkidú, el texto más antiguo de nuestra civilización que canta, maravillado, a las murallas de la ciudad de Uruk. Para la “forma redes chachawarmi”: el proyecto Pueblos en Transición [9].

Como siempre, lo contrario también es cierto, pero minimizado: la aldea matriarcal contiene lo masculino, pero sin hacer éste masa crítica; la ciudad contiene igualmente lo matriarcal, pero sin hacer ésta masa crítica. En esto estriba el diseño sagrado de la vida.

Aldeas matriarcales: el caso de Çatal Hüyük

Vamos a condensar, en esta primera parte, el libro del arqueólogo del Instituto Británico de Arqueología de Ankara, James Mellaart: Çatal Huyuk. A neolitic Town in Anatolia. New York: McGraw-Hill y, después, el libro inspirador de Riane Eisler: El cáliz y la espada. Santiago: Cuatro Vientos Editorial.

Çatal Hüyük está ubicada al sur de la península de Anatolia, la actual Turquía, en la planicie de Kenya y a unos 140 kilómetros del volcán Hasan Da?. Es uno de los asentamientos humanos más grande y mejor preservado en el Oriente Próximo. En su apogeo este asentamiento llegó a cubrir 13 hectáreas.

Un canal del río Çar?amba fluía entre los dos montículos que forman el yacimiento, levantado sobre terrenos de arcilla aluvial que pudieron ser favorables para una precoz agricultura. El que está situado hacia el este pudo llegar a alcanzar unos 20 metros de altura sobre la llanura. El del oeste forma una elevación menor. Los asentamientos más antiguos fueron abandonados antes de la edad de Bronce. En sus capas más antiguas el yacimiento data de hacia mediados del VIII milenio a. C. y las más recientes hacia el 5700 a. C. cuando se interrumpe, bruscamente, por un gran incendio que coció el adobe y permitió que paredes de hasta tres metros quedaran en pie. La mayor parte del asentamiento fue abandonado.

Mellaaart lo descubrió en 1958. Ian Odre prosiguió los trabajos arqueológicos en 1993. Dichos trabajos están entre los más ambiciosos proyectos de excavación actualmente en marcha. Además del uso habitual del método arqueológico, se buscan también interpretaciones psicológicas y artísticas del simbolismo de las pinturas murales.

Según algunos autores todo el asentamiento habría estado formado por edificios de uso residencial, sin que se pueda establecer claramente la existencia de edificios públicos. Para otros, el hecho de que las mejores pinturas murales estén en los locales más amplios, les lleva a definir éstos como lugares rituales.

La población de la colina este ha sido estimada en unas 10 000 personas, pero la población total, probablemente, variaría a lo largo de la historia de la aldea. Un promedio de entre 5000 y 8000 habitantes sería una estimación razonable. Estos vivían en casas rectangulares construidas con adobes, adosadas, sin calles ni pasajes entre sí; apiñadas como si formaran una colmena. El acceso a las viviendas se hacía por los techos, caminando sobre ellos como si de calles se tratara, utilizando escaleras, interiores y exteriores, para comunicar los diversos niveles. Los muros también eran de adobe y para conformar la cubierta utilizaron vigas de madera y barro apisonado sobre esteras. Las aberturas de los techos servían también como fuente de ventilación, proporcionando aire fresco y permitiendo salir al humo producido por cocinas y hogares abiertos.

Las paredes exteriores de las casas configuraban una especie de muralla exterior. Esto debió resultar suficiente para salvaguardar a sus habitantes de ataques, pues no se han encontrado signos de violencia en el yacimiento.

Todos los interiores de las casas están enyesados con un acabado fino y se caracterizan por la ausencia de ángulos rectos. Constan de una habitación común de 20 a 25 m² y algunas estancias anexas. La pieza principal dispone de bancos y plataformas para sentarse y dormir, de un hogar rectangular elevado del suelo y de un horno para hacer pan, sirviendo para un amplio abanico de actividades domésticas. Las habitaciones auxiliares se usaban como almacenes y se accedía a ellas desde la sala principal por unas aberturas bajas.

Las habitaciones se mantenían limpias. Los arqueólogos han identificado muy poca basura en el interior de los edificios, pero los montones de desperdicios que hay en el exterior de las ruinas contienen aguas residuales y restos de comida, así como grandes cantidades de ceniza vegetal. Posiblemente, cuando hacía buen tiempo, muchas de las actividades diarias se realizarían en las terrazas que, así, podrían haber formado un espacio abierto similar a una plaza. Al parecer, en época tardía, en las terrazas se construyeron grandes hornos comunales. En el transcurso de los siglos, las casas se fueron renovando mediante demoliciones parciales y reconstrucciones sobre unos cimientos formados por escombros, lo cual provocó el crecimiento de la colina. Se han descubierto hasta 18 niveles de asentamientos.

Los pobladores enterraban a sus muertos dentro de la aldea: han sido encontrados restos humanos en hoyos debajo de los suelos de las estancias, especialmente bajo los hogares, las plataformas de las habitaciones principales y las camas. En ciertos casos, las tumbas han sido removidas y las cabezas de los individuos separadas del esqueleto, pudiendo haber sido usadas dichas calaveras de manera ritual, ya que algunas han sido encontradas en otras zonas de la aldea. Varios cráneos fueron emplastados y pintados con ocre para recrear el rostro humano.

Se han hallado restos de hasta cuarenta edificios que parecen dedicados a sepulcros y santuarios. En los muros de estos santuarios se encontraron frescos que mostraban escenas de caza, danzas rituales, hombres con penes erectos, representaciones en rojo de toros salvajes y ciervos, así como buitres precipitándose sobre figuras descabezadas.

Modelados en relieve, en los muros de estos «santuarios», hay personajes femeninos: mujeres en posición de dar a luz y la figura de la «Diosa Madre» dominando animales; cabezas de animales, como leopardos, cabras, osos y, destacando entre todos ellos, los bucráneos de arcilla provistos de verdaderos cuernos de toros. Las características figurillas de mujer hechas de arcilla o piedra, y descubiertas por todo el asentamiento, dentro y fuera de sus muros, incluso en el interior de recipientes para conservar el grano, pertenecen a los niveles más recientes del yacimiento.

Aunque no se han encontrado templos, propiamente dichos, es indiscutible que las tumbas, los murales y las figurillas sugieren que la población de Çatal Hüyük poseía una religión compleja, rica en simbología y que se reunían en ciertas salas, abundantes en tales hallazgos, que serían zonas de encuentro.

Todo indica que los pobladores vivían de manera relativamente igualitaria, sin que tengamos constancia de que existieran clases sociales, ya que no se han encontrado hasta ahora casas con características diferenciadas (que pertenecieran a la realeza o a la jerarquía religiosa, por ejemplo). Las investigaciones más recientes también revelan poca diferenciación social basada en el sexo, recibiendo una alimentación equivalente tanto hombres como mujeres y, aparentemente, teniendo un estatus social similar relativo, hecho establecido como propio de las culturas paleolíticas.

Las enfermedades más corrientes fueron la anemia, la artritis y la malaria, endémica en la región debido a unos pantanos cercanos. La esperanza de vida sería de unos 34 años para los hombres y de 29 para las mujeres, aunque algunos individuos pudieron llegar a los 60.

En los niveles superiores del sitio resulta evidente que los habitantes fueron ganando conocimientos en la agricultura y en la domesticación de animales. Se cultivaban cereales, tales como el trigo y la cebada, así como guisantes, garbanzos, lentejas y lino, mientras que de los árboles de las colinas circundantes se recogían frutos como almendras, pistachos y manzanas. Se extraían aceites vegetales de plantas y semillas, lo mismo que una especie de cerveza. Aunque la mayoría de las proteínas animales procedían de la pesca y de la caza del ciervo, el jabalí y el onagro, la oveja ya había sido domesticada y las evidencias sugieren que los bóvidos comenzaban a estarlo también.

La elaboración de cerámica y la fabricación de utensilios de obsidiana, obtenida en el volcán Hasan Da?i, eran unas industrias florecientes, lo cual les permitía mantener relaciones comerciales con puntos distantes de Anatolia, obteniendo a cambio, conchas del Mediterráneo y sílex de Siria. También trabajaban la madera y el cobre, siendo sus artesanos expertos en fundición, lo cual supondría el ejemplo más antiguo de actividad metalúrgica en el Oriente Próximo. La lista de productos que manufacturaban estos artesanos incluiría puntas de flecha, lanzas y puñales de obsidiana o de sílex, mazas de piedra, figurillas en piedra y arcilla cocida, prendas textiles, cuencos y otros recipientes de madera o cerámica, y joyería hecha con perlas o cobre.

Gracias al clima seco, se han conservado restos de tejidos de excelente calidad. También se han encontrado sellos de arcilla para estampar los trajes con diversos dibujos, cuyo diseño guarda muchas semejanzas con los de las alfombras turcas actuales.

Un rasgo distintivo de Çatal Hüyük son sus estatuillas femeninas. Mellaart sostenía que estas figurillas realizadas en materiales tan diversos como mármol, calizas azules y pardas, esquisto, calcita, basalto, alabastro y arcilla, representaban una deidad femenina del tipo Diosa Madre. Aunque existía también un dios masculino, el número de las figurillas femeninas era muy superior y este dios no aparece realmente hasta después del nivel VI. Las figurillas fueron encontradas en zonas que Mellaart consideraba que fueron capillas. La imponente diosa sentada en un trono flanqueado por dos leonas fue hallada dentro de un recipiente usado para almacenar el grano, lo que le sugirió a Mellaart que era una deidad que aseguraría la cosecha o protegería las provisiones almacenadas.

Mientras Mellaart excavó cerca de doscientos edificios en cuatro temporadas, Ian Hodder dedica una temporada entera a excavar un único edificio. Durante 2004 y 2005 Hodder y su equipo comenzaron a creer que el modelo propuesto por Mellaart de una cultura de signo matriarcal no era exacto. Habiendo encontrado solamente una figurilla similar al modelo de Diosa Madre, Hodder decidió que el yacimiento no ofrecía suficientes indicios como para establecer si era una cultura matriarcal o patriarcal, sino que apuntaba más bien hacia una sociedad relativamente igualitaria.

La lectura de Riane Eisler

En el caso de Çatal Hüyük, Riane Eisler combina, sobre todo, dos fuentes de inspiración: además de la obra de Mellaart, que ofrece los datos, el clásico texto de la arqueóloga Marija Gimbutas: Diosas y dioses de la Europa antigua, que ofrece la interpretación. Condensaré el tejido textual que lleva a cabo Eisler.

 

Ya en la década de los Sesenta, sabía, desde la filosofía, por Franz Karl Mayr [10] (que prosigue las intuiciones de Nietzsche: sobre lo apolíneo y lo dionisiaco, de Bachofen: sobre el Derecho materno) acerca de la Magna Mater mediterránea pre indoeuropea. Pero será Gimbutas, en la década siguiente y desde la arqueología, la que vuelva a poner sobre el tapete este tema crucial para relativizar el monoteísmo patriarcal de la civilización occidental, de pretensiones universalistas y que, en los Andes, nos impide una valoración positiva del modelo chacha-warmi. Es paradójico, pero explicable, que sean, justamente, las feministas las que hayan interiorizado, tan visceralmente, el modelo del Uno; patriarcal por diseño, como se sabe [11].

 

Lo que más llama la atención de estas aldeas pre indoeuropeas son las evidencias que muestran una sociedad no estratificada, básicamente igualitaria, sin distinciones destacadas basadas en clase social o sexo. Esta sociedad horizontal, femenino-masculina, se patentiza en los túmulos encontrados en gran parte de los cementerios excavados. Gimbutas señala, asimismo, numerosos indicadores de haber sido ésta una sociedad basada en el linaje y herencia trazadas desde la madre. Además de eso, observa que las evidencias arqueológicas dejan pocas dudas acerca de que las mujeres hubieran jugado roles importantes en todos los ámbitos de la vida. En los “santuarios” domésticos y en los restos actuales de “templos”, las mujeres son mostradas supervisando la preparación y realización de rituales dedicados a los varios aspectos y funciones que conocemos de las Diosas Madres. Se invertía mucha energía en la producción de la parafernalia cúltica y de las ofrendas votivas: ch´allas, waxtas. Muchos dibujos muestran las distintas clases de granos y el horneo del pan. En los talleres, las ceramistas hacían y decoraban recipientes para los diferentes rituales. Junto a un altar, por ejemplo, se ha encontrado un telar vertical. Así, pues, las creaciones más sofisticadas de la Europa antigua: floreros, esculturas, textiles, utilería ritual se debieron, pues, al trabajo femenino y anticiparon, en formas, estilo y motivos, a la civilización cretense de la edad de bronce, a la que Eisler dedica un iluminador capítulo de su libro.

 

Ahora bien, de los hallazgos arqueológicos, los vestigios más elocuentes son las esculturas. Ellas suministran, en efecto, información sobre las facetas de la vida cotidiana que, de otra manera, hubieran sido inaccesibles al arqueólogo: modelos de trajes, peinado, aliño, afeite, joyas. Proporcionan también una visión de primera mano de las imágenes míticas de los rituales de aquel periodo. Estas esculturas, pues, muestran figuras y símbolos femeninos ocupando posiciones estratégicas.

 

En Çatal Hüyük se han hallado representaciones de la Diosa Madre y, a saber, embarazadas y dando a luz. Muchas veces ella está acompañada de toros y leopardos; sobre todo, empero, de toros. Él toro fue, como se sabe, en la Europa antigua, un símbolo clásico del principio masculino, pero, he aquí, que, como todo bicho viviente (obviedad que ha reprimido el monoteísmo patriarcal [12]), es dado a luz por una madre. En Çatal Hüyük se muestra a una Diosa Madre, dando a la luz, justamente, a un joven toro. Así, queda claro que, aunque el principio femenino sea el principal símbolo del milagro de la vida, el principio masculino también representaba un importante papel. La complementariedad de estos dos principios, se da a través de los mitos y rituales del matrimonio sagrado: hieros gamos. Es, pues, irritante, para el imaginario occidental, la existencia de imágenes neolíticas mostrando la complementariedad de mujeres y varones en la procreación. Por ejemplo, una pequeña placa de piedra muestra una mujer y un hombre en abrazo cariñoso; cerca de ellos se ha encontrado un relieve que muestra a una madre con un niño en los brazos, resultado de la unión. Todas estas imágenes reflejan, para Eisler, Mellaart, Gimbutas… las actitudes prevalentes en el neolítico sobre la relación entre varón y mujer, actitudes en que el cariño y la complementariedad, en vez de la exclusión y la dominación, parecen haber sido predominantes. Esto, no nos llama tanto la atención en los Andes, pero sí que es revulsivo en la patriarquía monoteísta occidental, tanto laica como religiosa.

 

Así, pues, como símbolo de unidad complementaria de toda la Vida, la Diosa también es representada, ora bajo forma humana ora bajo forma animal. Así como la vida nace de ella, así también retorna a ella en la muerte, para renacer. Estas imágenes ctónicas: máscaras, pinturas murales y estatuillas, simbolizan, pues, la muerte, ora de forma fantástica ora de forma humorística. Esta alegre e irónica complementariedad de lo fasto y lo nefasto, de lo diestro y lo siniestro, seguramente estaba destinada a conferir al Iniciado una comprensión del sentido de unidad mística de la Vida como efecto de la complementariedad contradictoria de las fuerzas peligrosas y benignas del mundo: de las energías bosónicas y fermiónicas.

 

Así, de la misma forma que la vida era celebrada en imágenes y rituales, los procesos destructivos de la naturaleza también eran reconocidos y respetados. Al mismo tiempo que ritos y ceremonias se destinaban a proporcionar a la comunidad un sentido de participación y control sobre los procesos de preservación de la naturaleza, otros ritos y ceremonias intentaban contener los procesos más fuertes y depredadores. De este modo, las imágenes de la Diosa, en su aspecto dual de vida y muerte, expresaban, según nuestras autoras, una visión de mundo en la cual el objetivo primordial de la vida no era la conquista, el pillaje o el expolio de los otros, sino el cultivo de la tierra y el suministro de los medios materiales y espirituales para llevar una vida buena.

 

De modo general, concluyen nuestras autoras, el arte de estas aldeas matriarcales del neolítico, parece expresar una visión en la cual la función primordial de los misteriosos poderes que gobiernan el universo no es la de exigir obediencia, castigar y destruir, sino, por el contrario, la de dar-recibir-devolver: la lógica del don. [13] Sabemos que estas expresiones simbólicas reflejan las formas reales de la cultura y la organización social. Así, pues, un arte centrado en la Diosa, con una notable ausencia de imágenes de dominación o guerras masculinas, parece haber reflejado un orden social en el cual las mujeres, al principio, cabezas de clanes y sacerdotisas y, después, representando otras funciones importantes, jugaban un papel fundamental, en el cual, tanto varones como mujeres, colaboraban, se complementaban, en asociación igualitaria en pro del bien común. Si aquí no había glorificación de deidades masculinas coléricas o gobernantes portando armas o de grandes conquistadores arrastrando esclavas, no deja de tener sentido deducir que eso se debió al hecho de no haber imágenes correlativas a aquellas en la vida real. Y si la imagen central era la de una mujer dando a la luz y no, por ejemplo, la de un hombre muriendo en una cruz o machos alfa gritando: “socialismo o muerte”, no dejaría de tener sentido deducir que la vida y el amor a la vida, en vez de la muerte y del miedo a la muerte, impregnaban la sociedad, la tecnología, el arte y la religión.

Recapitulación

La arqueología y el arte paleolítico muestran algo paradójico que la crítica contemporánea suele dirimir en base al principio lógico Enteweder / Oder: o lo uno o lo otro. Si es matriarcal (como todas las evidencias lo señalan) entonces no es patriarcal. Pero, otra vez, las mismas evidencias resienten este simplismo: los varones, representados, además, míticamente en la figura del toro, están ahí muy claramente presentes. Más congruente con la realidad (compuesta de materia-energía) es el principio de Sowohl als auch: tanto lo uno como lo otro, que, en nuestro caso, la arqueología evidencia holgadamente.

 

Ahora bien, en este punto, esto no es suficiente para dar cuenta adecuada de la “forma aldea” que estamos observando. Es decir, constatamos efectivamente un sistema social: femenino-masculino, relativamente equilibrado, pero en el que la masa crítica: lo que marca la diferencia, bascula hacia lo matriarcal o, mejor dicho, se basa en la Madre. La Diosa Madre da a luz al varón, es decir, míticamente, al torete. Este equilibrio contradictorio, socialmente hablando, fue barrido, justamente, por la “forma ciudad”, donde la masa crítica se vuelca del lado patriarcal, reprimiendo su opuesto [14].

 

Ahora bien, lo que pienso es que lo matriarcal no es lo patriarcal al revés, como sostiene cierto feminismo. Lo matriarcal tiende hacia lo que en aymara se llama chacha-warmi. La complementariedad de opuestos que puede ser de base chacha: masculino o de base warmi: femenina. Mientras más local, concreto, hacia adentro: más warmi; mientras más amplio, extrovertido y abstracto: más chacha. En cualquier caso, arjé, en griego arcaico, se lee de dos maneras: como dominación, cuando pasa por el filtro macho y como colaboración y cuidado cuando atraviesa el filtro femenino [15].

Dicho esto, a modo de contextualización conceptual, ¿Cuáles habrían sido, pues, las principales señas de identidad de la “forma aldea”?

 

La arqueología muestra un sistema social femenino-masculino en el que la masa crítica bascula hacia lo matriarcal, representado simbólicamente por la figura de la Diosa Madre, más bien nutricia. La mater terribilis no aparece claramente

 

Se observa un paradigma de tipo orgánico, en el continuo de la naturaleza. No hay separación voluntaria del entorno.

 

La naturaleza no es una externalidad al proyecto humano

 

Se vive en el Continuo de la naturaleza

 

De ahí que la organización social sea autopoyética como en el caso de los seres vivos

 

La ritualidad parece haber sido la tecnología de intercomunicación con las esferas energéticas de sentido

 

La arqueología sugiere un sistema de usufructo compartido de los bienes

 

Así mismo un igualitarismo, legible en las tumbas halladas

 

Relaciones fraternales horizontales

 

Los restos arqueológicos no sugieren una marcada especialización del trabajo; todos han debido hacer de todo, como en las aldeas actuales

 

Otra característica es que la arqueología no ha encontrado monedas con tasa de interés positivo. Lo que significa que la energía social: el dar-recibir-devolver era el modo usado y, por tanto, la mentada calidad de vida del neolítico está asociada a la Reciprocidad que es la tecnología que produce los valores humanos [16]

 

Por tanto, se puede deducir que no hubo pobres; un resultado de la vigencia de una monedad de tasa positiva de interés

 

El bajo consumo energético permite colegir que hubo un relativo equilibrio con el entorno

 

Los datos de la arqueología permiten suponer que Çatal fue una aldea autosuficiente. No hay evidencia de propiedad privada; por tanto no fue necesaria la policía. Tampoco se ha encontrado lo que el patriarcado llama familia.

 

El modelo arquitectónico, tipo colmena, sugiere gran interactividad entre los moradores

 

Al no haber intercambio, mediado por dinero, el Compartir debió ser la forma económica básica

 

El tamaño del asentamiento y sus habitantes sugiere Homeostasis

 

En pocas palabras: las energías bosónicas hacen masa crítica en la “forma aldea”.

 

 

Conjeturas acerca de por qué, si pueden, los seres humanos dejan la “forma aldea” por la “forma ciudad”.

Entramos al terreno de la conjetura. Para ordenar y aclarar las mías voy a echar mano de la útil diferenciación entre lo simbólico, lo imaginario y lo real. Veamos, pues.

 

En lo simbólico

 

Riane Eisler pone el énfasis en la Diosa Madre; digamos, en la faz bosónica de la Mujer. Pero también existe la faz fermiónica de la mujer: las Diosas como Kali, las diosas terribles, destructoras, devoradoras. La Pachamama tiene hambre, se dice en los Andes de una forma nada maniquea [17]. Si esto es así, me imagino que en algún momento, éstas energías fuertes habrían roto el precario equilibrio neolítico; de ahí, probablemente, la tan pertinaz represión y ocultamiento patriarcal de este otro rostro fuerte de lo femenino[18].

 

Una herramienta estratégica para este propósito: someter la sexualidad femenina, fue la invención de la escritura que está diseñada para producir abstracción; está ligada a la “forma ciudad” y a sus frutos operativos: la “forma estado”, la “forma propiedad” y la “forma dinero” de tasa de interés positivo [19]

 

En lo imaginario

 

En la consolidación de la “forma ciudad”, la prohibición del incesto y la construcción de la “forma familia”, fueron dos formas: una agresiva y otra más amable de consolidar el paso dado

 

En lo real

 

Un exceso de interconectividad, interacción entre la gente, en la “forma aldea”, tanto por hacinamiento: Partícula, como por rumor: Onda, también puede hacer insoportable el vivir en una comunidad; entonces, la “forma ciudad” se convierte en un refugio, como sucede hasta ahora. También es probable que se haya ido dando una simbiosis entre cazadores nómadas: lo patriarcal y comunidades sedentarias: lo matriarcal, debido al principio de complementariedad de opuestos a niveles más complejos.

 

Los cambios, en cualquier caso, parece que se dan cuando se supera un cierto umbral, es decir, se rompe un equilibrio, siempre dinámico, propio a la Gestalt diseñada.

Ciudades patriarcales: el caso de Uruk

Mi hipótesis de lectura es, pues, que con el tránsito a la “forma ciudad” el lóbulo cerebral izquierdo de la humanidad empieza a desplegar todas sus potencialidades [20]. En la “forma ciudad” se debe tener en cuenta, al mismo tiempo: la función Partícula: las murallas, casas, calles, plazas, templos, palacios, coliseos: lo tangible, lo que dura, y la función Onda: la gente, sus circuitos, relaciones, ideas, instituciones, emociones: lo intangible y también lo fugaz. Dentro de ciertos parámetros, empero, la “forma ciudad” ha adquirido diferentes fisonomías, que la diferencian sin duda alguna de la “forma aldea”. Así se puede hablar de la ciudad antigua: sumeria, babilonia, asiria, egipcia, griega, romana; la ciudad medieval: cristiana, islámica, ortodoxa; la ciudad amerindia: caral, chavin, sipan, chanchan, moche, wari, tiwanahu, inca; la ciudad moderna: renacentista, barroca, industrial; la ciudad contemporánea: básicamente habrá que referirse a esas megapolis cancerígenas de varios millones de hacinados y sus metástasis tercermundistas: especialmente sorprendentes, puesto que nada menos que sus elites las considera como un signo de progreso y modernidad.

 

 

Voy a ver si puedo detectar la quintaesencia de la “forma ciudad” al examinar la primera ciudad de la que tenemos noticia: vía arqueología: función Partícula y vía mitología: la epopeya de Gilgamés y Enkidú: función Onda.

 

Los datos de la arqueología [21]

 

Uruk fue descubierta por William Loftus, en 1849, aunque los momentos arqueológicos más relevantes se mostraron en 1912 cuando Julius Jordan descubrió el templo de Inanna y el antiguo muro que rodeó a la ciudad, construido por Gilgamés: un anillo masculino. Luego se excava en Eanna: un espacio femenino, encontrándose los primeros edificios. Hacia 1954, Heinrich Lenzen descubrió una serie de tablillas escritas en sumerio y datadas del 3300 a.C. y que hicieron de Uruk uno de los primeros centros donde se utilizó la escritura como un método de comunicación urbano. También descubrió la famosa “Lista Real Sumeria”. Nöldeke descubre la arquitectura arcaica de Eanna en el área del templo de Anu, con grandes hallazgos de glíptica. Van Ess hizo las primeras prospecciones geofísicas y geomagnéticas, obteniendo así una imagen urbana inesperada. En los años 60 del siglo XX se halla que la ciudad tenía colonias en la periferia. Todos estos descubrimientos sacaron a luz un núcleo urbano rico y floreciente, epicentro de un mundo articulado a él y que destacó por la sucesión de templos coronados en zigurats, patios y palacios, debiendo albergar, hacia el 2.900 a.C. a unas 80.000 personas.

Uruk proviene de la palabra sumeria uru que significa ciudad y ku que menta lo sagrado, como separado. Su gran importancia, desde el punto de vista de la arqueología, está relacionada con los comienzos de la vida urbana, la organización de la administración pública, por tanto, de la “forma Estado”; lo que implicó el desarrollo de la escritura, la moneda, la legislación, las matemáticas, la astrología, el correo, la irrigación, la metalurgia. Estos avances representan la base de la cultura urbana de la “forma ciudad”, no sólo mesopotámica.

 

En sus comienzos fue un pueblo pequeño al borde de pantanos, de casas de barro y caña brava, pero empezó a evolucionar debido a la llegada de diversos pueblos: sumerios, acadios, babilonios y kishitas, que edificaron templos y palacios. Más tarde fue gobernada por los asirios, caldeos, persas, griegos y seleúcidas, los cuales construyeron grandiosos edificios cuyos vestigios se pueden contemplar todavía. La ciudad fue dirigida por doce reyes de la primera dinastía, la mayoría de los cuales fueron considerados semidioses, según sus epopeyas, siendo el más célebre Gilgamés, que construyó sus murallas, convirtiéndola en ciudad, propiamente hablando.

Los expertos han denominado “Periodo Uruk” al momento en el que la “forma ciudad” empieza a predominar sobre el resto, teniendo un tamaño muy superior al de los asentamientos cercanos que no superaban las 10 hectáreas, creándose, así, una sociedad compleja en su interior, con una gran diversificación, estratificación y especialización social, llegando a convertirse en el máximo exponente sumerio en el ámbito social, comercial, burocrático y militar.

Sobre si la sociedad estaba jerarquizada o no, el debate entre los arqueólogos se puede resumir en estas dos previsibles posturas. Así, Petr Charvát defiende la idea de que se trataba de una sociedad básicamente igualitaria por el carácter abierto de los edificios centrales: función Partícula. Otros, como Pollock, defienden la tesis de que el gobierno de Uruk era básicamente autoritario y que la supremacía de ésta, sobre el resto de las regiones, fue lograda mediante la fuerza: función Onda. Las dos cosas no se excluyen, a juicio mío.

Particularmente interesante es la visión de la sexualidad: función Onda, en los periodos previos a la escritura: concentración de sentido; abstracción. No conocemos detalles; sin embargo, el coito es mostrado en sellos cilíndricos, por lo que no parece que se tratase de un tema tabú. Se tienen referencias, más tardías, de prácticas sexuales habituales en la ciudad, la cual, al estar dedicada a la Diosa Inanna: fuerte presencia femenina, parece que amparaba las prácticas homosexuales, transexuales y la promiscuidad en general. Así, en el poema babilonio Erra se critica la actitud de un rey de Uruk, que no trata con suficiente amabilidad a “prostitutas, cortesanas y busconas […] a los chicos alegres que cambiaron su masculinidad por femineidad”, ya que éstos, cogiendo, veneraban a la diosa. Parece que la copulación en las calles era una práctica habitual. Esto no es muy patriarcal que digamos. Como podemos ver la danza del perreo no es, precisamente, el último grito de la moda.

La escritura cuneiforme se empieza a dar en el III milenio, fruto de una lenta evolución. Se remonta a los campesinos y pastores que utilizaban símbolos para contabilizar sus productos y se utilizaban fichas para ello. Esas fichas, llamados tokens, aparecen en grandes cantidades en Uruk, ya que Eanna administraba lo referente a la economía: estos tokens se guardaban en bolas de barro cocido, llamadas bullae, en cuyo exterior se grababa un modelo de las fichas. También había lacres de envío llamados cretulae, lo que refleja la existencia de un sistema postal. Todos estos hallazgos constituyen, pues, evidencias de una administración estatal. Lo que implica una sociedad organizada y división del trabajo que se puede colegir de la famosa “lista de profesiones”. El objetivo de este sistema de escritura, pues, era facilitar el registro de la actividad económica del templo, realizado por una incipiente burocracia.

También se han encontrado etiquetas: pequeñas tablillas de barro cocido con un cordel que indicaban a quien pertenecía algo; por tanto, se podría colegir la vigencia de la propiedad privada, ligada a la escritura. Se han hallado, asimismo, un segundo tipo de tablilla con dos o tres ideogramas que representan la cantidad, el producto y el nombre de una persona y, finalmente, un tercer tipo de tablillas que parecen ser documentos administrativos divididos en celdas que organizan la información: un sistema de entradas y salidas y anotaciones económicas.

 

 

En este contexto de la escritura cuneiforme, no debo evitar referirme a la extraña pieza encontrada en Chua, en las orillas de lago Titicaca, de una fuente de piedra con inscripciones cuneiformes de tipo semítico, llamada la Fuente Magna [22]. También el monolito de Pokotia tiene inscripciones cuneiformes. Les invito a darse un paseito por el Museo de metales preciosos, de la calle Jaén.

 

 

 

En fin, vayamos concluyendo.

Con otras palabras: la “forma ciudad” trajo consigo la aparición del Estado y una determinada estratificación económica y social, así como el uso de la escritura. Ahora bien, esto implica una separación entre la producción primaria de alimentos y su consumo y distribución. Las aldeas, encargadas de la producción de alimentos, no tardaron en quedar subordinadas a los grandes centros urbanos. Aparecen las grandes organizaciones templarias y palaciegas, que marcarán la gran diferencia respecto de la “forma aldea”. Los excedentes se acumulaban en los almacenes de los palacios y en estos se realizaban también tareas artesanales, administración mediante la escritura y el almacenamiento de la información en los primeros archivos.

Templos y palacios disponían de edificios donde vivían los empleados dedicados a ellos. El personal especializado trabajaba para el Estado; vivía de él directamente o recibía tierras para cultivar; formaban una élite social, política y económica. Los trabajadores de palacio eran muy variados, como se desprende de las listas de profesiones conocidas. Los objetos empiezan a producirse en serie, formándose una jerarquía entre maestros artesanos, obreros y aprendices. El pago del trabajo dependía de la capacidad del obrero y del puesto que desempeñaba, lo que llevó a una verdadera estratificación laboral.

Así, pues el centro: la ciudad de Uruk, controlaba su periferia en detrimento de aldeas próximas a ella, que fueron vaciándose y desapareciendo. Otros centros urbanos, de menor importancia, estaban sometidos también a Uruk. Estos se caracterizaban por ofrecer idéntica estructura. Se trata de pequeños enclaves comerciales de Uruk en territorios “indígenas” o de centros autóctonos con una organización urbana procedente de la de Uruk.

La existencia de estas colonias urukianas obedece a razones manufactureras y comerciales; concretamente, a la necesidad de obtener materias primas: metales, piedras de construcción y maderas de cedro, sobre todo. Como en la actualidad. Sólo ha cambiado la escala

Los datos de la mitología: la epopeya de Gilgamés y Enkidú [23]

La epopeya de esta pareja de amigos tiene más de cuatro mil años de antigüedad y es la fuente escrita más remota de nuestra civilización. Empezaré haciendo una síntesis de esta historia de aventuras. Gilgamés, señor de la ciudad de Uruk, es un semidios. La epopeya comienza con la descripción fascinada de las Murallas de la ciudad que acaba de levantar Gilgamés. Para castigar, empero, la explotación inmisericorde a sus trabajadores y el abuso del derecho de pernada, los dioses llaman al salvaje Enkidú. El alter ego bosónico de Gilgamés. Ambos se vuelven amigos y compinches, una pareja invencible que lleva a cabo incontables hazañas y aventuras: la expansión de la “forma ciudad”. Luego muere Enkidú y Gilgamés, desolado, parte en busca de la inmortalidad. Un viaje iniciático. Sobrepasa innumerables contratiempos y escapa de muchas trampas, sin embargo, la ansiada inmortalidad se les escapa de las manos. Describe el Diluvio. Al final, el mito regresa a donde todo comenzó: las alabadas y orgullosas Murallas de la ciudad de Uruk.

Hay varias versiones de esta epopeya. Voy a seguir la que me parece más literal [24], siguiendo las tablillas por su orden. Mis comentarios serán sobrios; buscaré señalar los elementos de la naciente “forma ciudad” que podemos reconocer aún ahora.

Significativamente, en el comienzo mismo de la epopeya aparece la escritura: Todo su afán grabó en una estela de piedra. Grabar; que las palabras no se las lleve el viento; que consten en el tiempo, tal es el propósito. No hay ciudad, gerencia, control, sin el congelamiento de la oralidad: escritura. Y sigue, a continuación, el elogio pasmado y maravillado de la ciudad, al que no le es ajeno un aura de hybris.

De la terraplenada Uruk el muro construyó. Del reverenciado Eannal, el santuario puro. ¡Contempla su muralla exterior, cuya cornisa es como el cobre! ¡Mira la muralla interior, que nada iguala! ¡Advierte su umbral, que de antiguo viene! Acércate a Eanna, la morada de Istar, Que ni un rey futuro, ni un hombre, puede igualar. Levántate y anda por los muros de Uruk, inspecciona la terraza de la base, examina sus ladrillos: ¿No es obra de ladrillo quemado? ¿No echaron sus cimientos los Siete [Sabios]?

La ciudad no se construye en el Continuo de la naturaleza. Aparece, físicamente, la noción de Separación: las murallas, justamente. Uruk es ya enteramente hechura tecnológica y, a saber, bajo la forma de una fortaleza. Hay que defenderse; se formaliza la noción de enemigo: homo hominis lupu. A la construcción de la ciudad contribuye la incipiente ciencia que desde entonces va ir de la mano con la tecnología: ladrillos cocidos. Es una ciudad masculina; no cabe duda; pero la Diosa Madre no ha desaparecido; minimizada, pero central, tiene su lugar en Eanna: la morada de la Diosa Istar.

¿Como es entendido el padre de la nueva patria? Dos tercios de él son dios (…) como un búfalo salvaje, altivo. El empuje de sus armas no tiene par. Ese empuje, ojo, es también hacia dentro: Mediante el tambor reúne a [sus] compañeros. Pronto, el endiosado jefe se vuelve tiránico: el trabajo se vuelve forzado y también el sexo: empieza el derecho de pernada:

Los nobles de Uruk están som[bríos] en [sus cáma]ras: «Gilgamés no deja el hijo a [su] padre; [Día] y [noche] es desenfrenada su arro[gancia]. [¿Es éste Gilga]més, [el pastor de la amurallada] Uruk? ¿Es éste [nuestro] pastor, [osado, majestuoso, sabio]? [Gilgamés] no deja [la doncella a su madre], ¡La hija de guerrero, [la esposa del noble]!

Los caudillos: “gallos en su corral”, prosiguen esta inercia urbana. El sexo libre de la “forma aldea” empieza a cambiar in the city; nace el morbo, el acoso: la violencia. Las primeras protestas corporativas, empero, no tardan en dejarse oír. Los citadinos se quejan a los dioses: Cuando [Anu] hubo escuchado sus quejas, a la gran Aruru llamaron: «Tú, Aruru, creaste [este hombre]. Crea ahora su doble. Con su corazón tempestuoso haz que compita. ¡Luchen entre sí, para que Uruk conozca la paz!

El tinku como método de resolución de conflictos. La paz como efecto de la complementariedad de opuestos. Todo lo cual indica la vigencia, en Uruk, de la Reciprocidad: reciprocidad negativa [25], por cierto. Ahora bien, Cuando Aruru oyó esto, un doble de Anu en su interior concibió. Aruru se lavó las manos, cogió arcilla y la arrojó a la estepa. [En la este]pa creó al valiente Enkidú. La Paridad todavía está presente en el comienzo de la ciudad. Otra idea de largo alcance: se crea a partir de la arcilla; todavía creatio ex materiae. El Génesis recogerá la metáfora, pero inventará la creatio ex nihilo. La abstracción se va formando poco a poco.

Pronto, empero, llegaría a la ciudad la fama del Otro: del salvaje: del bárbaro. El cazador que viera a Enkidú, le dice a su padre:

Padre mío, hay [un] hombre que [ha venido de las colinas]. Es el más poder[oso de la tierra]; vigor tiene. [¡Como la esencia] de Anu, tan tremendo es su vigor! [Siempre] recorre las colinas, [Siempre] con las bestias [se nutre de hierba]. [Siempre planta] los pies en la aguada. [¡Tan espantado estoy, que] no oso acercarme a él! (…) [Su padre abrió la boca para hablar], diciendo al cazador: «[Hijo mío], en Uruk [vive] Gilgamés. [Nadie hay más fuerte] que él. (…) Gilgamés le dijo, [a]l cazador: «Ve, cazador mío; lleva contigo una hieródula. Cuando abreve los animales en la aguada, ella se quitará el vestido, mostrando desnuda su madurez. En cuanto la vea, a ella se acercará (…).

Lo que efectivamente sucede. Lo notable es reparar en el rol de la mujer, producido por la ciudad. Ya no es la nutricia y todopoderosa Diosa Madre. Ha sido domesticada y encerrada en el templo: un templo a la Diosa, todavía. Las hieródulas [26] son como sacerdotisas de las energías bosónicas de la atracción: de la sexualidad (cumplían un rol análogo al que cumple, ahora, el cyber porno [27]). La sexualidad: atracción bosónica, tiene el poder de modular, suavemente, las características macho de la función Partícula. En este caso: civilizan al salvaje a través de una sexualidad sacralizada, es decir, apartada de la cotidianidad. Esto empieza a ser urbano. De hecho, hay una conexión entre esta clase de sexualidad y la ciudad. Empiezan las mediaciones. El Imaginario (más urbano) va desplazando lo Simbólico (más rural). El cazador le dice a la sacerdotisa de Istar:

¡Ahí está, oh moza! ¡Desciñe tus pechos, desnuda tu seno para que posea tu sazón! ¡No seas esquiva! ¡Acoge su ardor! En cuanto te vea, se acercará a ti. Desecha tu vestido para que yazga sobre ti. ¡Muestra al salvaje la labor de una mujer! Le rechazarán las bestias salvajes que crecen en su estepa, cuando su amor entre en ti». La moza libertó sus pechos, desnudó su seno, y él poseyó su madurez. (…) Mostró al salvaje el trato de una mujer (…) Durante seis días y siete noches Enkidu se presenta, cohabitando con la moza. Después que (se) hubo saciado de sus encantos, volvió el rostro hacia sus bestias salvajes. Al ver a Enkidú, las gacelas huyeron. Las bestias salvajes del llano se alejaron de su cuerpo.

Se produce una transformación: las gacelas [28], con las que también copulaba nuestro buen Enkidú, han olido a hembra humana; se empiezan a antropocentrar las relaciones. El sexo con hembra produce equilibrio: sabiduría

Pero entonces tiene [sa]biduría, más [am]plia comprensión. Volvióse, sentándose a los pies de la hieródula. Mira a la cara de la cortesana, atento el oído, cuando la sacerdotisa habla; [La mujer] le dice, a Enkidú: «¡Tú eres [sabio], Enkidú, eres como un dios! ¿Por qué con las criaturas silvestres vagas por el llano? ¡Ea!, deja que te lleve [a] la amurallada Uruk, al santo templo, morada de Anu e Istar, donde vive Gilgamés, perfecto en fuerza, y que como un búfalo salvaje señorea sobre el pueblo». (…) Enkidú le dice, a la hieródula: «¡Arriba, moza! Escóltame al puro templo sagrado, morada de Anu e Istar, donde vive Gilgamés (…)

La sacerdotisa de Istar conduce al buen salvaje a la ciudad y le muestra sus luces; luces que hasta ahora siguen fascinando: edificios, plazas, festivales, fashion, glamour, chanel, bunga bunga. La crianza de la chacra y el ganado ya no aparecen. Se han difuminado.

Vamos, pues, oh Enkidu, a la amurallada [Uruk], donde la gente res[plande]ce en festiva indumentaria, (donde) cada día es fiesta, donde […] mozos…. y mo[z]as […] de figura. Su sazón […] henchida de perfume. ¡Apartan a los grandes de sus lechos! A ti, oh Enkidú, que disfrutas de la vida, mostraré a Gilgamés, el hombre jocundo.

Hasta aquí la primera tablilla. La segunda empieza con dos sueños de Gilgamés que cuenta a su madre y un fragmento donde Enkidú es iniciado en los usos de la ciudad:

(…) Comida dispusieron ante él; se atragantó, boqueó y abrió mucho los ojos. Nada sabe Enkidú de comer manjares; a apurar bebida fuerte no le habían enseñado. La cortesana abrió la boca, diciendo a Enkidú: «Come el alimento, Enkidú, porque es deber de vida. Consume la bebida fuerte, porque es costumbre de la tierra». Enkidú comió el alimento, hasta que se hubo saciado. De bebida fuerte apuró siete copas. Despreocupado se hizo su talante (y) alegre. Su corazón exultó y su cara resplandeció. Frotó el pelo de su cuerpo, ungióse con óleo, se hizo humano. Se puso vestidos, ¡Es como un novio! Empuñó su arma para espantar los leones, a fin de que los pastores puedan descansar de noche. Apresó lobos, capturó leones. Los principales ganaderos reposaron sosegados. Enkidú es su centinela, ¡El hombre atrevido, El héroe único!

La tesis de Lewis Munford nos guiña cómplicemente. El fragmento que sigue nos da otro pantallazo de lo que va produciendo la primera ciudad: el individuo desasosegado de corazón inquieto: cor inquietus: Agustín de Hipona. La hieródula le dice a Gilgamés: Señor ¿a dónde te apresuras? ¿Cuál es tu afanoso rumbo? ¡Tranquilo!. Está naciendo el workólico, el culinquieto: el ejecutivo apurado. Ese desasosiego sólo parece aplacar el himeneo, ayer como hoy [29].

El hombre abrió la boca, diciendo a Enkidú: «En la casa del consejo se ha [decidido], que se (le) reserve gente… para el himeneo. En la ciudad ha acumulado profanación, imponiendo extrañas cosas a la infausta ciudad. Para el rey de Uruk, la de los amplios mercados, el tambor del pueblo suena para la elección nupcial. (…) a fin de que con legítimas mujeres se ayunte. Él es el primero, el marido viene después (…) Todavía no ha nacido el cornudo, pero todo se andará. Muamar el Gadafi no se ha alejado mucho de estos orígenes urbanos y patriarcales [30].

Como en las nacientes ciudades del Far West: Cuando entró en Uruk, la de las amplias plazas, la población le rodeó. Cuando se detuvo en la calle de Uruk, el pueblo se juntó diciendo de él: «¡Es como Gilgamés en persona! aunque de talla más baja. Tiene los huesos más recios. […] vigor tiene. La leche de las criaturas salvajes solía mamar. En Uruk (habrá) un constante (resonar de) armas». Los nobles se regocijaron: «¡Un héroe ha aparecido para hombre del mismo porte! Para Gilgamesh, igual a un dios, su igual ha comparecido».

Pareciera que la construcción de la hegemonía: todo el poder al Uno, fuera imposible, si bien se lo sigue intentado hasta ahora, pues corresponde a la naturaleza de las cosas que haya dos fuerzas antagónicas para que haya vida. Veamos cómo se da esto en Uruk

Se encontraron en la plaza mayor. Enkidu trancó la puerta con su pie, impidiendo que Gilgamés entrase. Se asieron uno a otro, enlazados con fuerza, como toros. Destrozaron la jamba, mientras el muro se estremecía. (…) Cuando Gilgamés dobló la rodilla – con el pie en el suelo – su furia se aplacó y se volvió para alejarse. Cuando se volvió, Enkidú le dijo a Gilgamés: «Por unigénito tu madre te concibió: ¡La vaca salvaje de las dehesas, Ninsunna! Tu cabeza se alza sobre los hombres. ¡Realeza sobre la gente Enlil te ha concedido!»

Los dos rivales se hacen amigos. La disputa no era entre machos. La rival era la diosa Istar. En la “forma ciudad” se da la desigual batalla entre el principio matriarcal-femenino y el principio patriarcal-masculino, sobre un trasfondo económico: Istar enunciará las bondades de la economía de Reciprocidad; Gilgamés las semillas del Capitalismo. Este duelo verbal no tiene desperdicio. Ahí, in nuce, esta todo…hasta el día de hoy. El fragmento, a continuación, proviene de la Tablilla III.

El (Gilgamés) se lavó la sucia cabellera, acicaló sus armas. La trenza de su pelo sacudió contra su espalda. Arrojó sus manchadas (ropas), se puso otras limpias. Se envolvió en un manto franjeado y se abrochó un ceñidor. Cuando Gilgamesh se hubo puesto la tiara, la gloriosa Istar levantó un ojo ante la belleza de Gilgamés.

 

Esa levantada de ojo es de gran señora.

¡Ven, Gilgamesh, sé tú (mi) amante! Concédeme tu fruto. Serás mi marido y yo seré tu mujer. Enjaezaré para ti un carro de lapislázuli y oro, cuyas ruedas son áureas y cuyas astas son de bronce. Tendrás demonios de la tempestad que uncir a fuer de mulas poderosas. En la fragancia de los cedros entrarás en nuestra casa. Cuando en nuestra casa entres, ¡el umbral (y) el tablado besarán tus pies! ¡Se humillarán ante ti reyes, señores y príncipes! El producto de las colinas y del llano te ofrecerán por tributo. Tus cabras engendrarán crías triples, tus ovejas gemelos, tu asno en la carga sobrepujará a tu mula. Los corceles de tu carro serán famosos por su carrera, [¡Tu buey] bajo el yugo no tendrá rival!

La Diosa Istar habla de amor, de pasión, de deseo. El pelotudo de Gilgamés traduce la libido en matrimonio. Aquí conviene una pausa etimológica. Matrimonio proviene de matrem: madre y el sufijo monium que indica calidad de y connota unión entre varón y mujer: Función Onda. En tanto patri-monio connota los bienes adquiridos por herencia patrilineal: Función Partícula. El tener, en efecto, va desplazando al ser. He aquí un malentendido que dura hasta ahora y que es bueno no olvidar que nació dentro de la “forma ciudad”. La forma aldea, hasta donde se, no conoció el matrimonio, tal como nosotros le conocemos. Se van imponiendo las energías fermiónicas.

(Gilgamés) abrió la boca para hablar, [diciendo] a la gloriosa Istar: « ¿Qué te daré para que pueda tomarte en matrimonio? [¿Te daré aceite] para el cuerpo y vestidos? [¿Daré] pan y vituallas? [… ] comida digna de la divinidad, [… ] bebida propia de la realeza [¿… si yo] te tomo en matrimonio?

Dicho esto, brotan de sus labios una lista de improperios e insultos:

[No eres más que un brasero que se apaga] con el frío. Una puerta trasera [que no] detiene la ráfaga ni el huracán. Un palacio que aplasta al valiente […]; Un turbante cuyo amparo […]. Pez que [ensucia] a los porteadores. Odre que [empapa] al que lo carga. Piedra caliza que [comba] el baluarte de piedra. Jaspe [que … ] país enemigo; ¡Calzado que [oprime el pie] de su propietario!

Y, a continuación, la verdad de la mayonesa, hasta el día de hoy, como muestran las telenovelas de todas la latitudes

¿A cuál amante amaste siempre? ¿Cuál de tus pastores plugo [a ti constantemente]? Vamos, y men[cionaré para ti] tus amantes: De…[.. ] Para Tammuz, el amante de tu juventud, has ordenado llantos año tras año. Habiendo amado al pintado pájaro pastor, le lastimas, rompiendo su ala. En los sotos permanece, chillando: «¡Mi ala»! Después amaste a un león, perfecto en fuerza. Siete hoyos y siete cavaste contra él. Luego a un garañón amaste, famoso en la batalla. El látigo, el acicate y la brida ordenaste para él. Decretaste para él un galope de siete leguas. Decretaste para él una bebida de agua cenagosa; ¡Para su madre, Silili, ordenaste gemidos! Después amaste al guardián del rebaño, el cual siempre amontonó para ti pasteles. A diario sacrificó cabritos por ti; pero tú le afligiste, trocándole en lobo, para que sus gañanes le ahuyentaran y sus perros le mordieran las ancas. Luego amaste a Isullanu, jardinero de tu padre, que te ofrecía siempre cestas de dátiles y diariamente adornó tu mesa. Tus ojos se levantaron hasta él, tú fuiste a él: «Oh Isullanu mío, ¡probemos tu vigor! ¡Extiende tu «mano» y toca nuestra «modestia»!». Isullanu te dijo: «¿Qué deseas de mí? ¿Acaso no coció mi madre, no he comido, para que yo pruebe el manjar hediondo, impuro? ¿Protegen las cañas del frío?». Cuando le oíste [hablar] así, le castigaste y le convertis[te] en un topo. Le colocaste en medio de. . [. ]. No puede subir… no puede bajar… Si me amas, [me tratarás] como a ellos.

Si hacemos caso a Freud, podemos añadir: he aquí la causa de la invención del Complejo de Edipo; de las políticas punitivas del embarazo, el parto con dolor, el destete y, si hubieran podido entonces, también la cesárea. La “forma ciudad” no podía permitirse la promiscuidad y libertad sexual-afectiva-amorosa-amical de la “Forma aldea”. La ciudad se basa sobre la dominación de la mujer y, a fortiori, de la sexualidad. El malestar en la civilización está inscrito en sus orígenes. Veamos cómo reacciona la Diosa Istar:

Cuando Istar oyó esto, Istar se enfureció y [ascendió] al cielo. Se adelantó Istar ante Anu, su padre, a Antum, su madre, fue y [dijo]: «Padre mío, ¡Gilgamés ha acumulado insultos sobre mí! Gilgamés ha enumerado mis hediondos hechos, mi fetidez y mi impureza». Anu abrió la boca para hablar, diciendo a la gloriosa Istar: «Pero, en verdad, tú incitarías. [. .], Y por ello Gilgamés ha citado tus hediondos hechos, tu fetidez y tu impureza».

La manida excusa del violador de que ella le incitó, está enclavada, pues, en la historia simbólica de la ciudad. Sigamos:

Istar abrió la boca para hablar, diciendo a [Anu, su padre]: «Padre mío, ¡hazme el Toro del Cielo [para que castigue a Gilgamés], [y ] llene a Gil[gamés …]! Si tú [no me haces] [el Toro del Cielo], quebraré [las puertas del mundo inferior] [ … ], Yo [levantaré los muertos roídos (y) vivos], ¡para que los muertos superen a los vivos!» Anu [abrió la boca para hablar], diciendo [a la gloriosa Istar]: «[Si hago lo que me] pides, [habrá] siete años de cáscaras (hueras). ¿Has cosechado [grano para la gente]? ¿Has cultivado hierba [para las bestias]?» [Istar abrió la boca] para hablar, [diciendo a A]nu, su padre: «[Grano para la gente] he almacenado, [hierba para las bestias] he proporcionado. [Si ha de haber siete] años de cáscaras, [he reu]nido [grano para la gente], [he cultivado] hierba [para las bestias]».

Ahora sabemos donde se inspiró el redactor de la historia bíblica de José. No insistiré en lo económico que, para ello, he escrito una lectura económica de este epos [31]

El estado fragmentario de la Tablilla impide su traducción. Sin embargo, se desprende de ellas que Anu cedió a la petición de Istar, porque el Toro baja y mata centenares de hombres con sus dos primeros resuellos. Con [su] tercer resoplido [saltó] contra E~lkidu. Enkidu paró su embestida. Brincó a lo alto Enkidu, asiendo al Toro del Cielo por los cuernos. El Toro del Cielo lanzó [su] espuma a [su] cara. Le restregó con lo espeso de la cola. Enkidu abrió la boca para hablar, diciendo [a Gilgamés]: «Amigo mío, nos hemos preciado […]».

Las líneas 137-151 están mutiladas, pero las incidencias de la lucha se manifiestan en las siguientes. Entre el cuello y las astas hincó su espada. Cuando hubieron matado al Toro, arrancaron su corazón, colocándolo ante Samas. Retrocedieron y rindieron homenaje a Samas. Los dos se sentaron. Entonces Istar subió al muro de la amurallada Uruk, Se encaramó en las almenas, pronunciando una maldición:

«¡Ay de Gilgamesh porque me injurió matando al Toro del Cielo!» Cuando Enkidu oyó estas palabras de Istar, arrancó el muslo derecho del Toro del Cielo y lo lanzó a su cara: «Si pudiera atraparte, como a él te trataría. ¡Sus entrañas colgaría a tu lado!» (A esto) Istar congregó a las consagradas, las mozas (de placer) y las hieródulas (del templo). Sobre el muslo derecho del Toro del Cielo lanzó un lamento. Pero Gilgamés llamó a los artífices, a los armeros, a todos (ellos). Los artesanos admiraron la grosura de sus cuernos.

La pugna, el tinku, del principio matriarcal-femenino y el principio patriarcal-masculino está declarada. Los actores son significativos. Por un lado: las sacerdotisas del sexo; también llamadas por otros traductores, “las hijas del goce”; por el otro: los artesanos y, en especial, los armeros: los hijos de la guerra. Thánatos contra Eros.

Así, las cosas ¿Qué vida buena, entonces, es posible en la ciudad, rotas las amarras con la naturaleza, en las antípodas de la “forma aldea”? La epopeya enuncia una vía, que retumba en el Eclesiastés: 1:4; 1:11; 2:16; 5:18; 8:15; 9:8-9; 9:6 y ha sido cultivada por cierta tradición sefardí [32], hasta el día de hoy. La cervecera de Uruk le dice a Gilgamés:

«Gilgamés, ¿a dónde vagas tú? La vida que persigues no la hallarás. Cuando los dioses crearon la humanidad, la muerte para la humanidad apartaron, reteniendo la vida en las propias manos. Tú, Gilgamés, llena tu vientre, goza de día y de noche. Cada día celebra una fiesta regocijada, ¡Día y noche danza tú y juega! Procura que tus vestidos sean flamantes, tu cabeza lava; báñate en agua. Atiende al pequeño que toma tu mano, ¡Que tu esposa se deleite en tu seno! ¡Pues ésa es la tarea de la [humanidad]!»

Termino, ya, con una meditación típicamente urbana sobre el sentido de esta aventura separada del continuo con la naturaleza. Urshunabu le dice a Gilgamés:

“He aquí el lugar de donde partiste y he aquí tu destino final. No has de desechar las experiencias de tu viaje, sino, conviviendo con ellas, regresar a tu morada, descansar y reflexionar, para seguir mañana el curso de tu vida.” Gilgamés, sin bajar del bote, apuntaló la pértiga y lo hundió en la orilla, diciendo a Urshunabu: “¿Seguir el curso de mi vida? ¡Cómo podría ser capaz! Me fue robado el camino de vuelta a casa, la muerte sigue presente en todas partes. Allí donde mire al amanecer, se encontrará la muerte; allí donde mire al atardecer, se encontrará la muerte; cada palacio, hogar y templo son ya presas de la muerte. ¿Cómo podrá ser pleno mi corazón en este mundo? Regresa tú, Urshunabu, dirígete a la ciudad de Uruk. Admira si las murallas son de ladrillo cocido, si sus cimientos fueron echados por los siete sabios. Admira el templo de Eanna, la morada de Anu e Ishtar, si sus aguas fluyen constantemente, y su brillo no muere ni de día ni de noche. Después dirígete a sus gentes, si son felices, y relátales lo que has visto”. “Mundos hay aparte de éste, Urshunabu, más allá del dominio de los dioses y de las gentes. Son todos mundos de idolatría, llenos de magia, horrores y miserias, lo reconozco, pero quizás en ellos resplandezca aún un poco de alegría para mí. Quizás, más allá del horizonte, siga existiendo todavía algún lugar que contenga el secreto de la vida eterna, mi salvación en la inmortalidad. Donde el cardo y sus pétalos de rosa, sigan brillando a la luz del mediodía.” Y bajando Urshunabu del bote, Gilgamesh empujó la pértiga y se alejó de la orilla, adentrándose en los mares desconocidos, hacia los mundos que existen más allá de este mundo. Donde ni los dioses, ni los hados, alcanzan a sus gentes”.

En este fractal del comienzo podemos también reconocer la luz de este atardecer.

Lectura
La “forma ciudad” como productor de complejidad.

Las concentraciones urbanas demuestran que la tendencia a la agregación es una tendencia generalizada de la especie, que incrementó la capacidad de transformación del entorno de los núcleos urbanos. En Uruk se construyeron edificios de hasta 68 metros de longitud, 61 metros de anchura y 12 de altura. Esto requirió la organización de grandes cantidades de mano de obra e ilustra el grado de control que ya ejercía la naciente “forma estado”, entonces abiertamente sacerdotal.

En quinientos años, Uruk llegó a los 50.000 habitantes, en tanto el número de aldeas de alrededor se redujo de 146 a 24. Esta tendencia no ha desaparecido hasta el día de hoy. Ahora bien, en la concentración se amplifican todos los impactos: ecológicos y psíquicos sobre todo. Así, por ejemplo, se modifican los ecosistemas naturales para generar espacios cultivables; se canaliza el agua de los ríos para agua potable e irrigación; se organiza el reparto y almacenamiento del excedente y, con todo ello, la tecnología de la organización social, la gestión administrativa y su control político. Un exceso de inter conectividad e interacción también desequilibran las relaciones. A lo que hay que añadir la rivalidad entre ciudades que requirieron fortificaciones, líderes y ejércitos. El mantenimiento de estos asentamientos generó, inexorablemente, clases sociales con privilegios diferenciados. En todos los casos, las necesidades de organización requirieron sistemas de almacenamiento de la información.

El comercio trae una innovación interesante. En vez de mover hombres y animales, mueve los productos y, luego, las mercancías. Esta solución es la más fácil, si se dispone de energía y tecnología de transporte. De este modo se consolidan las grandes aglomeraciones urbanas, que resultan más cómodas para la distribución de alimento y la provisión de servicios a las personas que no trabajan en el campo y son la fuente del nuevo poder político.

Mucho antes de la aparición de la moneda, de tasa positiva, en el templo rojo de Uruk funcionaba una moneda de tasa negativa, basada fundamentalmente en la aceptación de depósitos de cosechas, mercancías, bienes preciosos, que daban lugar a anticipos y otras operaciones. Siguiendo la pauta hermenéutica, sugerida por Bernard Lietaer [33], podemos hablar de una moneda femenina, como en el Egipto de la Diosa Isis.

Así, pues, el mercado se constituye en una interfase fundamental entre la ciudad y su entorno. El transporte y sus infraestructuras de comunicación, asociados al comercio, serán un elemento básico para la constricción también de los ecosistemas naturales y su modificación. Con estos elementos conectores, el primigenio mercado interior de la ciudad, que fue el almacén asociado al templo, pasó a convertirse en el punto neurálgico de la “forma ciudad”: encuentro entre habitantes, mercaderes, productores, administradores y políticos. Fue esta posibilidad de encuentro y mezcla lo que daría a las ciudades un carácter cosmopolita, ya entonces. La “forma ciudad”, además, es un lugar en el que, por primera vez, se concentra la información de una manera exosomática, es decir, fuera de las memorias individuales, como acaece y, a saber, cara a cara en la “forma aldea”. Las abstracción y las mediaciones están ineluctablemente unidas a la “forma ciudad”. La escritura destila abstracción; empieza, ésta, por las leyes: Hamurabi, y termina en la filosofía. La “forma aldea” no produce filosofía, porque lo matriarcal-concreto es lo que hace masa crítica.

Las relaciones ecológicas con el entorno
Clive Ponting [34] ilustra la presión ambiental de estos asentamientos sobre el entorno, debido al incremento de la sedentarización y al aumento de población. Plantea que la agricultura conlleva el clareo de los ecosistemas naturales para crear un hábitat artificial, donde se puedan cultivar las especies vegetales deseadas y facilitar la procreación de los animales útiles al ser humano. Esto genera cambios en el ecosistema y en el suelo que sufre una mayor exposición a los elementos naturales como el viento y la lluvia, ocasionando índices mayores de erosión y trastornos en el ciclo de reciclaje de nutrientes. El riego excesivo puede llegar a anegar lo suelos y el incremento de minerales como la sal vertidos a él, con dosis fuertes de evaporación del agua, puede llegar a salinizar a éstos. Según el autor, los paisajes mediterráneos actuales de olivos, viñedos, arbustos bajos y hierbas aromáticas son resultado de aquellos desarrollos. Espacios anteriormente ocupados por bosques de árboles de hoja perenne y caducifolios, como robles, hayas, pinos y cedros, que fueron talados para conseguir madera, para generar espacios agrícolas y un apacentamiento excesivo de ganado ovino y vacuno, especialmente del caprino que devoraban los tallos jóvenes e impedían a los árboles regenerarse. Todo ello incrementó la erosión del suelo, que arruinó la tierra agrícola y el cieno arrastrado por los grandes ríos generó grandes deltas y marismas en las desembocaduras de los ríos.

El mantenimiento de una cada vez mayor fuerza social dedicada a la organización y a la defensa, requirió de mayor producción agrícola de trigo y cebada, la cual supuso mayor irrigación del suelo, lo que generó cada vez más una mayor salinización de éste. Este incremento de la salinización obligó a usar la especie más adaptada a este medio: la cebada, lo que supuso un mayor consumo de los mismos nutrientes en el suelo y, por ello, un menor rendimiento de las cosechas en el tiempo, lo que hizo que la capacidad de auto sustento de la ciudad se debilitara y, con ello, se debilitaran sus fuerzas de protección y ésta estuviera expuesta en mayor medida al acoso de fuerzas de ciudades rivales y, por ello, a su destrucción. Las cosechas en la ciudad de Uruk cayeron un 42%, entre el 2400 y el 2100 antes de J.C., y un 65% hacia el 1700 a.d.C. Hay documentos que datan del 2000 a. d. C. que hablan que la tierra se volvió blanca, una clara referencia al drástico impacto de la salinización.

Las relaciones sociales

Lewis Munford [35] considera como un origen probable de la “forma ciudad” la simbiosis entre cazadores nómadas y comunidades sedentarias. La psicología ambiciosa y focalizada del cazador: energía fermiónica, combinada con la psicología de estabilidad y seguridad del aldeano: lóbulo cerebral derecho, hubieran dado origen a las primeras ciudades. Es fácil pensar que las aldeas protegidas por el cazador florecieran mejor que aquellas cuyas cosechas, por ejemplo, podían ser pisoteadas por las bestias del campo o hurtadas. Pero he aquí que la misma prosperidad y la misma paz de la aldea matriarcal, pueden haber llevado a sus protectores a cambiar el papel de perros guardianes por el de lobos, exigiendo pago por la protección, en un intercambio de servicios cada vez más unilateral.

Por otro lado, el sentimiento de producir el propio alimento, con la horticultura, generaría un sentido de su propiedad, frente a la actitud diferente de los grupos recolectores, para los que la comida es un don de la Madre Tierra. “El sudor de la frente” del agricultor pudo, pues, crear una diferencia psico sociológica ante el talante más contemplativo del cazador–recolector, que llevarían a introducir el germen de la diferenciación social.

Sugiero la siguiente conjetura: dicha evolución es coherente con la del sistema nervioso. En efecto, en el seno del nuevo organismo social, el hipotálamo agresivo está representado por el cazador. Ahora bien, debido al desarrollo de la agricultura, esta agresividad proveedora del alimento ya no tendría tanta razón de ser. El agricultor, por su parte y bien pronto el artesano están representados por el sistema límbico, el cerebro mamífero, capaz de aprendizaje y memoria. Así, pues, a través de la simbiosis de estas dos funciones: instinto y aprendizaje, es como se hubiera arribado a la “forma ciudad”.

Esto generaría, por así decir, una diferenciación importante inter especie, que se complementaría con un desarrollo neuro cerebral también diferenciado. La psicología del cazador, con un hipotálamo agresivo pero, a la vez, con una visión de la naturaleza como fuente de recursos y la psicología del agricultor, que requiere de mayor capacidad de aprendizaje y conocimiento sobre el medio y con un desarrollo cerebral en el que los mecanismos de la agresividad son sustituidos por funciones más de crianza; estos dos esquemas de comportamiento, al mezclarse entre sí, generarían la variabilidad necesaria para que se desarrolle la complejidad.

En resumen, la evolución de la “forma aldea” matriarcal a la “forma ciudad” patriarcal se ha realizado, por lo que parece, no tanto bajo el aspecto de una mutación aleatoria, cuanto de una simbiosis, en la que se minimizan las relaciones de consanguinidad: derecho materno, y aparecen por primera vez relaciones abstractas, es decir, políticas: patriarcales. La fuerza de la mujer residió en los misterios de la menstruación, la cópula, el alumbramiento: en las artes de la vida: energía bosónica. Ahora, la fuerza del varón consiste en proezas de agresión y fuerza, en demostrar su capacidad para matar, superar obstáculos e imponer su voluntad a otros hombres, destruyéndolos si se resisten, como cantan en sus epopeyas: energía fermiónica

Recapitulación

Constatamos un sistema social: masculino-femenino en el que la masa crítica bascula hacia lo patriarcal o, mejor dicho, se basa en el Macho Alfa [36] y lo femenino es reducido a un barrio, Eana, donde rige el principio matriarcal: la sede de la diosa Istar que juega un rol civilizador: el sexo convierte al salvaje en civilizado. Este patrón volverá a refulgir en la Cataluña cátara

Vemos el comienzo del funcionamiento de un paradigma de tipo mecanicista. Empieza una separación voluntaria del entorno.

La naturaleza se va convirtiendo en una externalidad

 

Se empieza a vivir en la Separación de lo ctónico, que aparece, sin embargo, en los sueños.

 

El funcionamiento organizacional de la “forma ciudad” va siendo de orden heteropoyético: interdependiente: comercio lejano, colonias: materias primas y alimentos

 

La Escritura empieza a convertirse en el medio predilecto ara consignar la información

 

Aparecen los primeros vestigios de la propiedad privada y la “forma familia”

 

Aparece la estratificación social y las consiguientes distinciones de clase, rango, casta y sexo, desde el nivel de lo simbólico.

 

Las relaciones de consanguinidad se van minimizando y apareciendo las relaciones civiles y políticas

Desde el nivel de lo real, aparece la división del trabajo: los gremios: albañiles, cerveceros, armeros, escribas…

En Uruk se siembran las semillas del Capitalismo [37]. Entiendo, básicamente, por capitalismo una economía basada en tasas de interés positivo; primero, simple; después compuesto, que será la que dará lugar al capitalismo financiero.

Aparecen los pobres. La riqueza urbana se destila de la apropiación de la labor de las mayorías que se las empieza a domesticar con espejismos: las trifulcas del jet set celestial y, para los dark: lo underground “dionisiaco”.

La “forma ciudad” presiona sobre el entorno, modificando los ecosistemas

Explotación de la periferia: aldeanos neolíticos. El extractivismo da sus primeros pasos: talar el bosque de los cedros

 

Los cazadores se van convirtiendo en policías: se va concentrando la fuerza para controlar el caos matriarcal, siempre latente.

Tendencia a la centralización: de poder, información, placer, privilegios. Energías centrípetas

Aparece la plaza del mercado que atrae los bienes y servicios. Probablemente, ad intra, funciona la reciprocidad y, ad extra, el intercambio [38]. Comercio lejano: incremento de la variedad, aparece lo superfluo: la conciencia de las necesidades empieza a aumentar

La “forma ciudad” da a luz un nuevo ser virtual: la noción del Crecimiento que rompe con la homeostasis aldeana. El Tiempo se va emancipando del tiempo-espacio: pacha. La semilla de la noción de emancipación empieza a surgir.

En pocas palabras: las energías fermiónicas hacen masa crítica en la “forma ciudad”.

Redes chacha warmi de Pueblos en Transición

Antes de proseguir, voy a condensar los elementos característicos de las tres formas que estamos analizando para observar sus mutuas relaciones y colegir, en la columna del centro, lineamientos de lo que podría ser el Tercero Incluido de ambas

 

Forma aldea

Forma Pueblos en Transición

Forma ciudad

Sistema social femenino-masculino en el que la masa crítica bascula hacia lo matriarcal

 

Sistema social femenino-

masculino que busca un equilibrio chacha-warmi

Sistema social masculino-femenino en el que la masa crítica bascula hacia lo patriarcal
Paradigma de tipo orgánico, en el continuo de la naturaleza. Paradigma orgánico, en el continuo de la naturaleza pero consciente que una distancia crítica permite pasar del miedo al juego Paradigma de tipo mecanicista. Empieza una separación voluntaria del entorno.

 

La naturaleza no es una externalidad al proyecto humano. La naturaleza no es una externalidad. Nosotros somos naturaleza consciente La naturaleza se va convirtiendo en una externalidad

 

Se vive en el Continuo Se busca un equilibrio entre la Separación y el Continuo: Crianza de la Vida Se empieza a vivir en la Separación de lo ctónico.
Organización autopoyética

 

Conciencia de la interdependencia, incluso con universos paralelos Organización heteropoyética: interdependiente: comercio lejano, colonias: materias primas y alimentos
Ritualidad Ritualidad, escritura, arte: homo ludens Escritura
Usufructo compartido de los bienes Usufructo de los bienes comunes y propiedad privada de la casa, la huerta y la computadora Propiedad privada
Igualitarismo Rotación de roles sobre la base de que todos somos diferentes, de facto, aunque, de iure, vale la ficción de la igualdad Estratificación social y distinciones de clase, rango, casta y sexo.

 

Relaciones fraternales horizontales Relaciones fraternales y amicales Relaciones civiles y políticas
Todos hacen de todo Sobre una especialización mínima, basada en el talento congénito, rotar por todos los trabajos División del trabajo

 

Economía de Reciprocidad Monedas de tasa negativa, para vivir bien; monedas de tasa positiva, para ahorrar comunitariamente: Caja municipal Economía capitalista: tasas de interés positivas

 

No hay pobres Simplicidad voluntaria Aparecen los pobres

 

Equilibrio con el entorno Homeostasis, calculando los pasivos ambientales Presión sobre ecosistemas del entorno

 

Autosuficiencia Autosuficiencia comunitaria y compartir en la red Explotación de la periferia: aldeanos neolíticos.
No hay policía Poner las condiciones de la confianza mutua: todos tienen lo suficiente Los cazadores se van convirtiendo en policías
Modelo interactivo

 

Centralizar en lo estratégico y descentralizar en lo cotidiano Tendencia a la centralización
Compartir Compartir e intercambiar Intercambio: mercado
Homoestasis El Pueblo no debe sobrepasar un número de habitantes predefinido. Un pueblo es un habitat donde todos se conocen por el nombre. Superado ese umbral, se empieza otro pueblo Crecimiento. Extractivismo: talar el bosque de los cedros
Las energías bosónicas hacen masa crítica Sistema energético bosónico-fermiónico que bascula, empero, hacia un equilibrio de género Las energías fermiónicas hacen masa crítica

 

Soy muy consciente de la fuerza irresistible de la “forma ciudad”. El campo se sigue vaciando, en todo el mundo, y van creciendo cancerígenamente las ciudades, sobre todo en el tercer mundo. En el caso de Bolivia también esta tendencia es cierta, pero con una salvedad: los pueblos indígenas, además de ser contradictorios por diseño mental [39], conservan su estrategia del doble y hasta triple domicilio [40]. La forma mentis de dispersar el riesgo y no poner nunca todos los huevos en una sola canasta, se ha vuelto a insinuar a propósito del último censo, 2012, y ello me hace sospechar que mi propuesta no es tan delirante. Para ellos, esa posibilidad late virtual en el manqha pacha. Es cuestión de un contexto político favorable. Además, en general, pienso que la razón me asiste paladinamente, aunque también entiendo las resistencias irracionales que están mostrando, sobre todo las elites de Occidente, ante la crisis de civilización.

 

De todos modos esbozaré una breve cartografía de por donde van los tiros, ahora.

Contexto actual: grandes tendencias, macro y micro

Tendencias globales

Es evidente que las elites políticas no están a la altura de la crisis civilizatoria, basada en la explotación ilimitada de la naturaleza, la acumulación también ilimitada de riqueza, que provoca, por un lado, injusticia social y, por otro lado, un desequilibrio ecológico planetario. Esta ceguera colectiva (que ya conocemos de los mitos del Diluvio: Gilgamés, Noé) nos está llevando hacia un abismo ecológico [41]. Pero, bueno, tampoco me sorprende. Soy consciente que también pertenecemos al género homo demens.

Los políticos no pueden ni quieren tomar las medidas necesarias para cambiar el curso de las cosas. La economía especulativa sigue floreciendo, los mercados están cada vez menos regulados y la alarma ecológica, materializada en el calentamiento global, ha sido dejada, prácticamente, de lado en los foros internacionales.

Esta ceguera cognitiva y ética brota de dos supuestos. El primer supuesto es el cuento, que nace en Uruk, acerca del Crecimiento ilimitado y que las sociedades industriales efectivizan sobre la base de la energía fósil y la desvinculación del capital especulativo (: la tasa de interés compuesto) de la economía real.

La falsedad de este supuesto estriba en que no se quiere tener en cuenta los límites de la Tierra, entendida como un sistema vivo. Un planeta limitado no soporta un proyecto ilimitado. Es muy simple, en realidad.

La segunda razón es de orden filosófico. Implica un cambio de paradigma. Dicho con una metáfora simple: debemos recuperar la inteligencia emocional para equilibrar la fuerza tanática de la razón instrumental, aupada por el patriarcado, absolutizada por la Ilustración e implementada por la sociedad industrial. Tenemos que aprender, como civilizaciones, a complementar mejor las funciones de nuestros dos lóbulos cerebrales.

Si no buscamos la complementariedad de la inteligencia emocional: lóbulo derecho, y la razón instrumental: lóbulo izquierdo, nunca vamos a sentir, como sostiene Leonardo Boff, los gritos de la Madre Tierra, el dolor de las selvas y los bosques abatidos, ni la devastación actual de la biodiversidad. A lo cual debemos añadir la Ch´uyma: el cuidado, el respeto y el cariño por todo lo que vive. Sin esta conexión mente-cuerpo: pensar con las entrañas, nos podremos salir de la actual trampa en la que nos debatimos.

Tendencia locales

De momento son sólo tendencias, puntos de mutación, que podrán salvaguardar la vitalidad de la Tierra y abrirnos hacia una nueva civilización.[42]

Pareciera que se empieza a superar la dictadura de la razón instrumental, principal responsable de la devastación de la naturaleza, mediante la incorporación de la inteligencia emocional que nos lleva a responsabilizarnos con el destino de la vida misma en todas sus manifestaciones.

Empieza a cundir el reconocimiento de la economía de reciprocidad: hasta el Papa la nombra en su encíclica Caritas in Veritate. Proliferan las economías solidarias, brotan como hongos las Monedas complementarias locales, de tasa negativa, precisamente; en Europa se empieza a hablar del decrecimiento e investigar sobre la felicidad, nada menos que desde la economía.

Da que hablar un así llamado eco-socialismo democrático que propone una forma nueva de producción con la naturaleza y no contra ella y una necesaria gobernanza global.

Se empieza a hablar de Bio Región, de Enfoque biocultural, que se presentan como medidas correctivas complementarias a la globalización y al Desarrollo, valorando los bienes y servicios de cada región con sus ecosistemas, población y cultura.

Ha rebasado las fronteras andinas la noción del Suma Qamaña, traducido como el Vivir Bien de los pueblos originarios que implica la noción de Crianza de la vida en el continuo de la naturaleza y el respeto a los derechos de la Madre Tierra.

No es nueva la noción estoica de la sobriedad compartida o la sencillez voluntaria que ha renacido entre las elites globales y cuestiona las patologías consumistas de las sociedades urbanas.

Es cada vez más visible el protagonismo de las mujeres y de los pueblos indígenas que presentan una nueva benevolencia hacia la naturaleza y formas más solidarias de producir y consumir.

Es sintomática la creciente acogida de las categorías de cuidado y ch´uyma; son vistas como la lógica de la red de la vida que garantiza las interdependencias de todos con todos asegurando la vida en la Tierra. Estamos basculando hacia el lado matriarcal.

Se empieza a hablar de la ética de la responsabilidad universal, pues todos somos responsables del destino común, el nuestro y el de la Madre Tierra.

Más allá de las religiones, la humanidad recupera la dimensión intangible, energética, que nos permite sentirnos parte de la totalidad, lo que nos lleva a cuidar mejor de ella. Todos nos vamos volviendo spinozistas: Deus sive natura.

Todas estas iniciativas son más que semillas. Como dice Boff: son ya brotes que muestran la posible floración de una Tierra nueva con una humanidad que está aprendiendo a responsabilizarse, a cuidar y a amar la herencia recibida. Valores matriarcales.

Supuestos básicos

Nuestro principal supuesto es que nuestro atraso es, ahora, nuestra principal ventaja. No se trata de oponerse a los hidrocarburos, sino, con esos recursos, diversificar y descentralizar otras fuentes de energías complementarias.

De todos modos, la tendencia general (por la subida de los precios del petróleo, debido a su creciente escasez) es que será inevitable vivir con un consumo de energía mucho más bajo y, por tanto, es mejor planearlo en lugar de ser tomados por sorpresa.

La tendencia local, sin embargo, es que, con la prédica del Desarrollo después del 52, nuestras comunidades y asentamientos han perdido en resiliencia; son más vulnerables porque la mirada de la gente está puesta en la ciudad y ya no en la comunidad. Los pueblos se están despoblando. Tenemos que cambiar la mirada.

La estrategia del Vivir Bien debe liberar nuestra creatividad y capacidad colectiva para construir nuevas formas de vida más enriquecedoras, más conectadas a la familia, a los amigos, a la comunidad y a la naturaleza, reconociendo, por un lado, los límites biológicos del planeta y, por otro lado, que tenemos desocupado gran parte de nuestro territorio. Es insensato concentrarse en las capitales departamentales.

Si las Autonomías y la descentralización se aplicaran a diseñar un futuro con economías locales revitalizadas, basadas en la complementariedad de la Reciprocidad y el Capitalismo, tendríamos muchas ventajas sobre todo lo conocido, aquende y allende, lo que implica una población más contenta, que gerencia creativamente su extraordinaria biodiversidad produciendo un ambiente saludable, y un entorno de estabilidad y seguridad, basado en el compartir del Ayni y donde al Capitalismo se le ha capado las tasas de interés positivo, sobre todo el interés compuesto.

Algunos peligros a evitar

No hay que planificar a detalle: tendencia de la razón: lóbulo izquierdo. Hay que dar su lugar al caos: a la improvisación y la creatividad, para evitar el error que cometieron los utopistas, sobre todo los del así llamado socialismo utópico: bajar al detalle. Resumiré un ejemplo conocido: los falansterios de Fourier

Según el, la humanidad debe estar agrupada por comunidades, regulares por el número de sus habitantes, por su orden interior y por las condiciones de equilibrio en relación con otras comunidades, obedeciendo todas a leyes análogas. En el orden societario estas comunidades reciben el nombre de falange, palabra que significa una idea de conjunto, de unidad, de voluntad y de objeto. La falange debe estar compuesta de 400 familias (1.600 o 1.800 individuos, con arreglo a la densidad de las familias de 4,5). Las bases de esta asociación son: 1º Todos los habitantes de la comunidad, ricos y pobres, formarán parte de la asociación; el capital social lo constituirán los inmuebles de todos y los muebles y capitales aportados por cada uno a la sociedad. 2º Cada asociado a cambio de lo que aporte, recibirá acciones que representen el valor exacto de lo que haya entregado. 3º Toda acción tendrá hipoteca sobre la parte de los inmuebles que represente y sobre la propiedad general de la sociedad. 4º Todo asociado (se es asociado aun cuando no se posean acciones ni capital alguno) debe concurrir a la explotación del bien común, con su trabajo y con su talento. 5º Las mujeres y los niños entran en la sociedad con el mismo título que los hombres. 6º El beneficio anual, después de satisfechos los gastos comunes, será repartido proporcionalmente según las tres facultades productivas: capital, trabajo y talento. Los fourieristas suponen que esta organización producirá importantísimas y fecundas consecuencias, pues, por ejemplo, las 400 familias reunidas hallarían una gran ventaja en sustituir sus 400 hogares, que emplean a 400 mujeres, por una buena cocina dirigida por unas cuantas personas hábiles en el arte de cocinar; sus 400 graneros por uno bueno; sus 400 bodegas por una amplia y magnífica, etcétera. La falange, o sea la reunión de 400 casitas, vendría con el tiempo a reunirse en un solo edificio; con 400 departamentos con dependencias comunes y particulares, y este gran edificio unitario recibirá el nombre de falansterio.

.

Por eso termino aquí. Pienso que es suficiente tener la perspectiva global: qué formas se ha desarrollado: aldea, luego ciudad; la crisis de la forma ciudad, por el cambio climático, que es resultado de una apuesta por la Separación y haber desarrollado, preeminentemente del lóbulo cerebral izquierdo de la humanidad. El desafío, ahora, es equilibrar ambos lóbulos cerebrales en el diseño de nuestro habitat. Los bolivianos tenemos, además, la suerte de contar, cerca, con un modelo social basado en la búsqueda de la complementariedad de ambas energías: el ayllu. Podemos aprender de experiencias concretas.

[1] Cf. Javier Medina, Ecozoico y Cambio climático. La Paz: Circulo Achocalla, 2012

[2] CF. Pedro Brunhart, Es inminente la Escasez del Petróleo. La Paz: Círculo Achocalla, 2012

[3] En 1994, siendo Subsecretario de Desarrollo Rural, promoví este concepto, con ayuda de la FAO. Lo estratégico, entonces, de posicionar primero la Municipalización de Bolivia, hizo que esa idea pasara a un segundo lugar. La retomo, en el nuevo contexto, sumándome al movimiento de los Pueblos en Transición. Cf. Mi rendición de cuentas como servidor público: Poderes Locales. Implementando la Bolivia del próximo milenio. Protocolos de gestión de un Subsecretario. La Paz: FIA / Semilla / CEBIAE, 1997

[4] Cf. Jerzy A. Janik, Analogía entis. The old and new Concepts of Physics. Niewodniczanski Institute of Nuclear Physics. Krakow. www_uni.lodz.pl/concepts

[5] Cf. Dominique Aubier, La Face cachée du Cerveau. Tome I: Le motor Immobile, Tome II: Le Bienfaiteur Sublime. Edición de autor, 1989. Cf. Dominique Aubier, L’Ordre cosmique. Edición de autor, 1994

[6] Sefer Yetzirah. El libro de la formación. Versión de Isidor Kalisch. Madrid: EDAF, 1993.

[7] Cf. Ayssar Arida, The Quantum City. Oxford: Architectural Press, 2002. Así mismo: Javina Medina-Dibbits

[8] Batty, M. & Longley P. Fractal Cities. Academic Press, 1994

[9] Empleo, patriarcalmente, la expresión “forma…” como un equivalente de las expresiones alemanas. Idealtypus o Gedankenbild o Gestalt. Son prótesis conceptuales que ayudan a entender.

[10] Franz Karl Mayr, “Genos” und Geschlecht. Zum Problem der Metaphysik. Semestre de invierno, 1966, Innsbruck

[11] Tanto monta que este Uno sea entendido masculina o femeninamente. Pienso en las feministas de las ONGs locales y las representantes de la cooperación internacional en Bolivia.

[12] Cf. Franz Karl Mayr; ,“Der Ausschluss der weiblich-mütterlichen Analogie für Gott”, en: Theologie und Glaube, 1973

[13] Cf. Mi texto: Economías de la Madre Tierra. Explorando los fundamentos de la vida buena. Manuscrito

[14] Véase: Sigmund Freud, Die Verdrängung, en: Gesammelte Werke: X, 248-261

 

[15] Cf. Leonardo Boff, El cuidado esencial. Ética de lo humano compasión por la tierra. Madrid: Editorial Trotta, 2002

[16] Cf. Dominique Temple, La reciprocidad y el nacimiento de los valores humanos, tomo I de La Teoría de la Reciprocdad. La Paz: padepGTZ, 2003.

[17] Véase un ejemplo amerindio: Blanca Solares, Madre Terrible: La Diosa en la religión del México antiguo. Madrid: Anthropos, 2007

[18] Para el caso judeo cristiano véase la diosa de origen mesopotámico Lilith: Carmen Posadas y Sophie Courgeron: A la sombra de Lilith: en busca de la igualdad perdida, Barcelona: Planeta, 2004

[19] Por ello no es relevante que las mujeres tengan derecho al 50% en el aparato patriarcal del Estado o de las finanzas; se comportarán como machorras (cuerpo de mujer y mente masculina), ineludiblemente. Es trágico, para todos, que las feministas hayan caído, tan ingenuamente, en las trampas del patriarcado. La “forma ayllu”, por ejemplo, es una configuración que permite pensar la administración de los bienes comunes de modo chacha-warmi, justamente.

[20] Cf. Cacioppo, J.T., Berntson, G.G., Sheridan, J.F., & McClintock, M.K. (2000). “Multilevel integrative analyses of human behavior: social neuroscience and the complementing nature of social and biological approaches”. En: Psychological Bulletin, 126, 829-843

[21] Cf. Jean-Claude Margueron, Los mesopotámicos. Fuenlabrada: Cátedra, 2002; Gwendolyn Leick: Mesopotamia: la invenció de la ciutat. Barcelona: Rubí, 2002.

[22] Véase: “A sumerian inscription of the Fuente Magna, La Paz, Bolivia”. En: Epigraphic Society 13(1985)9ss

[23] Me permito juntar a ambos héroes porque corresponde, ello, tanto a la literalidad como al sentido de la narración y expresa la (temida y resistida) complementariedad de opuestos, como en el caso de don Quijote: función Partícula, y Sancho: función Onda. Simbólicamente van juntos

[24] Cf. es.wikisource.org/wiki/La_Saga_de_Gilgamesh

[25] El equilibrio inicial entre la amistad y la enemistad es relativo: si la enemistad prevalece, se desarrolla un sistema de reciprocidad negativa dónde la venganza, por ejemplo, será la matriz del honor. Ver: dominique.temple.free.fr

 

[26] Los traductores, patriarcalmente, traducen por ramera, prostituta, puta, buscona…En el mejor de los casos, hablan, inapropiadamente, de prostitución sagrada. Tenemos que ser contextuales. Entonces el Capital y la monetización de la sociedad estaba recién dando sus primeros pasos. Véase mi lectura económica de la epopeya. Prefiero usar hieródula que es más exacta. Proviene de la voz griega ieros: sagrada, apartada para dios, y doulos: servidora, parte del séquito real

[27] Cf. L. Hunt, (ed.): The Invention of Pornography. New York: Zone Books. 1993

[28] Las gacelas, como metáfora del amor homosexual, llega hasta la edad media europea. Véase: Jefin Schirmannn, “The Ephebe in Medieval Hebrew poetry. En: Sefarad 15(1955)55-68

[29] Ver Dominique Aubier: “DSK: décolage en règle”, en Petites chronique du temp, en: www.dominique-aubier.com

[30] Cf. Annick Cojean, Les proies. Dans le harem de Kadhafi. Paris: Grasset, 2012

[31] Javier Medina, Gilgamés y Enkidú: una lectura económica, en www.circuloachocalla.com

[32] Véase la poesía sefardí de la época de El-Andalus. Minimalista: la ética de la alegría de Baruj Spinoza; véase, así mismo, mi: Suma Qamaña: Por unas convivialidad postindustrial. La Paz: Garza Azul Editores, 2006.

[33] Cf. Bernard Lietaer, Au Coeur de la monnaie. Gap: Yves Michel éditions, 2011.

[34] Clive Ponting, A Green History of the World. The Environment and the Collapse of Great Civilizations. New York, Penguin, 1993

 

[35] Cf. The City in History: Its Origins, Its Transformations, and Its Prospects . New York: Harcourt, Brace & World, 1961

[36] Cf. David L. Mech: “Alpha Status, dominance and division of labor in Wolf packs”. En: Canadian Journal of Zoology 77(1999)

[37] Cf. Javier Medina, Gilgamés y Enkidú: los orígenes de la economía patriarcal. La Paz: Círculo Achocalla, 2012

[38] Sobre la distinción entre reciprocidad e intercambio, véase Dominique Temple: reciprocidad e intercambio, en: dominique.temple.free.fr

[39] Léase: Fernando Montes, La máscara de piedra. La Paz: Librería Armonía, 2000

[40] John Murra (1964) “Una apreciación etnológica de la visita”. En: Visita hecha a la provincia de Chuicuito por Garci Diez de San Miguel en el año 1567. Lima: Ediciones e la Casa de la Cultura de Perú. 1964, págs. 419 – 442.

[41] Cf. Leonardo Boff, Proteger la Tierra-cuidar de la vida: cómo escapar del fin del mundo. Nueva Utopía 2011.

 

[42] Cf. L. Boff y M.Hathaway El Tao de la Liberación, explorando la ecología de la transformación Rio de Janeiro: Vozes, 2012.

 

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1 respuesta

  1. Gustavo Yuri Gracia dice:

    Estimado Javier Medina.

    Muy grato acceder a su artículo. Acabo de suscribirme a vuestra web, atendiendo al amplio y relevante contenido temático de mi interés. Otra cuestión que motiva este contacto, es vuestra distinción como, «..grupo abierto que reflexiona..». En mi parecer, esta dinámica reflexiva, en el actual estado de cosas que nos afecta como humanos, es un ejercicio amenazado, no obstante, primordial si no nos dá lo mismo la pertenencia a nuestra madre tierra, filiación que hace de las fronteras un agrio invento desde la soberbia. Comparto entonces la esperanza de que este contacto sea fructífero.

    Un abrazo a usted y quienes le acompañan.

    Atentamente, Gustavo Yuri Gracia, Chile.