Lo importante, lo urgente y lo absurdo

Fuente: La Patria – Oruro

A quien no le ocurre que pasa días, semanas, meses y hasta años, ocupado en cosas que cree son importantes pero que en realidad son urgentes. Por estar encerrado en el día a día olvidamos lo importante y nos dedicamos a lo urgente, como dice la frase: por ver el árbol no vemos el bosque.

Normalmente las cosas urgentes son las distractoras más efectivas que existen y nos pueden desviar la concentración de las actividades verdaderamente importantes y hasta sacarnos del rumbo de un proyecto o tarea vital.

La cuestión es que muchas veces nos dedicamos tanto a las cosas urgentes que caemos en la acción absurda y sin sentido.

Como seres humanos reproducimos este hecho cotidianamente y peor aún nuestras instituciones, organizaciones, lideres, medios de comunicaciones llevan en su ser esta forma de proceder.

Los medios de comunicación ponen más énfasis en los hechos intrascendentes: pugnas de poder, superficialidades, banalidades y mezquindades.

Los políticos se dedican a la pulseta política, les encanta la palabra coyuntura y ver los problemas pequeños.

Al parecer nos hemos olvidamos que estamos conectados a suelo, a la tierra y que vivimos en un planeta llamado Tierra.

Cuántos de nosotros podemos reflexionar sobre el daño que estamos causando al planeta y los futuros problemas ocasionados por nuestro accionar; vemos como algo natural poder comprar gasolina de algún surtidor, sin que nos pase por la mente hasta cuándo durarán nuestras reservas de petróleo; utilizamos energía eléctrica sin saber cómo y dónde se produce; contamos con celulares, sin saber el daño que hacemos a las abejas y el efecto que tendremos en el ecosistema por este hecho; comemos mal, no le damos valor a los alimentos, y para concluir, ni se nos ocurre que algún momento puedan faltarnos.

Creo que es hora de despertar y retomar nuestras prioridades en la vida, muchas veces nos encontramos haciendo cosas que ni siquiera nos servirán para el futuro.

En las actuales condiciones en que habitamos el planeta Tierra es un absurdo pensar: ser diputado, ministro o presidente; ambicionar el coche último modelo, la ropa de marca o una casa lujosa, si en futuro no tendremos suelo donde pisar.

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