Agroindustria cruceña ¿dónde quedó el sombrero de Saó?
Nro de publicación: 23
Introducción
Los ‘progresistas’ de nuestro país, tanto de derecha como de izquierda, están entusiasmados con el así llamado “modelo cruceño de desarrollo”[1]. Una suerte de vía al capitalismo, basada en el gran latifundio (vía junker), más que una vía, basada en el granjero autosuficiente que provee a la canasta familiar de los habitantes de las ciudades (vía farmer).
El gobierno actual apoya[2], sorprendentemente, este modelo, cuyos efectos nocivos en el ecosistema, el clima y la salud humana son muy conocidos. La pregunta que queremos hacer a nuestros conciudadanos es si este ‘modelo exitoso’ nos ayuda a vivir bien.
El Círculo Achocalla en este librito se concentra en la agroindustria. No pretende convencer a nadie; de ahí que no abundaremos en cifras ni referencias bibliográficas. Lo que pretendemos es hacer pensar a unos y otros hasta en el estilo de vida personal. Les proponemos, pues, las siguientes reflexiones a partir de algunos productos emblemáticos de la agroindustria en Bolivia.
A) La agroindustria: La soya como ejemplo. Implicación en el medio ambiente.
En el año 2003, la corporación Syngenta publicó un aviso publicitando sus servicios, en los suplementos rurales de los diarios argentinos Clarín y La Nación, bautizando con el nombre de “República Unida de la Soja” a los territorios del Cono Sur en los que se siembra soya, – transgénica, por supuesto. Vale la pena recordar que Syngenta[3] es una transnacional que ofrece insumos agroindustriales como semillas, insecticidas y otros químicos.
Este es un ejemplo concreto de la geopolítica extractivista por parte del gran y desalmado Capital Financiero. Y el cinismo sin límites está a la vista, porque la alusión a las repúblicas bananeras es obvia.
La colonización en este tiempo está caracterizada por la apropiación de recursos naturales, en complicidad con los gobernantes de turno. De ello debemos ser conscientes: Las transnacionales para su expansión requieren agua, suelos y petróleo, y para acceder a éstos utilizará todos los medios a su disposición, desde el halago (¡Oh, el milagro cruceño!) hasta la guerra. Por el momento están ocupados en comprar tierras: fertilidad, con acuíferos y fuentes de agua, en el tercer mundo. La preocupación por el petróleo ya pasó a segundo nivel.
Especialmente los Chinos, Árabes Saudís, Surcoreanos etc. compran grandes cantidades de tierra y las explotan sin importar la sostenibilidad de las tierras.
Si este proceso sigue en marcha, el corazón de la América del Sur se convertirá en un inmenso desierto igual como el Sahara. Una prueba anticipada de esta realidad, ya puede verse en la misma Santa Cruz, donde los Menonitas han aplicado este tipo de agricultura mecanizada de monocultivo – eficientemente en la lógica de la agricultura moderna. Sin embargo después de medio siglo (llegaron en 1954) de explotación capitalista ‘racional’ y ‘eficaz’ de los frágiles suelos cruceños (cuya vocación es forestal), ellos mismos han tenido que dejar esos suelos muertos e irse más hacia el sur[4]. Esta profecía cumplida y evidente, no parece hacer pensar a nadie. No queremos vernos en el espejo menonita.
Veamos algunas repercusiones del modelo a nivel ecológico
1) La deforestación.
Recordemos el dicho del antropólogo cruceño Yosi Mirtenbaum: “No hay bosque sin indios, ni indios sin bosque”. La deforestación – mas de 300 000 hectárias (promedio anual desde 2005) – implica no sólo un etnocidio, sino también un lento y camuflado genocidio de los indígenas del lugar.
Múltiples consecuencias en el caso de los Ayoreos.
Los indígenas Ayoreos migrantes a la ciudad de Santa Cruz son una consecuencia evidente de ello.
La tala de la Mara ha quitado a las mujeres indígenas el control sobre su fertilidad y sexualidad: pues la semilla de la Mara es, en efecto, abortiva, y con ella practicaban la planificación familiar. Además cuando las vacas comen todo del bajo bosque las mujeres ya no contaban con los minerales y vitaminas que se encuentran en los frutos silvestres del bosque, que les aseguraban una preñez sana (comunicación de Yosi Mirtenbaum).
El bosque también funciona como una esponja verde, que guarda el agua, y la suelta, poco a poco, regulando el clima y el ecosistema. Con la tala de bosques mengua las reservas de agua y todo el territorio va secándose.
Los vientos huracanados, los remolinos y tornados que han empezado a aparecer en los últimos años, hasta en el Chapare, que se ha deforestado por tanta siembra de coca, son consecuencias de la expansión de la frontera agrícola en suelos de vocación forestal.
La revolución productiva promovida por el actual gobierno se centra en la ampliación de la frontera agrícola y no contempla el cuidado de la nutrición ni dela salud de la población. Es una visión carente de integralidad.
El viceministro de Desarrollo Rural, Víctor Hugo Vázquez reconoció el 2013 que existen dificultades en la producción de alimentos y estimó que en 10 anos recién se podría lograr la seguridad alimentaria en Bolivia. Esta preocupación hizo poner la mirada en la ampliación de la frontera agrícola en base al modelo cruceño como solución al problema.
Los agroempresarios cruceños por su parte condicionan la aceptación del desafío de ampliar la frontera agrícola a cuatro exigencias:[5]
- Libre exportación de la producción,
- Acceso al uso de semilla genéticamente modificada,
- Mejor infraestructura productiva y de exportación,
- Seguridad jurídica de tierras.
Estas condiciones contradicen al buen vivir de la población boliviana y a la Ley de la Madre Tierra porque no necesariamente garantizan la seguridad alimentaria, la conservación del medio ambiente ni la salud de los consumidores por el uso de transgénicos.
El uso de transgénicos está prohibido en Bolivia, pero hace muchos años que se cuenta con producción de soya, maíz, arroz y trigo en base a semillas genéticamente modificadas. Desde las instancias públicas se fomenta la investigación que apoya este tipo de producción, es decir con semillas transgénicas.
2) Pérdida de biodiversidad.
Por las grandes extensiones que implica la siembra de la soya, la biodiversidad, tanto de flora y fauna, se reduce drásticamente. Se revierte la evolución de millones de años, y se empobrece a la vida silvestre, puesto que la reducción de la genética de plantas y animales frena su evolución.
3) Contaminación de suelos.
La aplicación de insecticidas, especialmente el Roundup, que se utiliza en soya transgénica, contamina severamente los suelos. Este veneno tiene un efecto especial: las plantas se vuelven resistentes, por lo que los agricultores utilizan herbicidas más fuertes aún, como el 2,4D o ácido acético de Dichlorphenoxy, también conocido como Agente Naranja, que se utilizó durante la guerra de Vietnam para deforestar el bosque monzónico en busca de soldados vietnamitas que transitaban en el Paso de Ho Chi Ming. 48 años después del fin de esa guerra, siguen naciendo en Vietnam bebes muertos o deformes.
4) Subvención a la producción de carne en beneficio de países del norte.
Con la subvención del Diesel Bolivia está subvencionando la producción de carne en países más ricos, porque así los agroindustriales pueden exportar la soya competitivamente. No se trata de seguridad alimentaria; se trata de exportar, es decir, para que las cifras macro económicas estén altas como señal de desarrollo.
5) Pérdida de puestos de trabajo y soberanía.
La expansión de la ‘República Unida de la Soya’ está empujando a los campesinos e indígenas hacia las ciudades, pues es una industria altamente mecanizada y, por lo tanto, no intensiva en mano de obra. Al despoblar el área rural, torna vulnerables a estos países a geo-políticas agresivas de las transnacionales del sector. El intento de secesión de la elite agro exportadora cruceña, durante el primer Gobierno de Evo Morales, fue un globo de ensayo de lo que alientan empresas como Monsanto y Syngenta y los intereses que están por detrás. Para ellos, los Estados nacionales hace tiempo que son sólo fachadas formales. Ya se han adueñado del Paraguay, sin que nadie se diera cuenta. Todos, pero en especial los movimientos sociales debemos estar alertas al respecto.
6) Se aumenta la brecha entre ricos y pobres.
Por diseño, el modelo soyero no busca ecualizar a las sociedades, como el Modelo de la Agricultura Familiar, propiciado por la FAO; al contrario, incrementa las desigualdades.
Sería deseable un Estado fuerte para lograr una sociedad igualitaria. Esto se hace normalmente con políticas impositivas. Pero actualmente el Estado más bien utiliza los impuestos de todos para subvencionar el diesel que favorece a los agroindustriales.
Con Goni y Banzer y otros gobiernos neoliberales esto se podía entender; no con Evo y la Ley Marco de la Madre Tierra.
B) Los productos que produce el agro Boliviano basado en la agricultura moderna: Implicancias en la salud humana.
A nivel más específico el modelo agrícola moderno produce entre otros productos veneno y droga.
El que no se oigan voces disonantes tiene que ver con el hecho de que los bolivianos nos convertimos analfabetos dietéticamente hablando. No somos conscientes de lo que ingerimos. La carne de res y pollo, el azúcar y la harina blanca refinada, el alcohol, no son lo mejor para vivir bien y no son saludables. Sobre ello quisiéramos llamar la atención. Afortunadamente, con el Internet tenemos la información a mano. Los invitamos pues a investigar por su cuenta. Lo que diremos a continuación es sólo para mostrarles el absurdo de una política agrícola y pecuaria que fue diseñada por los americanos en la década de los Cuarenta: el Plan Bohan, y que desde el MNR, pasando por Banzer, hasta el MAS, hemos puesto tanto empeño en implementarla, acríticamente, pensando que con ello ponemos las bases de nuestra seguridad alimentaria y modernización. Es más, sospechamos que un desabastecimiento de nuestras drogas y venenos predilectos: las carnes de res y pollo, el azúcar y las harinas blancas refinadas, podrían provocar un levantamiento popular “hasta las últimas consecuencias”. O sea que – desde este punto de vista – éste es un texto políticamente incorrecto. Lo sabemos; pero no queremos hacer política: sólo dar que pensar.
El caso de las carnes
Muchas enfermedades tuvieron un importante aumento en el siglo XX, por ejemplo las enfermedades intestinales como cáncer del aparato digestivo, inflamaciones intestinales, cáncer de colon y de mama y peritonitis; enfermedades cardiovasculares, alzheimer, diabetes de tipo dos, etc.. Hasta 1945 el consumo de la carne, en Occidente, era un lujo y no se comía más de dos veces por semana. En cualquier caso las estadísticas son claras: en todos los países en los que el consumo de carne roja aumenta, estas enfermedades también lo hacen. Las personas que no comen carne, viven unos 7 años más que aquellos que la consumen[6]. Las enfermedades del corazón y la arterosclerosis prácticamente no existen en culturas o sociedades que no comen carne. Cálculos biliares y artritis se reducen en 50% con la comida vegetariana.
Entre 1965 y 2009, el consumo de carne de res per cápita en Bolivia se ha duplicado quiere decir de 11,2 a 26,1 kilos por año.
En Bolivia, el consumo per cápita de pollo en el 2009 fue 8 veces mayor que en el 1965, aumentando de 2,1 a 17,3 kilos por año.
Entre los años 1965 y 2009, el consumo de raíces almidonadas (papa, yuca, oca, camote, etc.) cayó en 48%, de 133,6 a 69,6 kilos por año. Igualmente, el consumo per cápita de verduras se redujo 46%, de 66,6 a 36,0 kilos por año y el consumo de frutas (excluyendo vino) se redujo 17%, de 81,6 a 67,7 kilos por año. La mayoría de esta reducción en el consumo de verduras y frutas ha ocurrido desde 2000, indicando que el pueblo boliviano está comiendo más comida procesada (embolsada) y más comida en hamburgueserías y pollerías. Comida que contiene poca verdura y fruta.[7]
No obstante, hay que procurar no satanizar a la carne, un alimento que desde tiempos inmemoriales forma parte de la alimentación humana. El problema podría estar provocado en gran medida por
- a) la frecuencia de su consumo y,
- b) la pésima calidad de la carne en si y por la pésima forma de prepararla: comida chatarra.
Hoy en día, para aumentar la productividad, se alimenta a los animales con soya, sorgo, harinas de huesos, vísceras y sesos animales, enriquecidos con aditivos que, sabemos, son cancerígenos. Sabemos, además, que en los mataderos los sacrifican de una forma tan horrible que Paul MacCartney llegó a decir: “Si las paredes de los mataderos fueran de cristal, todo el mundo sería vegetariano”.
En el caso de la producción industrial de la carne de pollo la situación cobra ribetes más preocupantes aún: muestra la falta de sensibilidad humana ante los animales. En la crianza de pollos a gran escala se utiliza, además, muchos antibióticos. Se los aplica preventivamente. Y es entendible, si se toma en cuenta que en esas granjas hay miles de animales en un espacio muy reducido. Un animal enfermo contagia en horas a toda la granja
La producción de carne a escala industrial no concuerda con la visión de la gente más consciente ni con la visión biocéntrica indígena, porque no toma en cuenta las necesidades de los animales que son seres vivos y no máquinas inertes. Consumimos, pues, el dolor y la desesperación de esos animales. En la producción industrial de carne de pollo se muestra claramente el tipo de ser humano que está generando el desarrollo del capitalismo en un país esencialmente animista como Bolivia, es decir, compasivo con los animales de la naturaleza: “nuestros parientes”.[8]
En Bolivia tenemos por lo menos dos fuentes de proteínas muy interesantes y mejores que las carnes de res y pollo: la carne de llama y la de cuy. En el caso del cuy, su carne posee niveles elevados de Omega 3, poca grasa: un 7% y mucha proteína: 21%. Es decir, nutre y no engorda. La carne de llama tiene un mayor contenido de proteínas en relación con otras carnes, y su bajo contenido de grasa no incide en la formación de colesterol: lo cual es maravilloso. El charque de llama tiene un 57% de proteínas y sólo 7% de grasa. Con estas propiedades sorprende que no sea más consumida.
En un proceso de cambio y con un Presidente que procede de un lugar donde se crían llamas, se podría esperar que la producción de carne de llama y cuy, para el consumo de las ciudades, podría ser apoyada e, incluso subvencionada y, como sociedad podríamos innovar y mostrar cómo una relación empática y compasiva con los animales.
El caso de la caña de azúcar.
La producción de la caña presenta problemas similares: monocultivo, deforestación, mecanización, uso de fertilizantes e insecticidas químicos, contaminación del suelo, etc.
A pesar de las similitudes acá queremos analizar el caso del azúcar.
El azúcar se considera como parte integral de la canasta familiar. Y así la gente lo siente. Hace largas colas para conseguir este producto y protesta si sube el precio. Pero ¿es un producto básico para la alimentación o es una desviación nefasta de nuestros hábitos alimenticios y del mercado?
Lo cierto es que el azúcar es un producto muy nuevo en la mesa de los bolivianos. Hace 50 años todavía era muy poco utilizada. Y se debe preguntar si el hecho de que ahora el consumo masivo sea común es positivo o negativo.
Miremos algunos aspectos:
El azúcar no es saludable, porque acarrea los siguientes problemas. Por ser tan procesada y tratada con tantas sustancias químicas, no es un producto natural.
- Incrementa la diabetes. El páncreas produce insulina, en el caso que el nivel de azúcar en la sangre sea demasiado alta. Pero si esa concentración está por encima del nivel normal, el páncreas, por el constante estrés, colapsa.
- Incrementa la hiperactividad y la falta de concentración en los niñas y niños.
- Desequilibra al hígado, el páncreas y los riñones, porque el azúcar altera la relación entre los minerales que actúan en el cuerpo. Las proporciones de los minerales se desequilibran.
- Reduce el complejo de vitaminas B, lo cual produce problemas nerviosos, alergias, etc.
- Produce aumento de peso, porque el azúcar es un carbohidrato y el exceso se convierte en grasa.
- Elimina el calcio, porque el cuerpo necesita calcio para deshacerse del azúcar. El calcio necesario lo toma de los dientes y de los huesos. Problemas de caries en los dientes y la osteoporosis (huesos débiles) es la consecuencia.
El azúcar es adictivo o, en otras palabras, es una droga. El azúcar no altera la conciencia de una manera obvia e inmediata, como el alcohol u otras drogas, pero produce cambios en el estado físico, emocional, y mental del consumidor. La dependencia es de tipo psicológico y físico. Su síndrome de abstinencia se experimenta hasta después de varias semanas de haber discontinuado totalmente el uso de azúcar y alimentos que lo contengan. Sus síntomas incluyen depresión, fatiga, nerviosismo, ansiedad por comer alimentos dulces, falta de concentración, alergias e hipertensión.
¿Cómo se consume el azúcar? Solamente el 25% se consume en la mesa familiar; el otro 75% lo utiliza la industria. Todo alimento que contiene sacarosa, glucosa, maltosa, lactosa, galactosa, miel de maíz, azúcar de maíz, azúcar invertida, dextrosa etc. es, en realidad, azúcar refinada. Por ejemplo: la mayonesa y la salsa de tomate (Ketchup) contienen azúcar! Obviamente también, todas las gaseosas, los pastelitos comerciales, dulces, galletas, bocadillos y postres de gelatina comerciales. El azúcar está en todas partes. También está en los alimentos para bebés. Y esto es lo más peligroso, puesto que el paladar de los bebés se acostumbra desde la niñez al azúcar y lo hace dependiente.
Para reemplazar el azúcar los seres humanos pueden satisfacer su necesidad de glucosa con fruta fresca, fruta seca, chancaca o miel, así como se ha hecho durante milenios.
El caso del alcohol
Si se produce alcohol a partir de la caña de azúcar se multiplica el problema.
El alcohol industrial producido por este modelo agroindustrial no es apto para el consumo humano y sin embargo es comercializado en todo el ámbito nacional sin ninguna ética. Se refiere al metanol que es un peor veneno que el alcohol producido a partir de frutas, el cual ya de por si es intoxicante. Sabemos que todo tipo de alcohol produce una gran cantidad de problemas y desvirtúa el sentido de la fiesta en nuestra cultura.[9]
Resumen de la parte A.
- El modelo agroexportador aporta al PIB, pero no logra una vida buena y sana.
- Es un modelo sustentado en el agotamiento de los recursos naturales.
- Es un modelo no sostenible ecológicamente porque no cuida los suelos, no toma en cuenta a las generaciones futuras y abre un proceso de desertificación irreversible en el corazón del continente. No tiene nada que ver con cuidar o respetar a la Madre Tierra.
- Este modelo no garantiza la soberanía ni la seguridad alimentaria.
Nos hace dependientes de las corporaciones que tienen muy otros fines que el vivir bien en Bolivia. (La ‘Republica Unida de la Soya’ ha sido diseñada desde afuera)
- Ofrece productos que no son nada aconsejables para la salud de los seres humanos, como la carne, producida a gran escala, el azúcar y el alcohol.
- Y económicamente es un modelo parásito porque parte de los impuestos de los Bolivianos son desviados para subvencionar a este modelo.
Queríamos dar nuestro opinión sobre el modelo agroexportador, esperamos que poco a poco las reflexiones respecto al vivir bien se van a abrir espacios en las cabezas de todos y especialmente en las cabezas de las y los políticos.
Resumen de la parte B.
De paso esperamos que este texto sirva para pensar en su propia alimentación. Reflexionar sobre esto siempre es provechoso, puesto que la alimentación tiene muchas implicaciones.
En primer lugar para la salud. No se trata que falta información, todos sabemos que mucha carne, mucha grasa, mucho azúcar hace mal, ni hablar del alcohol. Y sabemos que verduras frutas y nueces son saludables. El problema no es la información, sino poner en práctica lo que la cabeza entiende. (En el reverso de la tapa damos algunos consejos sobre cómo hacer realidad las decisiones.)
Una implicación menos conocida es respecto al medio ambiente: No comer carne, o disminuir el consumo ayuda al medio ambiente. Por una parte para que no se siga deforestando los bosques, sea para crear pastizales para las vacas, sea para sembrar soya, que por el 95% es destinada para comida para vacas y pollos.
Y el segundo argumento es, que las vacas producen por su digestión, importantes cantidades de metano, el cual es un gas que produce el efecto invernadero igual como el CO2.
La alimentación también tiene implicaciones sociales. No es lo mismo comprar en un supermercado, donde se consigue productos elaborados industrialmente, o comprar las verduras donde la casera, la cual a su vez lo ha recibido de un campesino.
Y finalmente tenemos implicaciones respecto a la soberanía alimentaria del país. Comprando lo nacional, se fortalece la producción nacional, y así seremos soberanos respecto a la alimentación. Comer lo nacional y lo local también evita largos transportes de los alimentos, los cuales a su vez contaminan.
Resultado de las acciones de los transnacionales de alimentos (y con nuestra benevolencia) estamos permitiendo que los alimentos sean meras mercancías, carentes de afecto y de nutrición! ¡Vivan las caseritas!
[1] Para una visión general, léase el excelente y muy completo libro editado por la Cámara de la Construcción de Santa Cruz: Construyendo Santa Cruz. El modelo de desarrollo cruceño. Santa Cruz, 2011.
[2] Véase: Los agronegocios en el Estado Plurinacional, en: http://somosur.net
[3] Syngenta una internacional con sede principal en Suiza, es líder mundial en insecticidas y en tercer lugar en semillas. Es la competencia más grande de Monsanto.
[4] Cf. Miguel Urioste, Diego Pacheco, Las tierras bajas de Bolivia a fines del siglo XX, Fundación Tierra, La Paz, 2001.
[5] Boletin IBCE octubre 2013 del Instituto Boliviano de Comercio Exterior
[6] Ver: Minilibro Nr 26 “Solo para vegetarian@s y l@s que quieren serlo en el futuro”. La Paz, Armonía
[7] Fuente: Elaborado con datos de la FAO, http://faostat.fao.org/site/368/DesktopDefault.aspx?PageID=368
[8] Ver: “El futuro será la reciprocidad, con elementos del capitalismo. Aplicación del vivir bien a la economía” La Paz, Armonía
[9] Ver ¡A descolonizar! Empecemos con el alcohol. La Paz Armonía
interesante pero es que el agro cruceño al fin y al cabo impulso el movimiento economico por eso es que santa cruz es de las principales ciudades que reciben ciudadanos de otros departamentos que migran por causas economicas y laborales, ese movimiento capitalista impulso mas fuentes de empleo aunque la desigualdad haya aumentado aun asi sectores como la zona norte de potosi y oruro son de las mas pobres de Bolivia a pesar de tener sistema comunitario,
Se olvida de mencionar el articulo que las tierras del agro cruceno y los actores son en su mayoria extranjeros. Son Argentinos, Brasileros y Chinos los propietarios del 70% de tierra arable. Se puede decir que solo son crucenos? No ellos son minoria y las empresas grandes estan en manos de pocos siendo el grupo – Roda – Marchetti – Cambrussi LOS que acaparan mas hectareas.